Capítulo 24

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Estambul - Siglo XVII

Besar a Usako es una experiencia maravillosa. Quisiera seguir haciéndolo por toda la eternidad, desearía tanto que ella fuera mi mujer más allá de ser el heredero al trono de un inmenso imperio, solo anhelo estar a su lado en tranquilidad, en paz, para disfrutar de un amor sincero y real. Pero... sé que eso es prácticamente imposible. ¿Por qué? Porque yo jamás seré libre, nunca podré vivir sin amenazas, y tan solo pensar en la posibilidad de que le hagan daño a ella, detiene todas mis esperanzas... todas.

Sus labios me han permitido saborearla a plenitud y su cuerpo se ha entregado a mis sutiles caricias sin poner restricción, podría seguir, podría avanzar hasta donde yo quisiera, pero nunca sería capaz de mancillar su honor de esta manera, mucho menos sin tener la certeza de sus sentimientos. Usako... Serena... ella valdría todos los esfuerzos por conquistarla, pero también vale todos los sacrificios por salvarla.

Mis dedos arden contra la piel de la palma de su mano y un cosquilleo se extiende por mi cuerpo tenso debido al deseo. No puedo seguir exponiendola de esta manera, quizás esta sea la última vez que la bese así, con este ímpetu, con este ardor, con esta intensidad que se ha apoderado de mi y me atrevo a creer que también ha sido así para ella, que se ha dejado conducir sin poner ninguna resistencia, enredando su dedos en mi cabello, presionando sus manos en mi espalda, abriendo sus labios para profundizar nuestra apasionada unión.

Es hermosa... más de que lo que quisiera en este momento, pues me hará más difícil hacer lo que tengo que hacer.

—Usako... —susurro su nombre contra su oído y soy testigo de como su piel se eriza al contacto de mi aliento caliente—. Te amo... más que a mi mismo.

La miro a los ojos, juntando mi frente a la suya y le sonrió con melancolía. Desearía cerrar los ojos y despertar unos años más tarde con ella entre mis brazos, en una casa en el campo, sin miedos, sin amenazas, sin incertidumbres. Pero, eso no es posible, y esta es la vida que nos tocó vivir. No puedo dejar de lado mi posición, no puedo traicionar a mi padre ni al imperio, no me es posible arrancar del destino que Alá me impuso. ¿Seré el primogénito? Mi madre aún no nos dice, sin embargo, creo que a estas alturas eso ya no es importante. No puedo arrebatarle a mi hermano su libertad para vivirla yo, no puedo pedirle que se sacrifique por mi, mucho menos puedo permitir que se aparte de la única mujer que ha llamado su atención, porque así es como me lo hizo ver en Manisa... <Serena, la mujer que Alá me envió>, eso fue lo que me dijo. ¿Cómo puedo dejar que el se haga a un costado por mi? Aunque no quiera aceptarlo, Usako sería más feliz a su lado que al mío, sería libre, no estaría atada a ceremonias y etiquetas, además, podría seguir desarrollando su trabajo de la manera magnífica que lo hace ahora. En cambio, en el palacio, ¿qué hará?

<Alá, dame valor para hacer lo que tengo que hacer, por favor...>

—Mamoru... yo también... —intenta decir ella en medio de su respiración agitada, con sus mejillas dulcemente sonrojadas, lo que me quita el aliento y atraviesa mi corazón con tristeza, sin embargo, la silencio con un beso casto, demasiado puro para los que nos hemos dado recién.
—No es necesario, Usako.
—Pero... yo...
—Te amo, pero no tengo derecho a obligarte a sentir lo mismo.
—¿Por qué crees eso? —me pregunta, frunciendo el ceño y apretando sus labios de una forma hermosa, lo que me hace sonreír.

Entrelazo mis dedos con los suyos que son tan delicados y, sosteniendo mi peso, acaricio el borde su rostro, retirando los cabellos que cruzan sus mejillas, dejandolos tras su oreja. Siento su mirada intensa, esperando mi respuesta, pero pareciera que las palabras se han esfumado de mis labios y solo ha quedado mi deseo por detener el tiempo en ese instante maravilloso. Sin embargo, el tiempo avanza inexorable, y solo puedo vivir en una ilusión que jamás llegará a realizarse.

¿Amor o Deseo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora