Capitulo 8

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Al no obtener respuesta prosiguió bajando mi ropa interior "El que calla otorga" algo que ambos sabíamos perfectamente. Cuando estuve despojada de mi ropa interior mire hacía al techo para no ver el rostro de Robert quien se inclino hacía a mi y beso la cara interna de mis muslos, mordí mi labio y cerre los ojos al tiempo que sentía su lengua en mi parte más intima y se me escapaba un gemido de puro placer. Logre sentir su sonrisa contra mi sensible piel y me removí.

—Quieta. —susurró y al sentir su aliento por instinto trate de cerrar las piernas pero el me detuvo.

Continuo con la deliciosa tortura en mi entrepierna por un rato hasta que se detuvo, en ese momento alce el rostro para mirarle, me gusto lo que vi, me gusto saber que yo provocaba esa mirada y ese brillo en sus ojos.

—Bésame. —me pidió y me incline hasta encontrar su boca con la mía, lo bese con lentitud y aumente el ritmo conforme sus dedos acariciaban mi pantorrilla, luego mi muslo y finalmente la humedad entre mis piernas. Gemí en sus labios, eso parecía gustarle pues note como introducía uno de sus dedos en mi interior. Disfrute el cómo lo movía dentro de mi y comencé a mover mis caderas aumentando el ritmo. —Espera, espera...—nuestros movimientos se detuvieron y lo mire con miedo de que dijese que se había arrepentido. —Vamos a mi habitación. —estuve de a cuerdo con él, de por si lo que hacíamos estaba mal y hacerlo en la sala donde toda nuestra familia solía sentarse a mirar televisión no era definitivamente lo mejor.

Me levante y él deslizo un brazo por mi espalda y otro debajo de mis rodillas para alzarme y subir a su habitación.

"Rápido, antes de que me arrepienta"

Por suerte el camino hacia arriba fue corto y en menos de lo que pensé estaba en su cama y él se desvestía. Me permití admirarlo mientras su ropa caía al suelo, era realmente bello, se notaba que el ejercicio surtía sus efectos pues su cuerpo estaba musculoso y torneado. Antes jamás me había detenido a pensar en la imagen de Robert semidesnudo pero ahora que la podía apreciar no me decepcionaba en lo absoluto.

Camino hasta mi en sus bóxers negros y tomo mi sudadera para sacármela por la cabeza. Se dio el tiempo para admirar mi cuerpo, jamás había sido una chica acomplejada con su cuerpo, en realidad era muy segura de mi misma y al notar la manera en que me miraba me hizo sentir muy sexi.

—No me decepcionas, Adalieve. —murmuró con una sonrisa en el rostro y se acomodo sobre mi entre mis piernas. Cuando su erección rozo mi vientre arqueé la espalda, de inmediato alce mis caderas para poder sentirlo. —No seas ansiosa, primero deseo disfrutarte por completo. —esas palabras acabaron con todo mi autocontrol y lleve mis manos hacía su trasero para acercarlo a mi, el sonrio y negó. —Muy mal Halévy, eres una niña muy mala. —su comentario me hizo reír.

Sus labios besaron la piel de mi cuello y mis hombros, estaba muy ocupada disfrutando como para darme cuenta antes de los sonidos afuera, fue solo hasta que escuche el ruido de llantas en la gravilla de la entrada que me puse alerta.

Supe de inmediato de quien se trataba, conocía muy bien el ruido de ese auto pues era peculiar y lo había escuchado a diario desde que los gemelos habían vuelto, era él auto de...

—Dante. —murmuré bajo pero Robert logró escuchar y de inmediato se tenso. Se alejo de mi y ni siquiera me miro. —Robert...Dante. —trate de explicarle pues no parecía haber escuchado el auto, pero me lo impidió, alzo su mano y me mostro la palma en forma de "No hables" parecia bastante enojado por lo que no me atreví a decir nada más.

Tomo su ropa y se vistió, por mi parte sin saber que más hacer me cubri con la colcha. No me preocupaba el que Dante entrara pues sabía que el auto había salido tras escuchar el portón abrirse y cerrarse.

Cupido me mintióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora