Capítulo 16

906 71 8
                                    

Estambul - Siglo XVII

Hoy es mi último día en este Palacio, en medio de todas las intrigas y conspiraciones que rodean estas paredes. Es mi último día en Estambul y también mi última oportunidad para ver a mi amada Usako. ¿Debería arriesgarme a visitarla antes de partir? ¿Me recibirá? ¿Darien habrá ido a verla después de mi?

Miro el pequeño cofre que permanece en mis manos con el regalo que he preparado para ella, para que me recuerde, para que no me olvide. No sé si lo aceptará, ni siquiera estoy seguro de que me abra la puerta, pero de todas formas lo dejaré con ella como sea. Un pequeño lazo que nos unirá mientras esperamos que todo se resuelva.

Veo mi habitación que me ha cobijado por mis veintitrés años, el lugar donde he crecido, he aprendido, he sufrido, incluso donde he llorado cuando era sólo un niño asustado y confundido por todo lo que Luna me prohibía. <No se aleje de mi, príncipe>, <No coma cualquier cosa>, <¿Por qué se fue sin mi permiso?>, <Le dije que no fuera ahí, Mamoru>... tantas frases llegan a mi mente, de cosas prohibidas, de momentos tristes, de soledad y más soledad.

Ahora me voy a mi propio Palacio, donde gobernaré a mi manera y de donde se espera mucho o poco de mi, depende de quien sea el interesado. De seguro, Setsuna desea mi fracaso rotundo, incluso Saori que se muestra mucho más tranquila puede sacar las garras en cualquier momento, todo sea en favor de sus propios hijos. No las culpo, al fin y al cabo así es el juego dentro del Palacio, cada uno aboga a favor de su propio bienestar, de su propia espalda, de su propia vida. En algún momento, quizás yo mismo caiga en eso para proteger a quienes amo.

—Mamoru —me llama mi padre desde la entrada—. ¿Todo listo?
—Sí, ya tengo todo preparado para partir.
—Bien. Ya hablamos de esto, Mamoru. Espero que recuerdes cada palabra que te dije.
—Por supuesto. Jamás defraudaré la confianza que ha depositado en mi, padre, se lo aseguro.
—Es bueno saberlo. Eres capaz, has sido educado para esto todos estos años. Confía en ti y en tu corazón, él te guiará por el camino correcto. Nunca olvides a Alá, haz tus oraciones y él te responderá siempre.
—Gracias, padre —digo, bajando la mirada.
—¿Te sientas bien? ¿Necesitas algo? —me pregunta al ver mi repentino cambio de ánimo.
—No, nada en particular. Creo que sólo me he puesto nostálgico... ya sabe...
—¿Por tu madre?
—Sí, he pensado mucho en ella estos días...
—Debes estar tranquilo, Mamoru, ella estaría orgullosa de ti —asegura, acercándose para depositar su mano en mi hombro como acostumbra a hacer cuando quiere darme ánimos.
—¿Usted cree? —le consulto, pensando que quizás exista la posibilidad de comprobar eso.

Por mi mente cruzan tantos pensamientos y el que más me atormenta es la gran diferencia en la personalidad entre Darien y yo. Si ella me conociera, ¿estaría conforme conmigo o se desilusionaría? ¿Esperará más de quien dejó atrás o de quien está a su lado? ¿Se preocupará por mi o me habrá olvidado? Un nudo se forma en mi garganta al pensar todas esas cosas y sobretodo al saber que quizás en unos días podría buscarla, podría verla, podría hacer tantas cosas... mas no sé si sea lo mejor. Darien no me puso ninguna condición, ni siquiera me pidió que esperara a su regreso, sólo quedamos en averiguar juntos las razones tras nuestra separación...

—Por supuesto. Serenity era una mujer dulce, hermosa, cariñosa y refinada. Estaría encantada contigo, con tu educación, con tu personalidad. Eres lo mejor de nosotros dos, Mamoru —me anima mi padre, sonriendo con sinceridad.

El Sultán Endymion es un hombre que llegó al trono con apenas veinticinco años. Se casó con mi madre en contra de todos un año después de convertirse en el más importante del imperio otomano. Unos meses más tarde, ella quedó embarazada, lo que se celebró en todo Estambul con fiesta y regalos para todos. Sin embargo, una guerra en los límites con Krimea lo hizo salir a batalla justo dos meses antes de que ella diera a luz. Beryl, la madre Sultana de ese entonces, la envió al Palacio de Edirne a casi dos días de distancia, según ella para protegerla de alguna conspiración, por lo que le explicó a mi padre a su regreso. Después de eso, nadie más la vio. Luna regresó a Estambul sólo conmigo en brazos y con la localización de una tumba en Edirne. Mi muñeca lleva la marca del primogénito, ya que soy el primer hijo del Sultán, pero ahora me pregunto si en verdad lo soy.

¿Amor o Deseo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora