Capítulo 2 {Tercera Parte}

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Justin había tenido efectivamente la tentación de matar a Jonas, pero había llegado a la conclusión de que podría ser contraproducente. Probablemente, Nicholas tendría retenida a Miley en algún escondite inhóspito. Si lo mataba, nunca conseguiría dar con ella.

—Déjeme marchar y le doy mi palabra de que no le diré nada a nadie —susurró Selena.

—¿Tu palabra? —dijo él con desprecio—. Los dos sabemos el valor que tiene tu palabra.

—¿Cómo puede decir eso? —replicó ella con voz ahogada en lágrimas—. ¡Ni siquiera me conoce!

—Más de lo que crees. Y ahora tú y tu amante van a pagar por...

No pudo terminar la frase, porque ella se revolvió contra él y comenzó a darle patadas con el tacón de los zapatos. El conductor estuvo a punto de salirse de la carretera al sentir un fuerte golpe en la espalda del asiento. Luego ella se puso a dar patadas a la ventanilla con tal fuerza que Justin tuvo que agarrarla de los tobillos para que no acabase rompiendo el cristal.

—¡Ya basta! —le ordenó él, echándose sobre ella para tratar de reducirla.

-—Maldito sea! ¡Es usted un cobarde! ¡Un criminal! Mi esposo lo encontrará y lo detendrán. ¡No conseguirá salirse con la suya!

Siguió forcejeando y, cuanta más resistencia ofrecía, mayor era el deseo que despertaba en él.

—¡Quédate quieta de una vez!

Ella dejó de luchar, dirigiéndole una mirada de odio y desafío que consiguió acrecentar aún más el deseo de él.

El vehículo comenzó a aminorar la marcha. Vieron entonces un jet privado esperándoles en una pista de aterrizaje.

Selena sintió pánico. El todoterreno se detuvo.

—No haga esto, por favor —susurró ella llorando—. Haya lo que haya entre Nick y usted, no me obligue a subir a ese avión. Sea usted quien sea, déjeme volver con la gente que amo. Déjeme volver con mi marido.

—¡Amor! ¡Ja, ja! ¡Como si una mujer como tú supiera lo que es el amor! —respondió él con una amarga sonrisa—. Además, ya te lo he dicho. Tú no tienes marido.

Lo miró aterrorizada mientras el conductor abría la puerta.

—Se lo ruego —le imploró ella bañada en lágrimas—. ¡No le haga daño a mi marido!

—Tú no tienes ningún marido —dijo él agarrándola por el brazo—. ¿Sabes por qué? Muy fácil. Nicholas Jonas ya estaba casado antes de salir contigo.

El Secuestro {Jelena}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora