Capítulo 1

223 4 6
                                    


He entrado por fin a primero de secundaria, digamos que no es muy cómodo ingresar a una escuela en la que te hagan cada semana una revisión.

Cuando el examen fue realizado, entré al salón y quedé sorprendida por el nivel de tecnología que había allí.

-¿En dónde estoy? No es una escuela, esto ni si quiera es un área de estudio. Nada tiene sentido, no sé ni para qué me enviaron una carta de ingreso en un sobre tan elegante con letras doradas. Es una tontería, no quiero estar aquí y nunca voy a querer permanecer en un lugar como éste ¿Por qué harían una escuela a millones de kilómetros de la sociedad? ¿Quiénes son para traernos aquí? ¿Por qué yo? ¿Por qué nosotros? ¿Somos alguna clase de artefactos para ellos? ¿Qué necesitan de nosotros? Me molesto sin encontrar la razón por la cual nos trajeron aquí. No sé dónde estoy ni la razón de porqué permanezco en un lugar como éste. No sé nada, no entiendo y no quiero hacer caso omiso a una situación como ésta- pienso frunciendo el ceño.

Los pizarrones son computarizados y se mueven al mismo lado al que la maestra se va. El salón es enorme, blanco y tan limpio que cualquier mancha se puede notar a kilómetros de distancia; a lado de mi hay un muchacho, de cabello café oscuro, blondo como un algodón de azúcar, ojos hermosamente verdes que cualquiera especularía que son pupilentes, labios rojizos como el color de una manzana, piel aceitunada, alto y delgado, se me hizo raro que un tipo como él estuviera aquí, considerando que a la escuela a la que envié mi permiso de ingreso no era para varones, pero cuando unas personas armadas vestidas de negro con capuchas verdes irrumpieron bruscamente en nuestro salón arrastrándonos de brazos por un cuarto con una puerta de acero todo tomó sentido..., o al menos eso creí.

Al abrir los ojos solo puedo distinguir a todos los niños y niñas que están en los salones para supuestamente presentar el examen de conocimiento, me levanto cuidadosamente procurando no aplastar a nadie, pero me tambaleo tanto que no lo logro y caigo encima de mi compañero de ojos tan bellos como Adonis, este se despierta sorpresivamente después de tal caída mía en su torso, me mira levantando una ceja y pregunta.

– Disculpa ¿Se te perdió algo?, ¿Quién eres?- no sé qué decir en ese momento, estoy tan pegada a sus ojos que puedo notar que estaba llorando, pero... ¿Cómo alguien puede llorar en sus sueños?

Dicho joven me mueve tirándome a un lado de él, se levanta y solo me le quedo viendo mientras se limpia su uniforme, me impresiona ver que somos los únicos que se han levantado, pero esa impresión no dura mucho ya que todos se empiezan a despertar y se tambalean al igual que yo como si estuviéramos drogados, por alguna razón él no se tambaleó ni un poco.

-Pero...pero ¿Qué es esto? ¿Porque estamos llevando estos uniformes tan ridículos? y ¿Porque tienen estos botones dorados tan pesados?-digo quejándome amargamente, los atuendos son negros con líneas doradas y rellenadas de un color verde musgo.

Sin dar previo aviso se empieza a iluminar la habitación. Puedo notar que es totalmente blanca como la anterior, lo único que distingo con un color obscuro son las armas que nos rodean. Es difícil creer la variedad de armamento que puede existir en el planeta. Es tan sorprendente el nivel al que ha llegado la tecnología: hay unas pistolas que en vez de utilizar balas utiliza un láser rojo, tan fuerte que podrías romper una tabla de acero. Otros son unas espadas enormes con una hoja increíblemente filosa y con diseño de sierra, pero el que más me llamo la atención es un látigo que está al fondo de la habitación. Es tan enorme que puedo notar que está compuesto de cuero, en los lados tiene espinas con cuchillas, justo en el mango trae una perla rosa, rodeada por una especie de cuerda o planta dorada de metal o acero, y en la punta trae un hoja de hierro increíblemente ponderada. No puedo evitar acercarme y tocarla, pero apenas pongo un dedo en el látigo escucho un grito masculino, muy autoritario y para llamar la atención, que viene detrás de mí.

AisladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora