Capítulo 9. Esclavo.

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Una sonrisa se dibujo en sus labios, su virilidad se frotaba contra la entrada ajena, estaba roja, palpitante por la enorme necesidad del placer, comenzó a empujar la cabeza de su miembro de forma lenta, después la movía en círculos ocasionando una sensación aún mayor de placer ante el contacto.
--¡Mgh!--solto el cocinero.
Zoro no pudo más, aquella imagen era tan tentadora, deseaba monopolizar al pequeño que se encontraba de bajo se él, se acomodó entre las piernas ajenas, sonrió de manera placentera e ingresó.

El joven se arqueo soltando un gemido de placer, aquel intruso había ingresado velozmente en una sola estocada, era una sensación incómoda pero al mismo tiempo satisfactoria, era llenado por completo.

El peliverde comenzo a moverse, lo sujeto por las caderas para poder moverse con la fuerza que deseaba, entraba y salía de forma rápida, Sanji únicamente temblaba, aquella sensaciones eran tan placenteras que no podía evitar dejar salir su voz, gemía ante tanto placer, gemía por el salvajismo de Zoro, el policia sonrió en el momento que el miembro del chico se levanto por la excitación, por lo cuál comenzo a masturbarlo, tomando aquel miembro con su mano comenzo un suave movimiento que masajeaba el sexo opuesto, subía y bajaba de forma lenta otorgándole una enorme y satisfactoria sensación de placer.

Zoro comenzó a moverse al mismo ritmo que su mano, ambos iban ahora lento pero poco a poco ante aquellos gemidos aumentaron sus embestidas.

Los sonidos húmedos en la habitación se volvían cada vez más frecuentes, el pene del oficial entraba hasta la base donde sus testículos chocaban con fuerza en la entrada ajena para posteriormente salir de manera lenta hasta la punta, entraba con fuerza y salía lento, entraba, salía, entraba, salía, todo se volvía cada vez más rápido, en esos momentos el cocinero no podía evitar gemir con tanta fuerza, temblaba y sentía que en cualquier momento caería inconsciente por aquella enorme ola de sensaciones sumamente placenteras.

Sus penetraciones eran intensas, en esos momentos era un tigre salvaje que se encargaba de domesticar a un conejito salvaje quien rogaba por libertad, pero mientras estaba entre sus piernas sería muy distinto. La cama comenzó a rechiñar de una forma más constante, la cabecera chocaba contra la pared y Sanji únicamente se aferraba como podía a las cadenas de las esposas mientras gemía perdido en el placer.

Hasta que tocó el cielo, había llegado a un orgasmo sumanente delicioso, se arqueó gimiendo hasta el último momento donde aparecía su nombre...
--¡Z-zoro!


--Escucha--dijo con voz ronca Zoro--desde ahora eres mío, debes mirarme sólo a mi, te lo daré todo y en caso que intentes escapar o desobedecerme...--sonrió--te atraparé y te dejare en silla de ruedas.

Arrest Rose. [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora