Capítulo V

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Ana intentaba asimilar todo lo que le había dicho, mientras él, la miraba expectante. Gilbert había dicho que no quería regresar a cómo eran antes...
          —¿Por qué? —dijo de sopetón.
          —¿Por qué, qué? —Gilbert frunció el ceño.
          —¿Por qué no quieres que las cosas sean como antes?
          Gilbert suspiró.
          —Y después dicen que 'A buen entendedor, pocas palabras bastan' —añadió él.
          —También se dice que 'Al que no habla, Dios no lo oye' —replicó Ana con sarcasmo.
          Ambos se quedaron mirándose, hasta que Gilbert rompió a reír, y ella no pudo hacer otra cosa que lo mismo.
          La tensión anterior fue desapareciendo poco a poco, a la vez que las risas, y entonces Gilbert la miró con la misma preciosa sonrisa de aquella tarde en la que se torció todo.
          —Ana, aquella tarde contesté la pregunta porque pensaba que eras tú quien quería saberlo, de haber sabido que era para Ruby, quizás no lo hubiera hecho, por eso me molesto tanto.
          —¿Por eso te distanciaste?
          —Sí, la verdad es que me importas Ana, y pensé que yo a ti no te importaba.
          Ana se alegraba de que por fin se hubiera aclarado el malentendido, pero a la vez se sentía muy confusa, porque no terminaba de entender a qué se refería Gilbert con no querer volver a cómo eran antes.
          Gilbert seguía mirándola, estaba esperando a que ella le contestara algo.
          —Tú también eres importante para mí —Ana notó como le empezaban a arder las orejas por la vergüenza—, me he dado cuenta en estos días en los que me ignorabas...
          —No te ignoraba —la cortó Gilbert.
          —Vale, sí, pero estabas mucho más distante, y por eso me he dado cuenta de que eras una parte importante en mi vida, estos días han sido muy tristes, ¡peores incluso que cuando te fuiste de Avonlea!, y eso que incluso podías no volver, pero era diferente, porque no estabas aquí, y no había nada que pudieras hacer al respecto, pero ahora estabas justo frente a mí y tu indiferencia, me hacía daño...
          Ana se calló y miró a Gilbert de soslayo, ¡había dicho más de lo que quería decir!, incluso cosas que hasta ese momento ni siquiera se había planteado. Gilbert la miraba divertido.
          —¡No es que este diciendo que me gustes en absoluto!, jamás me habría imaginado semejante situación, y menos contigo, y no es por ofender, pero de entre todos los chicos que conozco nunca me hubiera imaginado ser tu novia, ¡aunque tampoco me imaginado con el resto de chicos!, lo más que me he preguntado es acerca de los besos, pero cuando jugamos a la botella...
          —¿Jugasteis a la botella? —Gilbert estaba riéndose sorprendido—, ¿por qué jugabais a eso?
          —¿Para saber qué se siente al dar un beso? —contestó en tono burlón Ana—, bueno, a Diana le toco con Moody y se besaron sin problemas, pero cuando llegó mi turno, nadie quiso besarme, fue una situación de lo más horrible, me sentí totalmente desdichada, aunque tampoco tendría que haberme sorprendido, con este pelo y estas pecas...
          —¿Qué tiene de malo tu pelo y tus pecas?
         Ana puso los ojos en blanco.
          —Bueno, es obvio que debes tener algún problema de visión si no puedes darte cuenta por ti mismo, lo que quería decir es, que puedo comprender que no quisieran besarme, pero creo que había otras formas de rechazarme sin causarme tan gran humillación—  Ana lo miró indignada.
          Él, sin embargo, la miraba divertido.
          —Si he entendido bien, nunca te has planteado tener novio, y mucho menos que ese, sea yo, pero sí, lo que se siente al dar un beso, ¿no?
          —Ehm... sí, supongo que sí —contestó confusa.
          —¿Sabes?, si yo hubiera estado jugando aquel día, no habría tenido problema en besarte.
          A Ana se le secó la boca, no sabía que contestar, así que bajo la vista a sus manos que apretaban la tela del vestido nerviosamente.
          —¡Vaya!, no todos los días se deja sin palabras a Ana Shirley Cuthbert —rio Gilbert.
          Ana le dio un suave empujón a modo de broma, y contestó nerviosa.
          —¿Y qué te hace pensar de que yo te hubiera dejado besarme?, que haya imaginado como sería tu beso, no quiere decir que me gustaría que pasara.
          —¿Te has imaginado besándonos? —preguntó Gilbert incrédulo.
          Ana sintió como le ardían aún más las mejillas, seguro que ahora no se diferenciaba el pelo de su cara, ¡Oh!, ¡¿por qué era tan bocazas?! y para colmo, él ya estaba poniendo esa sonrisa de superioridad. Como no sabía que contestar, opto por la única salida aceptable que se le ocurrió, se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta.
          —Será mejor que bajemos a cenar, los demás deben estar preocupados.
          Y se apresuró a salir, aunque pudo escuchar la risa de Gilbert detrás de ella.


          Gilbert no podía salir de su asombro, jamás hubiera imaginado que la tarde iba a transcurrir así. Al fin veía esperanza en su relación con ella, estaba convencido que Ana sentía algo por él, aunque ella aún no se hubiera dado cuenta, pero... ¡si hasta se había imaginado besándolo!
          No cabía en sí de gozo, y decidió que por un día ya era más que suficiente, no quería forzar las cosas y que Ana huyera de todo esto, aunque visto lo visto, lo mismo lo sorprendía.
          Una vez que estuvieron en la cena, esta transcurrió con relativa normalidad, se notaba cierta curiosidad por parte de los presentes cada vez que Ana y él intercambiaban algún comentario, pero nadie dijo nada de la discusión que tuvieron en el salón.
          Notaba que Ana estaba muy nerviosa, y eso le encantaba, porque significaba que era consciente de él, y de la conversación que habían tenido.
          Al final de la velada, cuando se despedían, se acercó a ella.
          —Feliz Navidad Ana, ya seguiremos con la conversación en otro momento  —sonrió.
          Ana se ruborizó y él se marchó.

          Ya fuera, mientras se dirigían a casa, Bash se le acercó.
          —¿Qué te traías con Ana dandy?
          —Bueno, digamos que por fin estoy "haciendo algo" al respecto.
          —Ya sabes que deberías haber empezado hace tiempo.
          —Y tú sabes que entonces no me sentía preparado.
          —Bash —interrumpió Mary— deja al chico en paz, aún son muy jóvenes, deja que vaya a su ritmo.
          Gilbert miró a su amigo arqueando una ceja.
          —Lo dejaremos por esta vez, tirillas —sonrió dándole un empujón amigable—, no quiero que Mary se enfade conmigo —y le guiño un ojo.


          Más tarde, aquella noche, Gilbert no paraba de darle vueltas a todo lo que había ocurrido, ¿qué habría pasado si Ana le hubiera dicho que le hubiera gustado que la besara?, ¿le habría dado entonces un beso?... sí, seguramente sí, le había costado no dárselo, suspiró, ahora tocaba lo complicado, ¿Cómo debía seguir comportándose con ella?, y más importante, ¿qué iba a hacer con Ruby Gillis?
          Ana nunca se plantearía nada con él mientras Ruby siguiera encaprichada con él, aunque no era justo que él dijera eso, ya que también estaba encaprichado con Ana.

Descubriendo el amor (Anne with an 'e')Donde viven las historias. Descúbrelo ahora