Capítulo 4 {Segunda Parte}

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Contempló a la mujer que lo miraba desafiante y que estaba junto a él. Selena Gomez era una belleza. Un poco delgada, tal vez, pero costaba darse cuenta de ello cuando uno miraba sus turgentes pechos moviéndose acompasadamente debajo del ajustado vestido que llevaba. El cabello castaño le caía en mechones sobre los hombros, dejando al descubierto su elegante cuello de cisne. Sus ojos de color marrón brillaban de rabia.

-¡Es usted un mentiroso! -repitió Selena una vez más-. ¡No le creo ni una sola palabra de lo que dice!

Un mentiroso. Para Justin, la palabra de un hombre era lo más sagrado y constituía la verdadera medida de su honor.

Era el único insulto que no podía soportar.

-Puedo ser egoísta, despiadado e incluso cruel -dijo fuera de sí, agarrándola por los hombros-. Pero no un mentiroso. No lo he sido nunca.

Justin se quedó entonces extasiado mirando su boca. Selena, llena de nerviosismo, se estaba mordiendo ligeramente el labio inferior. Luego se humedeció los labios. Él siguió como hipnotizado los movimientos de su carnosa lengua rosada y se sintió excitado. La deseaba ardientemente. En ese momento, su vestido de novia era todo lo que los separaba.

El vestido de novia.

Ella seguía con él puesto, desafiante, como un insulto explícito tanto a Justin como a la verdadera esposa de Jonas. Era como si Miley hubiera quedado sepultada en el olvido. ¡Como si ya estuviera muerta!

Justin bajó las manos lentamente desde los hombros de Selena hasta las mangas de su vestido.

-Te dije que te quitaras el vestido.

La sintió temblar. Incluso cuando clavó en él sus maravillosos ojos.

-No.

-Entonces tendré que quitártelo yo.

-No se atrevería a...

Con un movimiento brusco, le desgarró el vestido por los hombros, rompiendo los finos encajes de la tela y haciendo estallar toda la línea de pequeños botones blancos de la espalda. Luego tiró de las mangas hacia abajo con tal fuerza que la hizo tambalearse.

Dejó caer el vestido al suelo del avión.

Hizo ademán de pulsar el botón del intercomunicador para que una de las azafatas le llevara una bata, pero cambió de idea.

Selena estaba frente a él, con el vestido de novia a sus pies. Lo único que llevaba era la ropa interior de seda fina que había destinado para la noche de bodas: un pequeño sujetador blanco, unas minúsculas bragas de encaje y unas medias blancas sujetas con un liguero.

Justin no podía apartar la mirada de ella. Su cuerpo semidesnudo, su piel de terciopelo, sus sinuosas y seductoras curvas... Contempló extasiado aquella menuda pero perfecta figura, la prominencia de sus pechos y la rotundidez de sus caderas. Casi soltó un gemido de placer.

Llevado por su despecho, había cometido un gran error quitándole el vestido. La visión de su cuerpo le perturbaba la razón.

Debería haberse imaginado que llevaría una provocadora lencería blanca para su noche de bodas con Nick. Fingía ser virgen, cuando sin duda se habría acostado más de una vez con él. De eso no le cabía la menor duda. Ningún hombre se habría resistido a sus encantos.

Nick Jonas era culpable. Pero, ¿y Selena? ¿Había sabido ella de la existencia de Miley?

Daba igual, se dijo él. Lo hubiese sabido o no, ella había ambicionado casarse con él por su dinero. Todo el mundo tenía un precio. Eso era algo que había aprendido hacía mucho tiempo. Los sentimientos eran una mercancía como cualquier otra.

El Secuestro {Jelena}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora