XX

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Jiang Cheng sostenía entre sus dedos la tela una túnica de un vibrante color lila, considerando si la prenda sería lo bastante buena como para que Wei WuXian la usará.

Los hilos eran sin duda finos y bien elaborados, se sentía bien al tacto, el color no resultaba desagradable y podía servirle al doncel después que diera a luz, por lo que la vida útil de la prenda sería larga. Aún así, había algo en aquella túnica que no lo satisfacía por más que el vendedor le aseguraba que no se arrepentiría de la compra.

—¿Qué más tiene que ofrecer? —preguntó Jiang Cheng abruptamente, pues consideraba llevar también algo para al niño de Wei Ying.

—¡Oh! Dígame, señor, ¿Qué es lo que desea? —repuso el vendedor que sospechaba no podría venderle cualquier cosa al hombre de duros ojos que se paseaba por su tienda.

—Ropa de buena calidad para un recién nacido y su madre —dijo Jiang Cheng aburrido; ¿Qué acaso no era obvio qué buscaba?

—Todas estas telas son de la mejor calidad, señor —el hombre le mostró a Jiang Wanyin una colección amplia de las mismas—, con ellas puede confeccionar las mejores ropas que pueda desear.

—Hump.

El vendedor forzó una sonrisa ante la altiva actitud de Jiang Cheng, siendo consciente que alguien que vestía ropas tan finas era sin duda una persona con que poseía gran riqueza, por lo que sus gustos debían ser sin duda alguna difíciles de complacer.

Desafortunadamente para el hombre, y en vista de la actitud de Jiang Cheng, no podría llevarse a los bolsillos algo de esa fortuna, no al menos una suma que le permitiera cerrar su tienda por el resto del día para beber alegremente un buen vino.

Entre tanto, analizando los rollos de tela que le ofrecían como si en verdad valieran el exagerado costo que pretendían pagará por ellos, el Líder de Secta Yunmeng Jiang se daba cuenta que en pocos lugares, además de Lotus Pier y Lanling, podría encontrar objetos que fueran dignos de ser portados por Wei Ying y su bebé.

Así, tras mirar un poco más sin la intención de llevar algo, secamente agradeció el tiempo que le brindaron al mostrarle las ropas y salió de la tienda con las manos vacías.

—… debería haber algo decente —gruñó Jiang Cheng acomodando la capa que lo protegía de los copos de nieve que caían suavemente.

No era como si el lugar no tuviera una basta variedad de objetos con los que Jiang Cheng pudiera satisfacer los gustos de Wei Wei (estos en realidad eran modestos), solo ocurría que en su mente la idea de entregarle algo de tan mediocre calidad sonaba como una ofensa y falta de interés de su parte, cosa que obviamente no se pensaba permitir.

También sabía que cualquier objetivo, por más pequeño que fuera, sería ampliamente celebrado y agradecido con una resplandeciente sonrisa (en especial si era para el niño por nacer), así que si lo consideraba con detenimiento de ninguna manera tenía por qué volver a Lotus Pier con costosos y maravillosos obsequios.

El problema era que Jiang Cheng así lo deseaba.

Dando un último recorrido a la pequeña ciudad donde su deber como cultivador lo llevó y de la cual quería irse lo más pronto posible, el Líder de Secta consideró comprar algunos dulces para no volver con las manos vacías, hasta que vio algo que le llamó la atención.

Se trataba de un pequeño muñeco en forma de perro que le recordó bastante a Fairy y que le parecía una excelente forma de regresarle a Wei WuXian una de las tantas bromas que le hacía, seguro que pese a su enorme desagrado por los canes, el patriarca no se negaría a aceptar ese obsequio por mucho que le desagradara.

Así, sonriendo maliciosamente, decidió tomar el muñeco mientras anticipaba las quejas de Wei Ying y el buen rato que estas le harían pasar.

La sonrisa de Jiang Cheng no pasó desapercibida para los maestros de Lotus Pier con los que se reunió una vez que dio la orden de regresar al puerto, pues ya todos sabían quién era el responsable de la misma: el patriarca que esperaba su regreso y al cual debían agradecer el cambio de humor de su líder.

A esas alturas resultaba muy obvia la complicidad existente entre Jiang Cheng y Wei Ying, tanto que ya no era sorprendente verlos caminar por Lotus Pier al lado de Wen Ning y Jin Ling mientras hacían planes  sobre lo que podrían o no hacer hasta que el momento que el doncel diera a luz, hecho que sinceramente todos aguardaban gracias a la oportunidad de tener un niño más dentro de la Secta Yunmeng Jiang.

Todos en Lotus Pier daban por sentado (al igual que sobrino y tío) que el hijo de Wei WuXian nacería y crecería en Yunmeng, volviéndose así el orgullo de todo aquel que lo conociera debido a que, tras lo que pareció una eternidad, tendrían un heredero.

Era por eso que constantemente Jiang Cheng recibía concejos de la gente con la que se topaba, sobre cómo cuidar y atender al doncel que gozaba de su protección.

Si bien en un principio al hombre le pareció que la gente se tomaba demasiadas libertades sobre lo que le decían, terminó por aceptar y llevar a cabo tales concejos. Por eso ahora procuraba saciar cualquier absurdo antojo que Wei Ying tuviera (le habían dicho que después de todo  Wei Ying necesitaba comer por dos), estaba convencido que el niño sería varón desde que escuchó de una manera ancestral de predecir el sexo de bebé; había colocado varias hierbas especiales en la habitación de Wei Ying para alejar malos espíritus de la misma forma en que le entregó un amuleto rojo que tenía el mismo propósito y, sobre todo, procuraba que no volviera a llorar porque ese humor podría afectar al bebé.

Sin embargo, lo único que no llevaba a cabo de la gran lista de amistosos concejos era la que más deseaba: tener sexo con Wei Ying.

Según las matronas más experimentadas de Lotus Pier, el sexo durante la gestación haría mucho más fácil que Wei WuXian diera a luz (lo que no tenía sentido para Jiang Cheng), por lo que seguía incapaz de llegar a tal punto.

No era que a Jiang Cheng no le apeteciera hacer gemir y jadear con desespero al patriarca, en realidad moría por tener la oportunidad, más bien sucedía que no encontraba las palabras adecuadas para sugerir tal cosa aunque tenía también una lista sobre las posiciones que serían benéficas para ambos (obviamente la información fue proporcionada por aquellos que tenían ya descendientes).

En fin, mientras no encontrara las palabras para cruzar la última línea que los separaba nada podía hacer más que tomar largos baños e imaginar que la mano que lo recorría era la de Wei Ying.

El trayecto hacia Lotus Pier fue tan breve y rápido que todos supusieron que, tras una ausencia de tres días con sus noches incluidas, el Líder de Secta de verdad se encontraba ansioso por ver al inflado Wei WuXian que le deseó buena suerte en su viaje cuando, abrigado por una cálida capa obsequiada por su anfitrión, lo despidió en el puerto con una amable sonrisa.

Lo que todos ignoraban era que la verdadera urgencia de Jiang Cheng era comprobar si Wei Ying lo recibiría con una cena digna de un rey tal como bromeó, en especial porque eso era algo muy típico de los matrimonios o las parejas cercanas y recibir tal trato no le molestaría en lo más mínimo.

Cerca del atardecer los Maestros y discípulos de Lotus Pier que participaron en esa cacería finalmente tocaron tierra firme totalmente victoriosos, o al menos así fue para la mayoría: en el puerto que se cubría con una fina capa de nieve, faltó la silueta del Patriarca YiLing saludando a Sandu Shengshou.

Irritado (y decepcionado) Jiang Cheng ordenó que aquellos con reportes que entregar se apresuraran a hacerlos mientras los demás podían tomar un descanso antes de presentarse al día siguiente a recibir nuevas instrucciones. Obviamente nadie se quejó, pues todos conocían bien lo largo del temperamento de su líder.

Frustrado y sin dirigirse nadie, sosteniendo ridículamente el muñeco que compró para el hijo de Wei Ying, Jiang Cheng se dirigió a su hogar diciéndose lo tonto que era por creer que sería espectacularmente recibido por alguien que no lo veía con los mismos ojos y que disfrutaba de tomar a la ligera todo lo que lo rodeaba.

Su mal humor aumentó al darse cuenta que los perros de la Secta y Fairy corrían haciendo un gran alboroto por los campos de entrenamiento, adivinando que de nuevo su orden de mantenerlos lejos de la residencia fue ignorada; bueno, de esa manera al menos podría sujetar por un tiempo a Wei Ying hasta que los perros estuvieran lejos, se consoló.

Desgraciadamente y como si las cosas no pudieran empeorar, apenas puso un pie dentro de su hogar notó que todo era un caos y que nadie parecía ser consciente de su regreso.

Mientras caminaba esperando saber por qué rayos había montones de libros y pergaminos regados por el suelo junto con varias flechas clavadas en las paredes y por las cuales exigiría una razón en verdad buena para que estuvieran ahí, escuchó las voces de Jin Ling y Wei Ying discutiendo como si la vida se les fuera en ello, por lo que su ya creciente mal humor solo se acentuó al acercarse al salón donde esos dos cabezas huecas discutían.

Jian Cheng sinceramente quedó sin palabras cuando vio que el salón estaba en peores condiciones que el pasillo, pero aquello no le preocupó tanto como la escena que presenciaba: Jin Ling gritaba a todo pulmón que Wen Ning hiciera algo para liberarlo de las mortales manos de Wei Ying al mismo tiempo que trataba de impedir ser obligado a comer del plato que su agresor sostenía, luchando también por romper la tela de su túnica que era apresada por dos flechas y que le impedía huir lo más lejos que sus pies se lo permitieran.

—… ¡¿Qué rayos?!

La fuerte voz de Jiang Cheng llamó la atención de los presentes, pero no el tiempo necesario.

—Hola, Jiang Cheng —saludó Wei Ying como si nada antes de volver a amenazar con la cuchara a Jin Ling—. ¡Deja ya de quejarte y abre la boca!

—¡No! ¡Definitivamente esta vez moriré! —contestó Jin Ling logrando golpear el tazón que el patriarca sostenía, mandándolo hasta la pared más cercana junto a su contenido.

—¡Oye, mi sopa! —protestó Wei WuXian.

—¡Eso es veneno!

—¿Te atreves a decir algo así cuando te alimento? ¡Wen Ning, ve por más!

—Sí, maestro —el general, que se mantuvo al margen del caos hasta ese momento, tomó el tazón del piso y se dispuso a seguir las indicaciones dadas.

—¡No, Wen Ning, no! —lloriqueó Jin Ling—. ¡Te digo que moriré!

—Eso dijiste ayer —aprovechando que el adolescente bajó la guardia, Wei Ying se sentó en sus piernas imposibilitando que huyera—; mírate, Jin Ling, tan vivo que gritas como si te estuviera torturando.

—¡Porque eso es lo que es! —dijo el joven maestro—. ¡Quítate de encima, pesas una tonelada…!

—¿Me pueden decir qué mierda está pasando en MI hogar? —bramó Jiang Cheng completamente harto de ser ignorado.

Wei Ying miró a Jiang Cheng como si todo estuviera en orden y calma, pasando por alto que todo estuviera hecho un caos fácilmente comparable a una batalla campal.

—Jiang Cheng, Jiang Cheng, ¿Qué no es obvio? —repuso Wei WuXian despreocupado—. Estamos en medio de la cena.

—¿Llamas a esto cena? —se quejó el hombre señalando el caos—. ¿Qué tipo de cena de mierda es esta?

—Oye, cuida tu lengua —rio el patriarca—. Eres un mal ejemplo para los niños.

—Tío, por favor… —llamó Jin Ling empujando suavemente a Wei Ying—, has que pare.

Ente tanto, tronando los nudillos, Jiang Cheng se acercó.

—Compórtate como el adulto que se supone eres —dijo tomando al patriarca de la mano—. ¿Qué rayos se supone que pasa aquí, Wei Ying?

—Me comportó como el adulto que soy, ¿Qué más? —repuso Wei Ying con calma—. Estoy alimentando a Jin Ling y él no hace otra cosa que quejarse.

—¡Eso ni siquiera es comida! —se quejó Jin Ling libre al fin de su verdugo.

—¡Vamos, hieres mis sentimientos!

—Sigo esperando que ambos se expliquen —gruñó Jiang Cheng.

—Wei Ying quiere matarme —dijo Jin Ling ganándose una palmada en el hombro por parte de Wei WuXian.

—¡Te estoy alimentando!

—¡No es así! —volvió a quejarse el adolescente—. Tío, Wei Ying tiene tres días dándome cosas que no se pueden comer y usa a Wen Ning para obligarme a comerlas… no lo dejes meterse en la cocina, apesta cocinando.

—Eso ya lo sé —dijo Jiang Cheng—. ¡¿Quieren los dos estarse quietos?! —bramó al estar en medio de ambos deteniendo las manos de Wei Ying que trataban de pellizcar al adolescente que se defendía.

—¡Pues dile a Jin Ling que sea agradecido y coma! —protestó Wei Ying—. Mira que me la he pasado atado a la cocina para que coma y él hace todo un alboroto por nada.

—Eso es porque solo tú te atreves a llamar a “eso” comida —refutó Jin Ling señalando las sobras en el piso de lo que parecía ser una sopa.

—Mi comida es bastante buena —se defendió Wei WuXian—, que tengas un mal paladar no es mi culpa.

—Tío, de verdad es horrible —prosiguió Jin Ling—. Ayer quiso hacer unos bollos de carne que sabían tan mal como se veían… creo que todo estaba crudo y aún así me obligó a comerlos.

—¡Hey! Jin Ling, tu fuiste el que pidió los bollos en primer lugar.

—Yo dije que quería ir al puerto por unos bollos y tú insististe en prepararlos —dijo Jin Ling—. Apesto a qué nunca has visto cómo se preparan.

—He visto cientos de veces como se preparan —ahora Wei Ying gruñía con los brazos cruzados sobre su vientre.

—Entonces no tuviste un buen ejemplo —sentenció Jiang Cheng—. ¡Detente ya, Wei Ying!

—¿Qué no tuve un buen ejemplo? —cuestionó el patriarca dejando de pinchar los brazos de Jiang Cheng—. Shijie se entristecería al escucharte; he hecho todo como ella lo hacía.

Tras guardar silencio unos segundos, Jiang Cheng habló:

—En ese caso, eres tú el que no debe entrar en la cocina.

—¿También tú? Puede que Jin Ling tenga razones para dudar de mi excelencia culinaria, pero tú no has probado mis comidas.

—No lo hagas, tío, vas a morir… ¡Oye, eso duele!

Jiang Cheng llevó una mano a su rostro mientras Wei WuXian y su sobrino volvían a discutir, tratando de pensar qué había hecho de malo para ser castigado de tal manera por dos cabezas huecas que peleaban cosas sin sentido sentados en el piso del salón hecho un verdadero caos.

Justo en el momento en que Jin Ling aseguraba que el arma más letal que Wei WuXian poseía no era Wen Ning si no sus pésimos dotes en la cocina, el general fantasma apreció sosteniendo otro cuenco con la mortífera sopa preparada por su maestro.

Apenas Jin Ling lo vio corrió lo más lejos que sus pies se lo permitieron, pensando que ni todo el cariño que sentía por su maestro podía ser suficiente para medio morir a causa de las cosas que le daba de comer.

—¡Vuelve aquí, Jin Ling!

—Maestro, aquí está la sopa —dijo Wen Ning observando al adolescente huir—. ¿Debo ir tras él?

—¡Ah, Wen Ning, te tardaste demasiado! —sonrió Wei Ying—. No creo que puedas ir de nuevo por Jin Ling, mira la cara de enfado de Jiang Cheng; seguro te parte en dos con Zidian si hacemos más alboroto.

—Oh… lo siento por eso, Líder de Secta —dijo Wen Ning dirigiéndose a Jiang Cheng—. No era mi intención que todo acabara así, pero el Joven Maestro Jin y el maestro Wei Ying no se ponían de acuerdo y...

—Todo es culpa de Wei Ying —interrumpió Jiang Cheng cansado.

—Jiang Cheng, eres tan malo como Jin Ling —Wei Ying estiró los brazos sobre su cabeza antes de llevarlos a su estómago—. ¿Por qué no solo son agradecidos con que les haga una deliciosa comida?

—¿Esto te parece delicioso? —preguntó escéptico Jiang Cheng mirando el tazón de sopa que aún sostenía Wen Ning.

—Sí, me lo parece.

—¿Lo has comido?

—Y he sobrevivido.

—¿Qué se supone que es?

—Sopa de raíz de loto, la misma que shijie preparaba para nosotros —dijo Wei Ying tomando el tazón para llevarlo a su boca—. ¿Ves? Si yo puedo comerlo también otros deberían ser capaces de hacerlo.

Esa era una buena lógica, sin embargo, había algo en la maliciosa sonrisa de Wei WuXian que sembraba dudas en Jiang Cheng; por otro lado se encontraba el hecho que alguien como él se tomará la molestia de meterse a la cocina cuando solía ir por el camino mas fácil al decir que comer afuera o pedir que se les cocinara era mucho más práctico, por lo que bien valía la pena hacer el intento de averiguar si en realidad la sopa podía matar a cualquier.

Así, murmurando un “espero no morir” y bajo la atenta mirada de Wen Ning y Wei Ying, Jiang Cheng tomó el cuenco de sopa y le dio un largo trago.

Inmediatamente probó la sopa Jiang Cheng entendió porque su sobrino aseguraba que Wei Ying no debía entrar jamás a la cocina, pues el extremadamente e indescriptible sabor de los condimentos y picante de la misma hacía imposible no pensar que aquello, más que tratarse de un alimento, era algún tipo de veneno hábilmente elaborado.

Ni siquiera él que estaba tan acostumbrado como Wei WuXian a las especies y condimentos fuertes podía asegurar que eso que con trabajo pasaba por su esófago era una sopa, mucho menos porque no podía distinguir las raíces de loto que deberían acompañar el intento de caldo que más tarde se ocuparía de abrir un agujero en su estómago.

Aun así, y porque Wei Ying parecía tener gran confianza en su sopa, Jiang Cheng logró pasar el primer trago de aquel veneno que casi comía Jin Ling, tratando con toda su voluntad comer un segundo sorbo de ese brebaje que en nada se parecía al que shijie preparó para ellos en el pasado.

—¿Y?

—No… no está tan mal —contestó Jiang Cheng haciendo un esfuerzo por mentir.

—¡Ja! ¡Te lo dije, Wen Ning! —la sonrisa victoriosa de Wei WuXian pareció iluminar la habitación—. Y tú diciendo que no sé cocinar.

—… es solo porque mi hermana lo dijo muchas veces —dijo Wen Ning.

—Lo que pasa es que no todos saben apreciar mi deliciosa cocina… —Jiang Cheng pensó que más bien pocos valoraban tan mediocremente su vida—. Por cierto, Jiang Cheng, ¿Qué es eso que sostienes desde que llegaste?

Curioso y hábil, Wei Ying tomó la bolsa que estaba a un lado de Jiang Cheng, burlándose de paso de su mueca al notar que seguía siendo hábil para tomar objetos que le llamaban la atención.

—Es solo algo que encontré —repuso Jiang Cheng tratando de no mostrar emoción alguna.

—¡Jajaja! Siempre dices lo mismo cuando llegas con un obsequio nuevo para mi hijo o para mí —dijo alegre Wei Ying—. Pero reconozco que tienes en verdad muy buen gusto y una gran dedicación para complacerme.

Era verdad, pensó Jiang Cheng; la habitación de Wei Ying se encontraba casi repleta de todos los obsequios que le hacía y con los que buscaba hacerse un lugar en su corazón. Gracias a eso Wei WuXian podía presumir de las bellas y delicadas ropas que vestía y que le sentaban de maravilla al acentuar con dignidad su embarazo, podía también imaginarse a su hijo durmiendo cómodamente en la hermosa cuna de madera que tenía varias flores de loto hábilmente talladas en ella, de la misma manera en que apenas podía ser paciente hasta el momento en que pudiera vestirlo con la ropa tan bonita que tenía lista para recibirlo entre sus brazos, o para jugar con el mundo de juguetes que tanto Jiang Cheng como Jin Ling le entregaban a la menor oportunidad posible.

Pero eso no era tan importante como ver la reacción de Wei Ying al ver el nuevo regalo que le hacía el Líder de Secta, por lo que éste fijó su mirada en la expresión de sorpresa y diversión del doncel al sostener entre manos el muñeco en forma de perro que sería de su hijo.

—Retiro lo dicho —sonrió el patriarca—, tienes un mal gusto innegable.

—¿Qué? ¿Qué hay de malo?

—¡Nos estás dando un mini Fairy! —rio Wei Ying jugando con el muñeco—. ¿Qué tal si al niño no le gustan los perros?

—Le gustarán —afirmó Jiang Cheng cruzando los brazos.

—¡Ah! ¿Por qué estás tan seguro?

—Me encargaré que le gusten —repuso Jiang Cheng—. Pero si no lo quieres dámelo, seguro Jin Ling lo apreciará más que tú.

—¿Y quién ha dicho que no lo aprecio? —protestó Wei Ying negándose a entregar el perro—. ¿Tu oíste algo así, Wen Ning?

—No, maestro.

—… entonces, ¿De verdad te gusta?

—¡Claro! Me gusta tanto como la gallina que alguna vez me regalaron.

Wen Ning pareció sonreír bajo su inmutable expresión, por lo que Jiang Cheng tuvo deseos de preguntar a qué maldita gallina se refería Wei Ying; sin embargo, por experiencia sabía que el tipo de sonrisa que el Patriarca le había mostrado solía tener relación con Lan WangJi, así que prefirió desviar el tema al ordenar que alguien limpiará el desastre del salón y los corredores antes que se supiera que en su ausencia Wei Ying tenía el mando dentro de Lotus Pier.

Wei WuXian ofreció que tanto su persona como Wen Ning ayudarán con el desorden al tener parte de la responsabilidad por el mismo, más fueron dejados de lado al recibir como respuesta que un zombie y un gestante estorbarían en lugar de ayudar, por lo que riendo Wei Ying dijo que ese caso podía ir a atormentar un poco más a Jin Ling antes que su escasa fuerza lo llevará de vuelta a la cama.

Jiang Cheng gruñó que no le importaba lo que hiciera mientras se mantuviera lejos de él, ordenando de paso que preparan agua caliente para tratar de tomar un baño que le permitiera relajarse antes de volver a atender sus obligaciones dentro del puerto.

De esa manera, mientras Wei WuXian sostenía el muñeco en forma de perro y le decía a Wen Ning que debían buscarle un nombre, Jiang Cheng se dirigió a sus aposentos totalmente satisfecho por la buena reacción que su regalo recibió.

Fue una desdicha que su baño se demorará cortesía del montón de peticiones que debía atender a la brevedad posible y que se acumularon durante el tiempo que estuvo ausente, por lo que bastante fastidiado se dijo que debía encontrar una forma de seguir siendo el orgulloso líder de Yunmeng sin descuidar el tiempo que podía pasar con Wei WuXian.

Tal deseo parecía imposible de alcanzar porque constantemente surgían problemas con los que lidiar a cualquier momento del día, tanto así que tampoco podía prometerse que al menos contaba con las escaras horas de la noche para ser el soporte de Wei Ying

El resto de la tarde tuvo que atender las quejas de los residentes del puerto que pedían se exterminaran unos cuantos e insignificantes fantasmas que merodeaban por los lagos, leyó detenidamente los reportes que los Maestros le entregaron, ordenó de nuevo que se llevaran a los perros lejos del histérico patriarca y autorizó unas cuantas cacerías en las que no era necesaria su participación.

Finalmente, ya con la noche en Lotus Pier, fue libre de pedir agua caliente para tomar un baño que lo relajara e hiciera olvidar el escándalo cortesía de su sobrino y el patriarca, adivinando que éste insistía en que el adolescente probará su sopa venenosa.

Ya que ese no era su problema, Jiang Cheng se dirigió a su habitación en cuanto le informaron que podía sumergirse en la tina llena de agua caliente, agradeciendo gozar de algunos minutos para su persona.

Lo primero que hizo fue dejar a Sandu sobre la cama para después proseguir a quitarse la ropa que cubría su cuerpo que, aunque no era tan musculoso, sí se consideraba digno de admiración pese a la gran cicatriz que cubría su pecho. Después se deshizo de la cinta con la que sujetaba su cabello, buscó un cambio de ropa y sin más demoras dejó que el agua caliente se llevara cualquier agitación que pudiera tener.

O al menos lo intentó porque (justo como sucedía cuando tenía tiempo libre) sus pensamientos volaron al montón de posibilidades que se extendían ante él al tener a su lado a la esposa fugitiva de  Gusu.

Considerando las probabilidades y las palabras de Wei WuXian, podía ser que al final de todo y en vista a la falta de actividad de los Jades de Gusu, que en verdad se llegará al acuerdo de invalidar el matrimonio de Wei Ying y Lan WangJi, lo que le daría una buena ventaja para tomar el afecto que quedaría sin dueño.

Pero tampoco debía olvidar que los Lan eran estirados y fastidiosos, por lo que seguramente buscarían una forma de joderlo solo para mostrar lo intachable de su conducta… Bien, podían intentarlo, de cualquier manera no se los dejaría fácil.

Jiang Cheng se dejó caer dentro de la tina pensando que después de bañarse tendría que asegurarse que Jin Ling y Wei Ying no causarán más desperfectos, pues sinceramente merecía un buen descanso después de estar lejos del puerto y de lidiar con el desorden que sin consideración alguna causaban.

Sin embargo, no podía decir que en verdad le desagradó llegar al puerto y ser recibo por una sopa mortal y las quejas de Jin Ling sobre ella, porque de alguna manera no tenía problemas en repetir la situación siempre y cuando pudiera quedarse con Wei WuXian.

—Puedo acostumbrarme.

Con un suspiro largo y pesado se sumergió por completo bajo el agua sin ser consciente del momento en que alguien se atrevió a irrumpir en su momento de relajación, así que obviamente se sorprendió al sentir una manos apartando un largo mechón de cabello de su espalda.

—¿Quién mierda…? —de inmediato la luz morada de Zidian hizo su aparición, aunque solo por unos segundos.

—En serio que tienes malos modales —contestó Wei Ying esquivando lo que hubiera sido un tremendo golpe—. Y aún así te atreves a decirme eso a mí.

—¡¿Wei Ying?!

—Así me llamo —sin que le importara en lo más mínimo el shock que su presencia le ocasionaba a Jiang Cheng, Wei Ying se sentó a sus espaldas y buscó una toalla.

—¿Qué has perdido la cabeza? —casi con un grito Jiang Cheng trató (inútilmente) cubrirse.

—Todavía no, pero si sigues haciendo tanto escándalo lo conseguirás.

—¡Vete de aquí, idiota! —Jiang Cheng trató de arrebatarle a Wei WuXian la toalla con la que tranquilamente empezó a tallar su cuerpo.

—¿Así agradeces mi amabilidad? —cuestionó Wei Ying con burla—. Ahora entiendo de dónde salió Jin Ling.

—Tú, idiota… estás en mi habitación y yo estoy desnudo.

—Debes estarlo para bañarte, ¿No lo sabías? —canturreó el patriarca que seguía en lo suyo sin tomar en cuenta la incomodidad de Jiang Cheng.

—… de verdad que no estarás conforme hasta volverme loco —dijo Jiang Cheng—. Vete por dónde entraste antes que alguien sepa que estás aquí.

—Jiang Cheng, Jiang Cheng, llevas días diciendo que por una vez en tu vida te gustaría que alguien te ayudará a bañar y ahora que lo hago protestas —repuso Wei Ying—. Deja de hacer tanto alboroto, antes nos bañábamos juntos; no es como si fuera la primera vez que te veo así.

—Lo hicimos un par de veces cuando éramos niños, imbécil —pese a las palabras del doncel, Jiang Cheng se quejó—.  ¿Por qué no usas esa cabeza tuya para pensar?

—Vamos, no es para tanto —dijo Wei Ying buscando una jícara para mojar la cabeza del líder—. Tampoco es como si tuvieras algo extra por ahí… ¿O sí?

—¡Cállate y lárgate!

—¡Hey!

—Siento lástima por tu hijo… seguro crecerá lleno de traumas gracias al poco juicio que tienes —aunque seguía quejándose, Jiang Cheng ahora dejaba que Wei WuXian lavará sus brazos porque la sensación era agradable.

—¡Jajaja! ¡Qué cruel! —Wei WuXian salpicó un poco de agua—. ¿No crees que seré una buena madre? ¿Por qué piensas tan mal de mí? Mira a Lan SiZhui y a Lan JingYi, son buenos niños y grandes maestros.

—Porque Lan WangJi los ha educado —contestó Jiang Cheng—. Si esos niños se hubieran quedado bajo tu cuidado, seguro serían una desgracia para los Lan.

—¿Y qué me dices de Jin Ling? No puedes negar que ha mejorado mucho bajo mi mano.

—Jin Ling siempre ha sido capaz e inteligente —gruñó de nuevo Jiang Cheng—. Lo único que has hecho es mimarlo al punto de volverlo malcriado.

—¿Y eso te molesta también? ¡Hombre, tú y Lan Zhan son muy fríos y estrictos! —comentó Wei WuXian—. ¿Qué tiene de malo ser amoroso con Jin Ling? Yo siento lástima por él, mira que pasar tantos años bajo tus amenazas…

—¿Te has puesto a pensar en el daño que le harás al irte? —ahora Jiang Cheng se quejaba—. Querrá que todo mundo lo trate como si fuera un niño que merece todas las atenciones del mundo.

—Si eso te preocupa tanto, quédate tranquilo —sonrió Wei WuXian—: a dónde sea que vaya me llevaré conmigo a Jin Ling y le daré todo el amor del mundo.

—¿Crees que permitiré tal cosa? ¿Quién te crees que eres para decidir tal absurdo?

—Soy el temible Patriarca Yiling —se burló Wei WuXian—, y soy su tío. Además, no es como si te esté pidiendo permiso, sólo soy lo suficientemente amable para decirte que Wen Ning y yo no los llevaremos.

—¡No me hagas reír! —ahora Jiang Cheng se reía por las palabras que escuchaba—. ¿A dónde planeas ir con dos niños y un zombie? ¿A Cloud Recesses? ¿A Yiling?

—No lo he pensado, pero me llevaré a mis dos niños y a mí zombie a donde sea que me lleven mis pasos.

—Siento mucha pena por ese niño… —se quejó Jiang Cheng acomodándose contra la tina.

—¡No debes! —rio Wei WuXian salpicando agua al rostro de Jiang Cheng—. Mira, le gusta tanto la idea que se mueve en mi interior… ¿Lo sientes?

¿Cómo podía Wei Ying mantener la calma bajo esas circunstancias? Sin duda todo se debía a la ligereza de su carácter y a que no veía lo malo de estar en su habitación ayudándole a tomar un baño, se dijo Jiang Cheng cuando tuvo que girarse para tocar el vientre de Wei Ying.

Justo como él lo dijo, su niño se movía alegremente sin saber que un acto tan inocente alteraba los sentidos de Jiang Cheng que podía ver, bajo la delgada tela de la túnica blanca que el Patriarca YiLing usaba, unos pezones erguirse a causa del frío.

Tal visión solo le recordó al Líder de Secta las palabras que aseguraban que no había nada de malo en tener relaciones durante el embarazo, tanto que involuntariamente se imaginó sumergiendo a Wei WuXian a la tina para sentarlo sobre su regazo al mismo tiempo que acariciaba esas piernas que moría por besar, para después llegar a su centro con una sonrisa que se intensificaría al hundir su miembro entre ellas.

¿Wei Ying gemiría con fuerza? ¿Se aferraría a sus hombros suplicando por más? ¿Qué sonido harían sus cuerpos al chocar tan eróticamente? ¿Qué tan dulces serían esos pechos que lo hacían delirar…?

—Eres un pervertido, Jiang Cheng.

Guiando los ojos hasta la burlona mueca de Wei Ying, Jiang Cheng se dio cuenta de lo lejos que dejó volar su mente, sintiéndose de paso como un adolescente que se excitaba por todo.

—Lárgate —dijo dándole la espada a Wei WuXian, queriendo minimizar su humillación.

—Es normal ¿Sabes? —contestó Wei Ying retomando la toalla con la que lavaba la espalda de Jiang Cheng—. Además, no es como si fuera la primera vez que veo uno; por si no lo has notado, fue uno el que me embarazó.

—¿Puedes… puedes solo dejarme solo? —bien, ahora Wei Ying de verdad se burlaba de él.

—¿Para qué? ¿Te ocuparas de él?

—¡Vete ya, Wei Ying! —bramó Jiang Cheng tan avergonzado como furioso.

—Oh, y yo pensé que me pedirlas que te eché una mano.

Jiang Cheng se puso en pie tan abruptamente que además de sorprender al burlón Wei Wei, salpicó agua sobre la ya ligera ropa que vestía, haciendo que sus miradas se encontraran en una situación de verdad muy comprometedora para ambos.

Aun sí el hombre salió de la tina y se paró con su orgulloso cuerpo desnudo frente al inalterable doncel que lo observaba sin pizca de miedo o incomodidad, buscando las palabras adecuadas para frenar eso de lo que más tarde alguno de los dos podría arrepentirse.

—Tú… hay un límite para tus bromas…

—¿Por qué crees que bromeó, eh? —contestó Wei Ying tomando por sorpresa al Líder de Secta: sin vacilación sostenía entre sus dedos ese pene erecto frente a él—. Soy yo el responsable que estés así y si lo piensas detenidamente, es un halago que reacciones ante mí a pesar de mi estado.

—… Wei Ying —Jiang Cheng cerró los ojos por un segundo, pero rápidamente los abrió para no perderse ni un segundo de la vista que solo vio en sus fantasías.

La mano de Wei Ying se movía con tanta parsimonia y habilidad que no resultaba difícil suponer porqué era tan bueno al acariciar de ese manera el sexo que sostenía, logrando que por un momento Jiang Cheng odiara con fervor a Lan WangJi: si él había disfrutado antes de esas caricias seguramente disfrutó también de más de esos eróticos toques.

Pero Lan WangJi no era quien recibía esa atención en la habitación llena del húmedo vapor del agua de la tina de baño, de hecho estaba tan lejos que nadie más que ellos sentían el calor de las caricias de Wei Ying dejándose llevar por el placer que le proporcionaban y eso, sin duda alguna, era la victoria más grande de Jiang Cheng.

En silencio y mientras la respiración de Jiang Cheng se volvía más pesada, Wei Ying acariciaba el pene duro y caliente del hombre que sentía por él algo más que amor fraternal, pues de ser así no estaría tan excitado ni murmuraría su nombre rosando suavemente sus mejillas.

Estaba mal, muy mal, Wei Ying lo sabía, pero no por eso sus manos se detenían ni soltaban los testículos que se sentían pesados y a punto de estallar; no podía detenerse ahora que había cruzado esa línea que fingió no ver durante los últimos meses donde la ausencia de su esposo carcomía su corazón y lo llenaba de miedo y soledad, sentimientos que buscaba alejar de él con la última persona a la que debía acudir por consuelo.

¡Si solo fuera Lan Zhan y no Jiang Cheng no dudaría en llevar ese miembro a su boca! ¡Si solo fuera Lan Er gege se sentiría excitado y eufórico! ¡Si tan solo fuera el Segundo Maestro Lan ya habría rogado por ser tomado sin piedad y con pasión…!

—… alto, Wei Ying.

Pero era Jiang Cheng quien le permitía seguir, era su hermano y no su esposo quien estaba a punto de estallar sobre sus manos.

—Esta bien, puedes terminar.

—Tsk...

Jiang Cheng no resistió más las caricias de Wei Ying, alejándose de él para evitar que su semen acabara ensuciándolo por un temor absurdo de ir más lejos. Así, con un largo y ronco suspiro dejó que ese placer acabara manchando la palma de su mano.

Wei WuXian lo observó sin decir nada, sabiendo que no existan palabras adecuadas que los ayudarán a salir de esa situación, aunque ciertamente anheló mucho más que antes a Lan WangJi y su perdón por lo que había hecho.

—Wei Ying… —Jiang Cheng buscó llegar a los labios del doncel que permanecía sentado frente a él dispuesto a hablar de una vez por todas todo lo que hasta el momento calló y que ya no podía guardarse más—, Wei Ying...

Antes que alguno de los dos pudiera hacer algo, el llamado a la puerta de la habitación hizo que volvieran las caras hasta la misma.

—Disculpe, Líder de Secta —pidió la voz de uno de los sirvientes—, hay una persona que pregunta por usted y por Wei WuXian.

—¿Quién rayos hace tal cosa a esta hora? —gruñó Jiang Cheng buscando algo con lo que cubrirse.

Mientras tanto, Wei Ying sentía curiosidad.

—El-el Maestro Lan Qiren, señor.















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