Capítulo 18

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Estambul - Siglo XVII

El viaje hasta Esmirna fue más largo de lo esperado. Después de despedirme de Serena, toda mi atención se dirigió absolutamente al asunto pendiente con Mamoru y la posibilidad de que fuera mi hermano, estaba desesperado por llegar a casa pronto, porque intuía que él iría a ver a mi madre, era obvio, no podía negarle esa oportunidad que le había sido arrebatada desde un comienzo. Aún así, era extraño para mi imaginar a mi dulce madre acariciando los cabellos de otro hijo, que sus ojos se conectaran con los de él y que su abrazo no fuera para mi. Eran veintitrés años solo, siendo su centro de atención, su único eje en la vida. Y es ahora cuando me pregunto, ¿en verdad era yo su único hijo? ¿Será cierto que jamás lo buscó de ninguna forma? ¿Se habrá desentendido absolutamente de él? O, ¿quizás no era tan así?

El viento juega con mis cabellos tal como me gusta, pero aún así no logra quitar de mi la inquietud de imaginar a Mamoru disfrutando de la compañía de mi madre. No es que sea egoísta, solo es la preocupación de sentirme desplazado a estas alturas, cuando siempre fui el único... es extraño. El estómago se me aprieta y esta sensación es molesta, así es que mejor dejo de pensar, de todas formas, estoy a unas horas de estar en casa una vez más.

Después de atracar en el muelle, corro como siempre por las calles del pueblo, directo a aquella habitación donde ella me espera. Sin embargo, y como ya temía, no hay nadie ahí. Por primera vez en mi vida mi madre no está en la sala, bordando como todas las veces que llegaba de un viaje. De pronto, oigo su risa proveniente del pasillo y al girarme sobre mis pies, la imagen con la que me encuentro es desconcertante. Mamoru viene tomado de su brazo, sonriendole y ella tiene toda su atención en él, mientras le habla de algo que no logro escuchar. Estoy tan impactado de su conexión que me quedo mudo en el umbral de la puerta, helado, lo único que se mueve dentro mío es mi acelerado corazón. Primero Serena y ahora mi madre... ¿Acaso Mamoru será mi enemigo?

—¿Darien? —escucho a mi madre llamarme en medio de mi trance —. ¡Darien!

Su voz es tan especial, que aún cuando esté perdido en los laberintos de mi mente, ella logra sacarme de ahí con su dulzura. Corre a mi lado, abrazándome con la calidez que a ella tanto la caracteriza, quitando todos los miedos de mi corazón y yo instintivamente recuesto mi cabeza en su pecho, por lo que comienza a acariciar mis cabellos. Ella huele siempre a rosas, ese es el aroma de mi madre y lo amo, amo ese olor.

—Madre... ¡cómo la extrañé!
—Yo también te extrañé, hijo. Que bueno que Alá te trajo una vez más a mi lado —me dice, tomando mis mejillas para dejar un beso en mi frente.
—Pero... veo que tiene compañía —suelto sin poder evitarlo, mirando a Mamoru que nos observa desde el pasillo aún. No logro descifrar su rostro, es como si nos mirara asombrado de vernos así, no sé si eso es bueno o malo.
—Ah, sí...
—Hola, Mamoru —lo saludo con cierta distancia.
—Darien... que bueno verte otra vez.
—Es mi casa, iba a llegar tarde o temprano.
—Hijo... —me llama mi madre, tomando mi mejilla para tener mi atención, mirando directo a mis ojos—. ¿Imaginas quién es Mamoru?
—Yo... creo que sí.
—Es tu hermano... es mi hijo, igual que tú... nacieron el mismo día, hace veintitrés años...
—Madre... —digo, como en una súplica para que no continúe. Tengo temor de lo que diga después. Me da pánico saber que pertenezco a ese mundo al que jamás me sentí cercano.
—Sí, Darien... eres hijo del Sultán... —me afirma aquello que no quería oír.
—No... por favor...
—Lo siento tanto, Darien. No te preparé para este momento como debía. En realidad, nunca supe como manejar el asunto. Tenía tanto miedo, tantas dudas...
—Pero, usted sabe que soy libre, madre. Yo no puedo vivir como vive él —aseguro señalando a Mamoru, que me mira desconcertado por mi actitud.
—Darien... —me llama quien desde ahora sí es mi hermano—. Nadie quiere que vivas mi vida, pero debemos averiguar algo muy importante. ¿Por qué nuestra madre tuvo que separarnos? ¿Recuerdas?
—Les diré todo lo que sucedió, todo... pero, aún así yo no tengo todas las respuestas. ¿Nos darás una oportunidad, Darien? —me pregunta con temor a que me niegue, acariciando mis manos con dulzura, esperando mi respuesta.
—Está bien —acepto, dejándome llevar por sus hermosos ojos.

¿Amor o Deseo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora