Capítulo 32

528 90 19
                                    

Estambul - Siglo XVII

Me quedo estática, aferrada a los brazos de la sultana Saori, mirándola a los ojos en busca de que niegue de alguna forma lo que está pasando, pero nada sucede así. Ella solo me observa con ojos furiosos porque la he detenido, tirando para que la suelte. Sin embargo, no puedo ser débil en este instante, no, debo sacar fuerzas de mi interior, a pesar del miedo que siento.

—¿Por qué? —le pregunto, desafiándola con el ceño fruncido—. Si tiene el antídoto con usted, démelo de inmediato para poder salvar a la sultana Serenity.
—¿Crees que soy tan estúpida? Es obvio que no lo traigo conmigo. Además, ella ya no es sultana, en cambio, yo sí, y por eso, pagarás la osadía que estás cometiendo al detenerme de esta manera. ¿Quién te crees que eres?
—No dejaré que se vaya. Usted es la culpable de toda la desgracia tras los hijos del Sultán. Dígame cómo salvarla, si quiere salir de aquí.
—¡Jamás! Vine hasta aquí para terminar con lo que inicié hace 23 años. ¿Qué te hace pensar que le haré caso a una chiquilla que no es nadie aquí dentro? ¡Suéltame!
—¡No! ¡Seiya! —grito, pensando que quizás pudo venir a custodiar la puerta, pero nadie entra—. ¡Por favor! ¡Alguien que me ayude!

Desesperada, tengo que soltarla, ya que Serenity agoniza en la cama, casi sin respirar, su piel se está poniendo pálida y ahora ella es más importante que Saori. Corro hasta la orilla y toco su mejilla fría, llenándome de terror.

—Sultana Serenity, por favor... reaccione, debe ser fuerte, sus hijos la esperan.

Me maldigo por dentro. Es evidente que ella no tiene ningún control sobre la situación. Me siento tonta e inútil, pero no más. Camino por la habitación, dirigiéndome a la mesita donde están las cosas de comer y sirvo un vaso de leche. Me acerco a donde la sultana y busco en su vestido, ya que debe traer algún tipo de antídoto para estas situaciones. De pronto, doy con una pequeña cajita, la abro y huelo su contenido. Es bicarbonato de sodio, estoy segura. Lo mezclo con la leche y tomando a Serenity por los hombros, la alzo para que beba el preparado. Ella bota la mayor parte por la comisura de sus labios, pero alcanza a beber un buen sorbo. Acerco con mi pie la palangana que está en el suelo y sin soltarla, le coloco el recipiente delante suyo. Las arcadas no se demoran mucho en aparecer y comienza a vomitar de forma explosiva, devolviendo todo el contenido de su estómago.

No tengo idea donde está Saori, por ahora mi atención está sobre Serenity, después puedo hablar con Mamoru para explicarle lo que ha sucedido. Cuando al fin la sultana se ha detenido a respirar, limpio su rostro con un paño y dejo que descanse un poco, porque ahora que ha dejado de vomitar debo darle agua, mucha agua para que el veneno que no expulsó se disuelva. Sin embargo, la puerta se abre de par en par, justo cuando me estoy poniendo de pie. Me quedo estática en el lugar cuando veo entrar al Sultán con su rostro descompuesto. Detrás de él viene Seiya quien trae a la sultana Saori escoltada para que no escape. Me arrojo al suelo ante la presencia del Sultán, sabiendo que no puedo dejar de lado el protocolo, aún en esta situación.

—Serenity... —murmura con desesperación, acercándose a la orilla de la cama—. ¡Alá! Quise protegerte y fue para peor. ¡Oh, Serenity!

Su amor por ella es tan evidente que una sonrisa se asoma a mis labios a pesar de la situación tan traumática. Puedo respirar un poco más tranquila ya que ella ha vuelto a tener un poco de color en sus mejillas. No habla, pero al menos lo mira a los ojos para calmar su corazón.

—Serenity, la luz de mis ojos... no tienes idea cuanto te extrañé. Perdona, perdona si antes te trate mal, no quise hacerlo, pero debía fingir para que las verdaderas arpías dieran la cara —le explica, acariciando su mejilla—. Serena... —me llama de pronto y yo solo alzo mi cabeza sin dejar de estar arrodillada en el suelo—... gracias por ayudarla.

¿Amor o Deseo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora