Primera noche

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No sabía cómo había terminado en aquella situación. Tenía un mareo mental por aquello. Solo sabía qué hacía unos cuantos años un hombre fue a su humilde casa la saco y desde ahí empezó una vida que no quería vivir, estar en el palacio y saber cuál sería tu destino no era nada agradable para ella que aún creía en el cuento con final feliz en donde iba a ser la esposa del príncipe azul y tener hijos y una vida muy llena de felicidad. Además, no había vuelto a saber nada de sus padres, y por eso lloraba todas las noches, los extrañaba mucho, pero sabía que por su belleza y bajos recursos fue sacada de sus casa, como había deseado muchas veces haber nacido fea, para que nadie la mirase y poder vivir con su familia a la cual ansiaba volver a ver con todas las fuerzas de su alma y corazón.

Todo se vino abajo, lo recordaba perfectamente. Aquellas mañanas donde le habían enseñado de artes y literatura, todo para que cuando algún hombre se le acercara supiera que era una mujer culta, que la deseara por todos los conocimientos que tenía.

Había cumplido hacia un solo día 16 años, así que para la sociedad ya era toda una mujer, su curvilínea figura lo demostraba, era la envidia por eso, pocas chicas que estaban junto con ella en aquel lugar, tenían el físico de ella, además su cabello rosa pálido y sus enormes ojos verdes herencia de sus padres eran algo que la hacía lucir bella y encantadora.

Decir que en aquella temprana edad se había enamorado, era una endeble mentira, no amaba a nadie, pero tampoco quería amar, sabía que su destino no era uno en el que involucrara sentimientos. En su vida solo serviría lo físico, lo mental se quedaría estancado en algún rincón de su cerebro para no poder salir.

Así estaba perdida en sus pensamientos que no se percató de la muchacha que estaba a su lado una castaña de unos 18 años que era muy hermosa con unos vivases ojos chocolates la miraban con una gran sonrisa en el rostro.

─ Confía no te ira mal, con el tiempo te acostumbraras─ dijo la castaña a Sakura mientras le daba una palmadita en el hombro.

─ No quiero que esto sea así, quiero entregarme a alguien por amor, no por una estúpida costumbre ─ hipo la pelirosa, luego sintió como por sus mejillas escurrían gruesas lágrimas.

─ La primera vez que lo haces siempre te sientes así, luego mientras pasa el tiempo olvidas el miedo ─ le dijo en tono de consolación la castaña. ─ Además creo que con el tiempo hasta empezaras a disfrutarlo, sabes que nadie respeta a las mujeres, para ellos solo somos objetos de placer y servimos como recipientes para albergar a sus hijos.

─ Tenten quiero hacerte una pregunta─ le dijo Sakura mientras se mordía el labio.

─ Dime, ¿qué quieres saber? ─ preguntó, Tenten.

─ ¿Qué tanto duele? ─ curioseó con un sonrojo la pelirosa, tenía miedo, mucho miedo de que aquello desconocido en ese entonces por ella, sea demasiado doloroso.

─ Uhmmm... Bueno, eso depende─ contestó con una sonrisa pervertida la castaña.

─ ¿Depende de qué? ─ Sakura mostraba un sonrojo notoriamente visible. Estaba segura que echaba humo por las orejas.

─ De quien te lo haga pues, de su físico, de si lo deseas y fundamentalmente de cuanto él te lo hace desear.

─ Entonces, ¿Si pienso en que deseare a la persona con quien me toque acostarme esta noche no me dolerá? ─ dijo Sakura mientras exhalaba aliviada.

─ No funciona así, si lo piensas mucho o si lo premeditas, no lo desearas. Por tanto, podría resultar muy doloroso, además no nos hagamos ingenuas somos cortesanas, a ningún noble le importara si nos lastiman o no. Somos simples piezas de lujo para ellos. No somos prostitutas, pero hacemos lo mismo, aunque solo con personas respetables, es por eso que nos escogen, nos traen a este lugar y nos educan. Todo para que no seamos mujeres vulgares con quienes ellos se acostaran.

CortesanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora