Capítulo 2

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Estambul - Siglo XVII

Estoy nerviosa, demasiado nerviosa por estar frente al príncipe. Él me mira con toda la intención de responder mis preguntas, dejando abierta la puerta de su alma a través de sus ojos transparentes. Es tan perfecto que parece un ángel caído del cielo... sus facciones están talladas por el mismísimo Alá y la sonrisa que se dibuja en sus labios es demasiado hermosa, tal como el brillo de sus iris azules, tan azules como el zafiro que trabajo en mis joyas. Suspiro varias veces antes de siquiera poder articular una palabra, haciendo plegarias silenciosas para poder tener el valor suficiente de enfrentar aquella situación tan particular. En la mañana pensaba que jamás conocería el Palacio y mucho menos al príncipe, y ahora estoy aquí sentada frente a él para hacerle un anillo.

—¿Qué le sucede, Serena? ¿No preguntará nada? —me consulta de pronto con notoria de duda.
—Eh... sí, perdón... —respondo con los nervios a flor de piel. Decido bajar la mirada, para evitar verlo y aprieto la tela de mi vestido para darme valor—. ¿Qué... qué le gusta? —formulo al final, sintiéndome una total estúpida al estar actuando de esa forma.
—¿Gustarme? —pregunta Mamoru, mirando al cielo como buscando la respuesta—. Una de mis pasiones es la música... me gusta tocar el violín.
—Debe hacerlo fantástico —aseguro, aún sin conocerlo. Es el príncipe, ¿qué podría costarle aprender, si tiene a su disposición los maestros que necesite?
—No lo sé. Es algo que hago por mi cuenta, no me está permitido hacer cosas distintas a mi futuro puesto como Sultán, por eso es mi secreto.
—¡Oh! ¿Por qué me lo cuenta, entonces? —inquiero alarmada por su sinceridad.
—Porque me preguntó que me gustaba hacer y no puedo mentirle, después de todo hará un trabajo para mi.
—Yo... agradezco su honestidad —acepto, bajando la cabeza una vez más—. ¿Su madre?
—Ella murió cuando nací, nunca la conocí, sólo gracias a las pinturas que aún guarda mi padre.
—¿La Sultana no es su madre?
—No, todo sucedió hace más de veinte años ya, la gente debe haber olvidado la historia —responde, poniéndose de pie, rodeando el escritorio, caminando por la habitación—. Mi padre tuvo más hijos con sus demás concubinas, una de ellas es la Sultana ahora.
—¿Tiene hermanos de madre?
—No, fui hijo único.
—¿Cómo se lleva con sus demás hermanos?
—Bien... al menos por ahora —revela, un tanto cabizbajo.
—¿Cree que algún día llegue a ser el Sultán? —sigo preguntando sin siquiera darme cuenta de lo que hago, llevada por la curiosidad que él me ha permitido tener.
—Quizás... para eso estoy aprendiendo —señala y luego camina hacia a mi, acortando nuestra distancia.

Un tanto alarmada veo que Mamoru se reclina un poco, mirando mi cuello, lo que me pone aún más nerviosa de lo que ya estoy, provocando que un escalofrío recorra mi cuerpo tembloroso. En vano intento calmar mi respiración, y siento como mi corazón está a punto de estallar debido a su latir desbocado. Todo es peor aún cuando su mano acaricia sin ningún reparo o vergüenza el collar que llevo puesto, mirando fijamente su estructura. Debido a la cercanía, su aroma me invade por completo, transportándome a un bosque de robles.

—¿Lo hizo usted o su padre? —me pregunta como si fuera muy normal acercarse a una joven de esa manera.
—Yo... —respondo casi sin voz debido al nudo en mi garganta.
—Es hermoso.
—Gra-gracias... son amatistas...
—Bella gema, pero el trabajo es exquisito —agrega, dejándome muda por completo.

Sus ojos se han posado sobre los míos, indagando en ellos por una respuesta a una pregunta no formulada. Me observa como si quisiera ahondar en lo profundo de mi alma, y me siento embrujada por el poder de su mirada. Es tan perfecto que ni siquiera soy capaz de mover un solo músculo de mi rostro, totalmente indefensa ante lo que piense hacer. ¡Por Alá! ¿Qué es lo que me sucede hoy? ¡Jamás he actuado así! Siempre he estado rodeada de hombres, pero nunca uno me hizo sentir esto. El calor de mi cuerpo se incrementa, sintiendo cómo hace arder mis mejillas, llamando la atención del príncipe sin querer.

¿Amor o Deseo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora