Capitulo 16.

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16.

—Necesito tenerte. —me dijo casi en tono de suplica y tras un momento asentí. El sonrió y me volvió a besar.

Me ofreció sus manos para ayudarme a bajar del escritorio y yo las tome. Me temblaban un poco las piernas pero ignoré esa sensación, Robert me giró y sentí su pecho contra mi espalda, beso mi cuello mientras sus manos apretaban mis senos aún descubiertos, instintivamente pegué mi trasero a él y jadeo, pude sentir lo duro que estaba y eso me éxito más por lo que comencé a rozarme contra él.

Una de sus manos subió a mi cuello y me obligó a recostar mi cabeza sobre su hombro para mirarlo, me volvió a besar mientras sus caricias recorriendo la piel desnuda no se detenían.

Me separé de él, colocándome de frente y lleve mis manos hasta mis pantis para bajarlas por mi cadera y deslizarlas por mis piernas hasta que solo fueron un trozo de tela sobre el suelo.

—Siéntate sobre el escritorio. —me ordena y por alguna razón eso me prende aún más. Lo obedezco y doy un saltito para sentarme sobre la fría madera con el vestido subido hasta las caderas y abro las piernas para él, estoy húmeda, excitada y sedienta de él. —Dios Santo, Ada. —susurra con voz ronca y como un cazador asechando a su presa camina hasta mi y me doy cuenta de que mi sueño de aquella mañana no le había hecho justicia.

Mientras se acerca, se desabrocha el cinturón, lo deja caer a un lado y muerdo mi labio, ansiosa, mientras lo veo desabotonar lentamente su pantalón y luego bajar el zipper.

Una vibración me desconcierta por un momento, pero al sentir a Robert frente a mí me olvide rápidamente de ello. Me acomodé al borde de la madera y él ya se había bajado los pantalones.

Pero otra vibración nos distrajo a ambos. Miramos a un lado de donde estaba sentada y el móvil de Robert se ilumino y el nombre de Nath apareció.

—Después la llamo. — murmuró, pero yo no pude dejar de ver el móvil.

—¿Y si pasó algo? —pregunté angustiada.

—Ada, nada pasó. —se quejó con voz molesta, tomó mi mentón y me hizo mirarlo.

Pero la vibración de otro celular me desconcentro nuevamente.

—Debe ser Nath. —dije y lo hice a un lado para bajar del escritorio e ir hasta mi bolso. Efectivamente, se trataba de Nath y algo en mi se puso de inmediato en alerta. Respondí de inmediato. —¿Qué pasa Nath?—pregunté.

—Gracias a dios respondes. —Nath se escuchaba algo lejana y la oí quejarse. —¿Aún estás en la facultad? ¿Podrías venir a casa? Hace un rato comencé a tener un sangrado leve pero ahora tengo unos dolores que me han comenzado a dar miedo. —habló tan rápido que apenas le entendí. —Por favor, por favor, llamé a todos pero parecen estar ocupados. —otro quejido.

—¡Voy para allá, no te muevas! —respondí y colgué, guarde el móvil, tome mis cosas y me dispuse a salir.

—¡Ada! —me llamó Robert quien ya tenía puesto correctamente sus pantalones, su rostro también reflejaba preocupación y él me tendió mis pantis para que me los pusiera. —Yo te llevo.

Asentí y me coloque la prenda rápidamente mientras él se terminaba de acomodar la ropa.

El trayecto a casa fue raro, ninguno de los dos parecía demasiado concentrado en ninguna cosa. Ambos mirábamos al frente y también el reloj del auto.

Llegamos y encontramos a Nath en el borde el sofá, con los ojos cerrados y cara de dolor.

—¡Naaaath! —grité casi histérica y corrí hasta ella. —¿Cómo te sientes?

Cupido me mintióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora