Parecía un cuento de hadas hecho realidad.
Hacía sólo tres meses, tenía que trabajar duramente en San Francisco para poder llegar a fin de mes. Desde hacía una hora, tras su boda con el barón Nicholas Jonas, se había convertido en toda una baronesa.
Selena Gomez miró a su marido, que conversaba animadamente con una copa de champán en la mano, rodeado de un grupo de mujeres jóvenes en aquel espléndido salón de su castillo, en el norte de Suecia.
Estaba muy atractivo con su elegante esmoquin y su cabello castaño. Y ella era su esposa.
Tenía motivos de sobra para sentirse feliz. Sin embargo, contemplando a Nick, sintió una especie de desazón.
—Una boda maravillosa, señora Jonas —le dijo su padre con una sonrisa—. Pero te veo un poco desmejorada estos últimos días, hija mía. ¿Has estado enferma o algo así?
—Es su noche de bodas, tonto —replicó la madre—. ¡Nuestra hija está maravillosa!
—¡Pero si está en los huesos! —dijo él mirándola de arriba abajo.
—Yo también me puse a régimen cuando nos casamos, para que me sentara mejor el vestido de novia. Pero, claro, eso fue antes de que tuviera a nuestra hija —dijo la madre con nostalgia—. Y por el amor de Dios, Brian, déjala que presuma de buen tipo, ya tendrá tiempo de ponerse gorda —añadió pasándole afectuosamente la mano por la cara.
Pero Selena ni siquiera sonrió a su madre como era habitual en ella. Tampoco le dijo que no había hecho nada para tratar de adelgazar.
Se limitó simplemente a recordar los continuos halagos de Nick. Él la encontraba siempre perfecta en todos los sentidos.
Pensó que su inquietud sería debida a los nervios de la boda. Pero se sentía cada vez más mareada. ¿Sería porque no había comido nada desde el día anterior? ¿O tal vez porque le apretaba demasiado el vestido de novia?
Debía sentirse tan feliz y dichosa como la Cenicienta, toda de blanco y con su rutilante diadema de brillantes sobre el largo velo de encaje. Pero se sentía fuera de lugar en aquel castillo.
Su madre, tenía muy buen ojo con su hija, no se le escapaba una. Pronto comenzaría a hacerle preguntas y ella no sabría qué responderle.
Dejó su copa sobre la bandeja del camarero que pasaba en ese momento.
—Voy a salir a tomar un poco de aire fresco.
—Te acompañamos.
—No, por favor. Será sólo un minuto. Necesito estar sola...
Se volvió y salió del salón. Caminó a través de los largos y desiertos corredores del castillo hasta llegar a la gran puerta medieval.
Era una noche fría de invierno.
Cerró la puerta de golpe tras de sí, produciendo un sonido cuyo eco retumbó a lo largo y ancho de los fantasmales jardines nevados del castillo.
Cerró los ojos e inspiró profundamente. Sintió el aire gélido de febrero en los pulmones.
Sí, estaba ya casada, pero... Siempre había pensado que sentiría... otra cosa.
A sus veintidós años, había empezado a despertar la compasión de sus amigas. Le decían a menudo que era demasiado exigente, qué estaba esperando, que si todavía creía en el Príncipe Azul. Pero ella se había mantenido firme, sin querer conformarse con el primer pretendiente que le saliese.
Había querido esperar hasta encontrar su gran amor.
Nick había aparecido un buen día en el restaurante de San Francisco donde ella trabajaba en el turno de mañana. Se había sentado a la barra y había pedido el desayuno especial.
San Francisco era una ciudad pintoresca y cosmopolita, muy diferente del pequeño pueblo costero del sur en el que ella había crecido, pero incluso allí, un hombre como Nick no pasaba desapercibido. Era un aristócrata rico y apuesto, afincado en Oxford, y que tenía su propio castillo medieval en Suecia.
Desde el primer instante en que se conocieron, Nick había tratado de intimar con Selena por todos los medios.
Ella estaba acostumbrada a que los hombres la asediasen, aunque nunca había demostrado el menor interés por ninguno.
Pero Nick era increíblemente romántico y sus atenciones y galanteos la habían conquistado.
Hacía una semana que le había propuesto matrimonio.
—No puedo esperar un día más, quiero que seas mi esposa hoy mismo.
Ella había aceptado y él, a regañadientes, había accedido a esperar una semana para que pudiera asistir su familia a la boda.
Aunque ella había expresado su deseo de que fuera un boda íntima en su ciudad natal, él había decidido hacer una boda por todo lo alto en su castillo de Suecia y lo había arreglado todo para que sus padres y su abuela pudieran volar hasta allá.
Había sido una boda espectacular. Y esa noche, harían el amor por primera vez.
¿Era eso por lo que estaba nerviosa? ¿Por qué?, se dijo ella. No había ninguna razón.
Sin embargo, al recordar la promesa que le había hecho a Nick de estar junto a él toda la vida, sintió un escalofrío que nada tenía que ver con el frío polar que hacía en el exterior.
Se acababa de casar con el hombre de sus sueños. ¿Por qué sentía tanto miedo? ¿Por qué tenía ganas de huir de allí?
Cruzó el puente sobre el foso helado y se encaminó hacia el jardín, que ofrecía un aspecto silencioso y fantasmal, todo cubierto de nieve. Avanzó, arrastrando la cola de su maravilloso vestido blanco de tul, levantando pequeños copos de nieve que brillaron cual diamantes a la luz de la luna.
La noche era oscura.
Levantó la vista y se quedó sorprendida al ver unas franjas de luz de color verde pálido surcando el cielo. La aurora boreal. Ella nunca había visto nada igual. Era tan hermoso y a la vez tan extraño... Parecía algo mágico. Cerró los ojos.
—Por favor, que tenga un matrimonio feliz —dijo elevando una plegaria al cielo.
Pero cuando abrió los ojos, las luces de la aurora boreal habían desaparecido y el cielo estaba negro y vacío.
—Así que tú eres la novia —dijo entonces una voz profunda a su espalda.
Selena se volvió produciendo un escalofriante sonido al rozar su vestido sobre la nieve helada.
Un hombre, estaba de pie junto a tres vehículos todoterreno en el sendero de grava del jardín. Tenía el cabello corto. La pálida luz de la luna iluminó un chaquetón negro.
Junto a él, crecía, entre ramas de muérdago, un solitario rosal lleno de escarcha y hielo.
Selena comenzó a temblar como si hubiera visto un fantasma.
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El Secuestro {Jelena}
FanfictionSi alguno de los presentes conoce alguna razón por la que este matrimonio no deba seguir adelante, que hable ahora o... Justin Bieber no se iba a limitar a protestar por la boda de Selena Gomez. Iba a secuestrar a la hermosa novia para llevarla a su...