Capítulo 26

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Ya habían pasado 5 días desde la muerte de Stefan, llevábamos 2 días sin comer y 7 horas sin poder tocar con nuestros labios por lo menos alguna pequeña gota de agua, la isla estaba seca, y mantenía nuestro cuerpo desgastado y torpe, poco a poco la vista se volvía difícil de mantener, ya no había saliva para remojar nuestros labios, era como estar cargando un saco de piedras encima de nuestra espalda, mis piernas ya no soportaban mi cuerpo, y por esa razón caigo en la tierra sin delicadeza alguna, no me sorprendería ver a mis Seekers cavando un hueco para meter de una vez mi cuerpo.

-¿Te encuentras bien? ¿Estás muy cansada?- me pregunta jadeando Nátori mientras se acerca a mi rostro. Decido no responderle para no gastar la poca energía que me queda y simplemente muevo con delicadeza mi cabeza de arriba abajo embarrándola con la tierra. –Ven- el chico toma mi brazo izquierdo y con el rodea su cuello, dejándolo colgando de su hombro, para después ponerme de pie y dar un pequeño empujón para adelante y caer encima de su espalda.

-¿Qué haces?- interrogo sin energía mientras sigue caminando.

-No dejaré que mueras- esas palabras hacen que mis ojos recuperen su visibilidad, no se la razón del porque sonrío ante lo que acababa de decir Nátori, desde que murió Stefan ya no puedo ver a el chico de los ojos violeta como antes, ahora es diferente, como si el chico arrogante e infantil que estaba en la institución hubiera cambiado o simplemente hubiera desaparecido, pero... ¿Cómo? ¿Por qué?

Las gotas de sudor caen por el cuello de Nátori, por su cara, y hacía que su cabello se pegara delicadamente en su frente y parpados, las clavículas del chico se marcaban demasiado, los músculos de sus brazos estaban tensos y su jadeo se volvía con el paso del tiempo más fuerte, tenía esas ganas de preguntarle sobre Stefan, interrogarlo sobre la niñez que tuvo con él, quería saber todo, ya no soportaba tener que fingir que entendía lo que estaba pasando, ni siquiera tenía la más mínima idea de que Sarán era el hermano de Nátori, ni por qué lo veía, pero no quiero causarle más cosas en que pensar al chico que ya está haciendo demasiado por mí, que aparte de cargar con la muerte de un amigo, ahora también tiene que cargar con mi inútil cuerpo.

-¿Todavía tienes el escorpio?- pregunta sorpresivamente Nátori.

-¿Cómo?- No sabía cómo responder a su pregunta.

-¿Aún tienes el látigo?

-Si- afirmo con un tono sacado de onda- ¿Por qué?

-No lo pierdas.

-Esta...-Un dolor de cabeza insoportable sacude mi cabeza, mis oídos se llenan de un zumbido muy estremecedor, me caigo de la espalda de Nátori y al voltear a verlo noto que el chico de cabello morada está sufriendo la misma situación que yo, con las manos en las orejas arrastro mi cuerpo por la tierra y fijo la mirada en mis Seekers, todos están hincados en la tierra con los oídos cubiertos haciendo una mueca de sufrimiento, no sabía lo que pasaba, me tenía sin cuidado este momento, el sonido era como el rechinido de una silla de metal siendo arrastrada en un piso de ladrillos, la tierra mojada se movía, como si estuviera sucediendo un terremoto en el planeta, las mismas ramas de los árboles se estremecían como si el viento estuviera peleando consigo mismo, el dolor de cabeza era insoportable, comencé a gritar con todas mis fuerzas, si de algo estaba segura era de que si no iba a morir por las plantas, entonces sería por la sangre que fluye de mis oídos y nariz, mi cabeza palpitaba tan rápido como mi corazón, se me hace difícil respirar, el aire se había vuelto pesado y el inhalar cansado, como si mi cuerpo dejara de funcionar mis ojos comenzaron a cerrarse, pude ver como el cuerpo de mis Seekers no respondía, el de muchos ya hacían tirados en el piso con sangre en los oídos mientras se derramaba por sus mejillas, Nátori no paraba de gritar y retorcerse, Aldrich se estaba apoyando de un árbol como si quisiera vomitar mientras se cubría la boca, Justin tenía toda la cara roja, el cuello lleno de sangre y lloraba mientras se mantenía en cuatro patas encima de la tierra, Eun Hae apoyaba su espalda en el tronco del árbol de enfrente en el que estaba Aldrich, gritaba, lloraba, sangraba y se retorcía como un convicto con años de prisión. No soporto este dolor, me tiene temblando y con el nivel de sangre tan bajo que no se si pueda sobrevivir un tiempo más en este planeta.

No sé cuándo, cómo, ni porqué abro los ojos, no me acuerdo haberlos cerrado en ningún momento, levanto mi cuerpo de la tierra y con mucho cuidado estiro mis débiles piernas que contrabajo pueden soportar mi pesado torso, veo mis manos y noto que están llenas de sangre seca, miro a mi alrededor y todos mis Seekers aún permanecen en el piso, sin embargo...hay uno que no logro encontrar... ¿Dónde está Justin?

-JUSTIN- comencé a gritar, de seguro él ya debe de estar despierto, no creo que por arte de magia haya logrado desaparecer, todos se mantenían en el mismo lugar que los vi aunque de diferente forma.-JUSTIN CONTESTAME.

La tierra seguía mojada por donde caminara, de hecho cada vez era más húmeda y espesa, se volvía lodo y al paso del tiempo se hacía difícil sacar pie por pie del fango, comencé a sudar de una manera horrible, las gotas que caían de mi frente me tapaba la vista y hacían que mis ojos ardan, el sol estaba en su punto, tenía sed y hambre, pero la desesperación de saber dónde se encuentra Justin me mantenía despierta y al tanto de todo, aún con mis pocas fuerzas no podía perder un amigo más, a una persona importante para mí, no podía soportar el dolor de tener que ver como otro amigo se va sin decir nada, de una manera injusta e inhumana, tenía la adrenalina al tope.

-JUSTIN COORBACK- vuelvo a gritar desesperada con todas mis fuerzas, apoyo mi mano en el primer tronco que veo y me seco el sudor. Al alzar la mirada veo una cabellera rubia, empapada de agua...es... ¿Justin?... ¿Cómo pude verle la cabellera a Justin rubia si él es castaño?, sacudo mi cabeza de una lado a otro, me restriego los ojos y sin explicación del porqué le vi a Justin un cierto parecido a Stefan, comienzo a caminar hacia el chico sentado en una roca.

-¿Qué haces aquí?-le pregunto tranquilamente, no quiero propiciar una discusión por alejarse del grupo sin supervisión o algún permiso.

-El temblor de la tierra, el movimiento de los árboles, hasta el olor...todo eso lo propicia el desnivel en el propio planeta- dice aterrado.

-¿Qué quieres decir?

-¿No lo entiendes?, alguien ya tiene la Spora, tenemos que apresurarnos.

AisladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora