Prólogo:
La caída.
Años después, Peter no supo explicar cómo terminó allí. El recuerdo se había escapado de su mente, perdido en un museo de formas inconstantes, como toda su estadía en ese país encantado.
Sintió una fría ráfaga de viento, y una fuerza que no había sentido en su vida comenzó a tirar de él hacia abajo. El viento le golpeaba la cara, y debió de haber gritado, pero lo único que podía oír era la presión de este contra sus oídos. Trató de subir, de retomar el vuelo, pero era como si se hubiera quedado sin combustible, la brillante estrella cada vez más y más lejana...
Entonces entró en pánico. Era consciente de que estaba cayendo al suelo a una velocidad vertiginosa. Remolinos de colores pasaban frente a sus ojos, las casas victorianas reducidas a meros borrones y los faroles a volutas de luz.
Antes de que pudiera prepararse para el impacto golpeó la acera con fuerza, y lo último de lo que fue consciente antes de perder el conocimiento fue de la fría y mullida nieve, y del golpe seco que había hecho su propio cuerpo al caer.
No supo que era el comienzo del fin.
...
Al despertar, se dio cuenta de que estaba temblando. Seguía acostado en la nieve, y había comenzado a nevar otra vez mientras había estado inconsciente, por lo que la mitad de su cuerpo yacía enterrado bajo aquella capa blanca y helada. Estaba aturdido, y la cabeza le dolía horrores, pero milagrosamente, estaba ileso.
Se puso en pie con torpeza, y se sacudió la nieve del cabello y del montón de hojas que formaba sus ropas.
─ ¿C-c-campanita?─ murmuró, y rodeó su cuerpo con sus brazos en un intento de calentarse─ ¿C-campanita?
Pero por mucho que la llamó, ella no vino.
Miró a su alrededor. Estaba en una calle de piedra, de casas antiguas y farolas con lámparas de aceite. A lo lejos pudo ver el enorme Big Ben, que recordaba haber sobrevolado cientos de veces cuando iba a visitar a...
De repente, supo dónde estaba, y a pesar de que temblaba de frío y de que no tenía idea de cómo volver a Nunca Jamás, sonrió. Buscó la casa que le era tan familiar y corrió hacia ella, diciéndose a sí mismo que entraría por la puerta principal por vez primera.
Eso de seguro sería una sorpresa para Wendy. Sí, seguro que la sorprendería, y también la asustaría, porque debía de tener un aspecto terrible. Pero ella sabría qué hacer, siempre lo hacía. Ella lo ayudaría a volver.
Y entonces las cosas volverían a la normalidad.
Subió las escaleras hasta el umbral, y sintió cómo le llegaba un poco del calor de la casa a través de la puerta cerrada. Golpeó la madera varias veces, hasta que se dio cuenta del viejo timbre, y entonces comenzó a golpearlo también.
Escuchó pasos apresurados que bajaban la escalera, y la emoción hizo latir su corazón más rápido de lo usual. La última vez que la había visto ella ya era una adulta. Tenía un esposo y una familia propia, pero seguía siendo la niña que había conocido. Su Wendy, la que le contaba cuentos─ sobre él, obviamente─ y la que había volado con sus hermanos a Nunca Jamás hacía ya mucho tiempo.
La niña que le abrió la puerta no fue Wendy, aunque sí se parecía mucho a ella.
Debía de tener la edad de Peter─ Bueno, la que él había tenido cuando se fue, que eran unos nueve años. Tenía el cabello de un brillante castaño rojizo, y los ojos grises─ A diferencia de Wendy, que los suyos eran azules.
ESTÁS LEYENDO
Salvando Nunca Jamás (#Wattys2015)
FantasiaGANADOR DE LOS PREMIOS WATTY 2015 EN LA CATEGORÍA DE "GEMAS SIN DESCUBRIR" (Retelling de Peter Pan) 1941. Segunda guerra mundial. En el viejo continente reina el caos y Londres no es la excepción, restringidos por un toque de queda y bajo la ame...