Capítulo 8 {Segunda Parte}

540 57 4
                                    

Sólo pudo ver las buganvillas de color fucsia a la sombra de las nubes que eclipsaban pasajeramente al sol.

—Selena —le dijo él con una media sonrisa—. Te estoy viendo.

Ella, ruborizada, dio entonces un par de pasos hacia adelante.

—¡Ah! ¡Hola! —dijo visiblemente avergonzada—. No te había visto.

—Vamos, baja. Quiero enseñarte algo.

Pero ella no le hizo caso.

—¿Qué es? —exclamó ella inclinándose ligeramente en la barandilla de la terraza.

A decir verdad, lo que él quería enseñarle era su cama, que lo viera desnudo y que supiera el placer que él podía darle acariciando cada palmo de su piel con la lengua. Pero sabía que todo eso tendría que esperar.

—Mi casa —dijo él con mucha naturalidad—. Puede que tengas que quedarte aquí por un tiempo y sería conveniente que la conocieras bien.

—Gracias, pero me quedaré aquí. En mi habitación.

«Donde estoy más segura», pareció dar a entender por el tono de su voz.

—Vamos, Sel —dijo él muy cordial—. No estás en una prisión. No veo ninguna razón por la que no puedas disfrutar de esta casa estando aquí conmigo. Baja un momento.

—No, te lo agradezco de verdad, pero... Hasta luego.

Selena se metió en su dormitorio.

Estuvo a punto de soltar una carcajada. Seducirla iba a resultar aún más fácil de lo que había pensado. Si obraba con astucia, la tendría rendida en su cama antes del mediodía.

Si ella no bajaba, él subiría por ella. Silbando una vieja canción, entró en la casa y se dirigió por el pasillo hacia las escaleras. Pero, en ese instante, sonó su móvil.

—Bieber —respondió él.

—Déjame hablar con Selena —le dijo Nicholas Jonas.

Al oír esa voz malhumorada, Justin cambió el rumbo de sus pasos y se dirigió a su despacho privado. Se acercó a la ventana con vistas al mar y respondió con frialdad:

—¿Has arreglado ya lo del divorcio?

—Prácticamente. Estoy en Las Vegas. He firmado todos los papeles. Puedes darlo por hecho. Ahora, déjame hablar con ella.

—No —respondió él con firmeza.

Iniciar un proceso de divorcio no significaba nada. Los dos lo sabían muy bien. Hasta la resolución final, podía anularse en cualquier momento. Justin se sentó en la silla.

—Te lo exijo —dijo Nicholas muy enfadado.

—Podrás hablar con ella cuando cerremos el trato.

—¡Maldito seas! ¿La has tocado? ¡Dímelo! ¿La has besado?

—Sí —respondió Justin saboreando el momento.

—¡Eres un malnacido! ¿Y qué otra cosa has...?

—Sólo un beso —le cortó Justin, aunque añadió de forma malévola—: De momento.

—¡Cerdo asqueroso! ¡No te atrevas a tocarla! ¡Ella es mía!

—Concluye los trámites del divorcio y devuélveme a Miley lo antes posible. Si no, me olvidaré de mis deberes como anfitrión y me divertiré con tu presunta novia. Gozaré de ella hasta que se olvide de su nombre.

—¡No te atrevas a tocarla, malnacido! —exclamó Jonas casi gritando—. Ni se te ocurra.

Justin colgó, con una sonrisa de satisfacción. Luego oyó un ruido y se dio la vuelta.

Selena estaba de pie junto a la puerta.

—¿Lo has oído todo?

—Acabo de llegar... bajé a ver... —dijo Selena con la voz entrecortada—. ¡Intentaste seducirme sólo para vengarte de Nick! Tu promesa de no volverme a besar fue una sucia patraña.

—No, Selena, escucha...

Ella se tapó los oídos con las manos.

—No trates de engañarme. Eres un mentiroso —le dijo ella retrocediendo hacia la puerta—. ¡Eres igual que él!

Se volvió y salió corriendo del despacho.

El Secuestro {Jelena}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora