Capítulo 21

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Ser libre al fin me produce una sensación muy extraña, quizás estoy tan acostumbrado al palacio, a cuidar mi espalda, a ignorar las palabras fingidas, que disfrutar de esta libertad es un tanto abrumador para mi. Camino entre la gente sin que nadie me reconozca, claro, vengo sin escolta y sin las típicas ropas de un príncipe, ni siquiera el anillo de mi amada Usako puedo llevar en mi mano, así es que lo traigo colgado del cuello oculto bajo mi ropa, no me lo sacaría por nada del mundo, es mi conexión con ella y es lo que me impulsa a seguir adelante con este plan.

El lado bueno de todo esto ha sido conocer a mi madre... eso si que es algo impagable. La sensación de estar a su lado, de grabar en mi memoria su aroma a rosas, de poder recordar el hermoso color celeste de sus ojos que tanto había mirado en las pinturas y que ahora es tan real, tan intenso, tan vivo. Sonrío feliz por el recuerdo que llevo conmigo de ella, de sus abrazos, de sus caricias en mis cabellos como si fuera un niño pequeño, de su armoniosa voz llamándome hijo... ¿se puede recuperar el tiempo que perdimos durante veintitrés años en tan solo tres meses? Sí, se puede, increíblemente se puede. Ni siquiera podía estar a su lado todos los días por mis responsabilidades que tuve que cumplir a cabalidad en medio de todo el caos que fue armar un plan junto con Darien y nuestra madre, pero el tiempo que tuvimos a solas fue hermoso y fantástico. Me sentía como en una burbuja de la que no quería salir, de la que deseaba disfrutar lo más que pudiera.

En Edirne pude visitar el palacio donde ocurrieron todos los trágicos sucesos que nos llevaron a la separación. Caminé en su interior, buscando respuestas y, a pesar del tiempo, hay cosas que no se pueden ocultar. Encontré pasadizos que jamás había visto y uno en particular llamó mucho mi atención, si no me equivocaba, daba directo a los aposentos que debió usar mi madre cuando nos dio a luz. Quizás alguien más sabe de nosotros, pero, ¿quién? Ella dijo que ese día todos estaban en el Palacio Topkapi, sin embargo, ahora estoy dudando de que así fuera. Tal vez quien se quedó atrás ese día, supo de nuestro nacimiento y se ha estado ocultando todo este tiempo, esperando a que la bomba estalle, para hacer su jugada. Debemos tener cuidado, demasiado cuidado. Cualquier paso en falso sería nuestra sentencia y nos podría costar hasta la vida a todos los involucrados, lo que incluye a mi madre y a Usako... no, no podemos equivocarnos, debemos estar un paso más adelante, debemos lograr descubrir la verdad, sino quiénes están detrás de todo esto habrán vencido, quedándose con lo que han esperado por todos estos años.

Vil poder... ese es el objetivo obvio de quien nos ha hecho todo este daño. El poder es capaz de enceguecer a cualquiera, llevándolo a cometer tales atrocidades como el querer asesinar a la sultana, madre de los príncipes herederos. Pero, si ese era su objetivo real, ¿por qué mantenerme con vida? Me tuvieron en sus brazos cuando mi madre tuvo que esconderse con Darien para que no descubrieran su mentira, pero aún así me dejaron vivir... vivir entre comillas, ya que los años que pasé dentro de aquel palacio no se puede considerar una vida plena y satisfactoria. No, muy por el contrario, fue una vida reducida a la soledad y a las paredes de mis aposentos, siempre con el temor de que cualquier día alguien buscara envenenarme.

Pero, ahora eso no importa, ya soy capaz de ver bajo sus intenciones con solo mirarlos a los ojos. Dentro de una semana estaré otra vez ahí, pero ahora con la mente más abierta que antes, dispuesto a desenmascarar a nuestros enemigos, a los traidores del imperio, porque quienes nos hicieron este daño, han traicionado al Sultán, y de las consecuencias de eso no podrán huir, no, porque hasta Alá estará de nuestra parte.

Usako... ¿cómo estarás? ¿Serás capaz de enfrentar a las víboras del palacio? Sí, eres capaz, muy capaz. Si tuviste la valentía de ayudarnos, de insistir en reunirnos, de incluso hacerte a un costado por nosotros, estoy seguro de que eres la indicada para esto. Creo que aún no te das cuenta de tu hermoso don, pero tú ves más allá del cuerpo, ves el corazón y el alma de las personas, por eso pudiste diferenciarnos, por eso lograste convencernos. Eres maravillosa y lo supe en cuanto te vi dándole aquella manzana a ese niño hambriento. ¿Sabes? Te vi varias veces hacer lo mismo, caminabas por el mercado haciendo tus compras, pero jamás descuidabas los detalles, nunca pasaste por alto a cualquier niño que se te acercara, siempre estabas dispuesta incluso a ponerte a su altura para acariciarlos y darles lo que les hiciera falta. Todas las veces que hiciste eso mi corazón saltaba dentro de mi pecho, lleno de emoción, sabía que eras la indicada, estaba seguro de que serías una gran Sultana, la mejor de todos los tiempos, porque tu esencia no se habría formado en el palacio, no, tu esencia es libre, es generosa y abnegada.

¿Amor o Deseo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora