IV

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Mientras Wei WuXian vaciaba el contenido de su estómago y se esforzaba por no orinarse en los pantalones gracias a los insistentes ladridos de Fairy, Jin Ling observaba a un par de metros de distancia la forma en la que el cuerpo del mayor se estremecía cada vez que se veía obligado a recargase en un árbol para soportar su malestar.

Jin Ling no tenía idea de qué hacer además de sostener las riendas de Manzanita, porque jamás había visto a alguien vomitar de la forma en la que Wei WuXian lo hacía.

A un par de metros detrás de él, Wen Ning estaba tan paralizado por la preocupación que no sabía si debía acercarse a su maestro o dejarlo solo hasta que se sintiera mejor.

—¿Wei Ying…? —llamó Jin Ling tentativamente—. ¿Estás mejor?

Un gesto negativo con la mano izquierda fue la respuesta de Wei WuXian.

—Eh… ¿Deberíamos hacer algo? —volvió a preguntar Jin Ling.

—Maestro, si hay alguna manera de aliviar tu malestar… —dijo Wen Ning tratando de acercarse a su maestro; por desgracia los ladridos que Fairy le dirigió fueron tantos que estremecieron aún más a Wei WuXian.

—No deberías acercarte, es por ti que Fairy ladra —comentó Jin Ling.

—Lo sé, pero el maestro en verdad no está bien.

—¿Y cómo estarlo después de haber comido por tres personas? Era lógico que terminaría con el estómago revuelto —se quejó Jin Ling recordando el formidable apetito con el que Wei WuXian devoró todo lo que se le sirvió de desayuno en Lotus Pier.

—En realidad come por dos… —murmuró Wen Ning acongojado.

—¿Dijiste algo…? ¡Wei Ying, luces horrible de verdad!

Jin Ling no mentía, todo el semblante de Wei WuXian estaba tan demacrado y sudoroso que parecía ser un enfermo de gravedad y no un maestro de la cultivación que iba de camino a una cacería no muy lejos de Lotus Pier.

—… se vuelven peores —se quejó Wei WuXian buscando sentarse en el suelo.

—Si estás enfermo no debiste venir —dijo Jin Ling—, así no puedes “cuidarme”.

—No estoy enfermo, esto pasará pronto —repuso suavemente Wei WuXian—, sólo dame unos minutos y aleja a ese animal de mí… en verdad odio sus ladridos.

—¡Oye, Fairy tiene tanto derecho a acompañarnos como él! —reclamó Jin Ling señalado a Wen Ning.

—Wen Ning no es lo mismo que un perro —refunfuñó Wei WuXian—. Wen Ning nos puede ayudar en caso de que algo salga mal ésta noche, no se la pasa ladrando como histérico.

—¡Fairy también es de ayuda!

—Wen Ning, ven un momento —pidió cansinamente Wei WuXian—. Siéntate a mi lado y deja que me recargue un poco en ti.

Wen Ning obedeció dócilmente tratando de no provocar más a Fairy, en especial porque sabía que, con seguridad, Wei WuXian temblaba de miedo gracias al can; si no lo demostraba se debía únicamente a que su mal estado físico era mayor que el emocional.

—Maestro, será mejor para ti volver.

—Nada de eso, Jin Ling debe ir a la cacería nocturna y poner en alto sus sectas —repuso Wei WuXian tomando prestado el hombro izquierdo de Wen Ning para apoyar su cabeza.

—Puedo ir yo solo.

—Ten fe en mí y dame un par de minutos más, pronto estaremos de nuevo en marcha —dijo Wei WuXian cerrando los ojos.

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