Selena sintió sus labios duros y calientes. Apretó las manos instintivamente contra su pecho para tratar de apartarlo, pero él la agarró por la espalda para atraerla hacia sí y la besó con fuerza. Al sentir su lengua, ella sintió una súbita sacudida de placer que la dejó sin aliento. Sintió que el mundo era un torbellino girando alrededor de ellos en una oleada de deseo como nunca había experimentado antes. Se embriagó en la dulzura de su aliento y en el sabor a whisky de su lengua. Sintió la aspereza de su barbilla sobre la suavidad de su piel y el calor masculino sobre su tibio cuerpo.
Se rindió al poder de su raptor y a la intensidad de su abrazo. Perdió la voluntad al sentir sus manos acariciándole la espalda desnuda. Nunca la habían besado, y menos de aquella manera. De forma inconsciente, abrió los labios ofreciéndose a los suyos. No sabía lo que estaba haciendo, pero sentía un placer indescriptible. Era como una dulce agonía que abrasaba su cuerpo haciéndola temblar de gozo. Le pasó los brazos alrededor del cuello, como si quisiera tirar de él y tenerlo más cerca, como si pensara que él y sólo él, pudiera proporcionarle el aire que necesitaba para respirar...
Entonces se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Con un gemido ahogado, se apartó bruscamente de él, mirándolo horrorizada con el aliento contenido.
Echó atrás la mano derecha para tomar impulso y le propinó una bofetada.
Él la miró sorprendido, llevándose la mano a la mejilla.
-¿Cómo se atreve a besarme? -exclamó ella con la mano dolorida-. Soy una mujer casada.
-Tú no estás casada. Ya empiezo a estar harto de esta discusión. Pero no te preocupes, todo ha terminado. Lo del beso ha sido sólo una manera de conseguir la respuesta a una pregunta.
-¿Qué pregunta? -dijo ella desconcertada.
-Si sabías o no que Jonas estaba casado. Ya veo que no. De lo contrario, habrías intentado seducirme. Con este beso tan torpe me has convencido.
«¿Torpe?», se dijo ella con las mejillas encendidas tratando de recuperar el aliento.
Era normal, teniendo en cuenta que había sido su primer beso. De adolescente, había soñado con aquella experiencia idílica del primer beso de amor. Más tarde, abrumada por su situación familiar, no se había preocupado de salir con chicos. Costaba creerlo, pero ahora, a sus veintidós años, era virgen, una virgen a la que ningún hombre había besado hasta entonces.
Pero eso era algo que no le iba a decir a Justin Bieber, sólo se burlaría de ella.
-Ahora veo que no eres culpable de ningún delito -añadió él-. Salvo de ser una ingenua.
«Ingenua», se dijo Selena para sí, mirándolo fijamente. Sí, tal vez lo era. Sentía aún los labios inflamados. ¿Qué le había pasado? ¿Cómo podía haber respondido así al beso de aquel hombre? ¿Cómo podía haberse rendido a él?
-No se atreva a tocarme otra vez.
-No te preocupes, no lo haré.
Sintió un nudo en la garganta y apartó la vista de él. Percibía aún la electricidad que había estremecido su cuerpo cuando él la había besado. Odiaba a su secuestrador, pero no tanto como se odiaba a sí misma en ese instante.
-Lo digo en serio. Si intenta besarme otra vez... lo mataré.
-¿Me estás amenazando? -replicó él muy divertido.
-Sí.
Parecía una estupidez por su parte amenazar de muerte a un millonario despiadado cuando se hallaba atrapada en su avión, pero se sentía tan indignada y humillada tras aquel beso, que además él había calificado de torpe, que no estaba en condiciones de razonar con sensatez.
-Está bien, te doy mi palabra -dijo él con una sonrisa irónica-. No volveré a besarte a menos que tú me lo pidas.
-Muy bien -dijo ella-. Y no se preocupe, nunca lo haré.
Justin se apartó de ella, se sentó, tomó su vaso de whisky y lo apuró de un trago. Luego, apretó el botón del intercomunicador y apareció al instante una de las azafatas.
-La señorita Gomez está algo cansada. Acompáñala al dormitorio, por favor.
-¡A su dormitorio, seguro! -exclamó Selena, muy indignada, volviéndose hacia él-. Debería haber imaginado que todo era un simple truco.
-No tienes nada que temer, yo me quedaré aquí. Ve a descansar. Aterrizaremos en unas horas.
Una vez en aquel pequeño cuarto privado ubicado en la parte posterior del avión, Selena se sentó, se echó por encima una manta, y se puso a mirar la oscuridad de la noche a través de la ventanilla.
Rememoró el placer que, muy a pesar suyo, había sentido con el beso de aquel hombre. Había sido inenarrable. Y lo odiaba por eso.
Trató de pensar en otra cosa. Su familia estaría muy intranquila. Quizás Nick estaría llorando, tratando de encontrar su cuerpo en el fondo del foso del castillo.
Deseó con toda su alma que hubiera llamado a la policía. Cerró los ojos y se imaginó por un instante el avión aterrizando en Grecia, y a una brigada de policías esperándolos para detener a Justin Bieber y meterlo en la cárcel como se merecía.
Se acurrucó en su asiento, imaginándose los terribles castigos que recibiría el hombre que la había secuestrado, hasta que, vencida por el sueño, se quedó dormida.
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El Secuestro {Jelena}
FanfictionSi alguno de los presentes conoce alguna razón por la que este matrimonio no deba seguir adelante, que hable ahora o... Justin Bieber no se iba a limitar a protestar por la boda de Selena Gomez. Iba a secuestrar a la hermosa novia para llevarla a su...