Capítulo 17

15 2 0
                                    

Abro lentamente los ojos y noto a Dallas sentado lejos de mí tirando unas piedras hacia unas rocas que formaban un desnivel entre nosotros.

-¿Pasa algo?- le pregunto al ver la preocupación y el enfado saliendo de sus ojos.

-¿Cómo puedes ser tú?- me interroga sin darme ni una pequeña mirada.

-¿De qué hablas?

El chico lanza un ruidoso y largo suspiro, se levanta y dice algo antes de comenzar a alejarse.

-Nada...

Me levanto del piso y comienzo a sobarme la cabeza de tanto dolor que esta me provoca.

-¿Quieres que traiga o vaya a buscar algo?- le pregunto con cansancio.

-Ve por ramas, y unas cuantas piedras cercanas al lago Ena- me manda Dallas sin siquiera voltearme a ver. Me doy la media vuelta y comienzo a alejarme de su presencia un tanto temible.

Mis pies comienzan a arder por el intenso calor que cae sobre el lado norte de la isla, el sudor no para de caer de mi frente y la sed hace que desee el líquido salado que mi cuerpo deja caer. Aún no había pasado ni una hora que llevaba buscando las cosas que me había pedido Dallas y ya quería tirarme en la tierra a descansar.

-¡Hay alguien ahí!-grita una voz masculina un tanto incómoda y angustiada.

Levanto la cabeza y comienzo a seguir sus gritos hasta encontrar al joven rubio perdido y desorientado que camina solo y cansado sobre una tierra color rojo, pude notar que a donde se dirigía el color de la tierra era como la mostaza, aclaré mi vista y pude notar unas como unas plantas se enderezaban y abrían sus pétalos, dejando a la vista unas espinas grises del tamaño de mi mano, estas apuntaban al chico que caminaba sin aún verlas.

Me acerco cuidadosamente por la izquierda del joven y me asomo justo detrás de un árbol color magenta.

-Oye...-llamo su atención y este me voltea a ver asustado – no des un paso más, camina cuidadosamente hacia atrás, justo por donde viniste.

-¿Qué?, ¿Por qué?

-¿Enserio quieres ver por qué?- interrogo angustiada.

-Si- me responde confundido.

-Está bien...pero aléjate- el chico camina cuidadosamente hacia atrás, yo saco el escorpio y lo agarro con mi mano derecha, comienzo a sentirlo raro y me doy cuenta que el manubrio está diseñado para zurdos.

Estiro el escorpio justo detrás de mí y golpeo la flor que amenazaba la vida del este chico, para después traerla justo delante de mi arrancada de su tallo.

-¿Cómo hiciste eso?- me pregunta asustado.

-No sé- le susurro en voz alta un tanto impactada de mi misma.

Me agacho con cuidado hacia la enorme flor, que tenía aspecto a lo lejos de ser pequeña y noto que su aspecto es idéntico al de un girasol, excepto por su centro que contiene espinas gruesas y muy filosas.

-Gracias...-me dice el rubio.

-De nada, la próxima vez ve tu camino.

-Oye... ¿Puedo irme contigo?, en el campamento donde estaba... mi grupo... una enorme ola azotó y todos nos perdimos.

-No- le respondo seria.

-¿Por qué?, si somos más podemos cubrir más territorio- dice de una manera muy inocente.

-Si somos más, más muertes hay y si más muertes suceden me volveré loca.

-Por favor...no puedo quedarme solo aquí- la forma en que expresó lo que me dijo, fue demasiado para mí, me recordó a Stefan, ¿Y si fuera este chico?, ¿Qué tal si Stefan se perdió y no sabe siquiera en donde se encuentra?, todo lo que pasaba por mi mente me causaba angustias y dolor de cabeza terribles.

AisladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora