Capítulo 29

614 95 26
                                    

Estambul - Siglo XVII

Toda la situación dentro del harén me ha dejado sin aliento, pero debo ser fuerte. Estoy dando demasiadas pistas y no puedo ser tan evidente, debo ser capaz de enfrentar a Setsuna, pero primero debo ganarme su confianza. Intento concentrarme en todo lo que se avecina, ya que queda mucho de fiesta aún, cuando siento una mano tomar mi hombro.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta con suavidad.
—Mina... pero, tú...
—Debes regresar ahora, Serena. No puedes permitir que Setsuna se dé cuenta de tu relación con Mamoru.
—¿De qué hablas? —inquiero asombrada de sus palabras. Hace un minuto estaba segura de que ella estaba dolida, incluso, pensé que se había sentido muy mal por haber sido rechazada en forma pública.
—Ve adentro. Yo tengo que cambiarme, pero después volveré a la fiesta.
—Pero, Mina, tú... ¿no te afectó lo que sucedió ahí dentro?
—No, no te preocupes por eso. Estaba todo preparado, debía ser así. Mira, no puedo decirte mucho ahora, pero solo puedo asegurarte que debes confiar en Mamoru. Él tiene un plan preparado, y, aunque no sé aún cuál es, me pidió que hiciera lo que Setsuna me ordenara, pero que debía ser fuerte si quería ayudarlos.
—¿Nos ayudarás?
—Por supuesto. Quiero saber la verdad, estoy segura de que Mamoru no es el mismo príncipe que me recibió. Y yo tengo que encontrar a ese príncipe —asegura con gran convicción en sus facciones.

Habla de Darien, pues él era quien estaba en el palacio cuando ella llegó, Mamoru aún no regresaba de Edirne. ¿Eso quiere decir que está interesada en Darien? ¡Alá! ¿Cómo reaccionará al saber que él no es el príncipe en verdad? Imagino que ya debe sospecharlo, pero aún así no tiene idea qué clase de vida lleva Darien. ¿Aceptará que sea un capitán de barco y no quien ella cree que es? Después de todo, Mina es una señorita de la nobleza, jamás debe haber pasado alguna necesidad o algo parecido. Además... Darien...

—Está bien, volveré adentro como dices —acepto, mirándola a los ojos, viendo como sonríe al ver mi cambio de actitud.
—Eso es. Hazlo por Mamoru, creo que hoy necesitará de tu ayuda más que nunca. Vamos, nos vemos después. No te preocupes mucho si me ves triste, debo seguir fingiendo.

La veo perderse en el pasillo una vez más, dejándome sin habla. Es impresionante, fue capaz de engañar a la mismísima sultana en su propia cara. En verdad le creí su tristeza, pensé que Mamoru la había hecho sentir muy mal y eso me hizo sentir culpable a mi. Pero, al final todo era parte del plan que tiene el príncipe. ¿Qué más cosas tendrá preparadas?

Respiro profundo y boto el aire contenido de golpe, armándome de todo el valor que necesito. Hago un ruego silencioso a Alá y comienzo mi camino de regreso al harén. Toco la puerta y el aga me abre de inmediato, señalándome el asiento al lado de la sultana una vez más. Trago saliva lo más disimulado que puedo, regresando otra vez a ese lugar. De reojo miro a Mamoru, que no me saca la vista de encima, y puedo apreciar que aprieta sus manos sobre sus piernas en demostración de la frustración que debe estar sintiendo. Sabe como me he sentido, lo sabe...

—¿Te sientes mejor, Serena?
—Sí, muchas gracias. No estoy acostumbrada a estos eventos tan populosos. Disculpe mi descortesía.
—No te preocupes, entiendo tu malestar.
—Agradezco mucho su comprensión —digo, haciendo una reverencia antes de sentarme.
—¿Eres casada, Serena? Podrías estar embarazada, digo, por el mareo que acabas de tener —me insinúa Setsuna, mirando el baile que hacen unas chicas en medio del harén.
—No... aún soy soltera, Sultana.
—Ay, que lástima. Habría sido interesante. Mi nuera Petzite y tú embarazadas al mismo tiempo.
—Que la señorita Petzite esté embarazada es todo un acontecimiento —aseguro, intentando desviar su atención.
—¿Quién eres? Disculpa que suene desagradable, pero nunca te había visto en el palacio —me dice de pronto su nuera, que ha estado escuchando nuestra conversación.
—Ella es la señorita Serena, es orfebre y está aquí para hacer tu regalo, Petzite.
—¿Mi regalo?
—Sí. Verás, su trabajo es espléndido —acota, señalando el collar que lleva puesto y que es el que fabriqué para ella—. Supuse que también sería de tu agrado.
—¡Es magnífico! —exclama, poniendo ojos brilloso de la emoción—. Oh, en verdad te agradecería que hicieras algo tan bello para mi.
—Por supuesto. Traje algunas gemas y muestras para que usted pueda elegir.
—¿Podemos verlas ahora mismo?
—Si la Sultana lo permite...
—Adelante.

¿Amor o Deseo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora