XIX

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Wei Ying observaba el techo de la habitación que se sentía increíblemente grande y fría mientras pensaba en su situación.

Injustificadamente se encontraba molesto con Lan Zhan por lo mucho que su ausencia le afectaba y es que por más que quería confiar en que todo se solucionaría, no veía llegar el momento de estar otra vez a su lado.

¿Por qué tardaba tanto en ir por ellos para llevarlos al jingshi? ¿Cuánto tiempo más tendría que sonreír fingiendo que se encontraba bien y sin preocupaciones? ¿De verdad la situación era tan mala en Cloud Recesses? ¿Qué pasaría con ellos y todas las promesas que se hicieron?

Obviamente Wei WuXian sabía que había muchas personas en su contra y que no podía esperar que todo se resolviera con facilidad, pero eso no le bastaba cuando temía enfrentarse al mundo con su hijo y sin la ayuda de Lan WangJi, por lo que la tristeza se apoderaba lentamente de su corazón.

¿Dónde estaba su Lan Zhan para decirle que no había nada de que preocuparse? ¿Por qué no estaba a su lado compartiendo la felicidad de volverse padres? ¿Acaso no pensaba que esa separación lo lastimaba tanto como a él?

Una sonrisa se dibujó en los labios de Wei Ying al sentir que su hijo (que parecía tener grabada la más molesta regla de Cloud Recesses en la sangre al despertar a las cinco de la mañana) hacía todo un alboroto en su interior.

Sin duda su hijo sería tan enérgico como Lan Zhan, se dijo el patriarca, tanto que ya se lo imaginaba despertándolo apenas amaneciera para que jugarán antes de asistir a las lecciones que todo joven miembro de la Secta Lan debía tomar para volverse un gran cultivador.

¿A quien se parecería su amado y ansiado primogénito? La idea de tener una pequeña y apuesta versión de HanGuang Jun se le antojaba demasiado, en especial porque siempre habría bromeado sobre la pena que le causaba no haber conocido al Segundo Maestro Lan en su niñez, añadiendo que no lo imaginaba como un pequeño totalmente serio y maduro.

Sin embargo, si su hijo se parecía a Lan Zhan y ellos no estaban juntos, ese parecido podría traerle dolorosos recuerdos del breve, pero maravilloso tiempo en que todo fue felicidad.

Aún así, meditaba el patriarca, nada cambiará el gran amor que sentiría por él.

—Oye, oye… —dijo Wei WuXian acariciando su estómago—, ya que estás despierto y te mueves tanto que no me dejas dormir ¿te importaría decirme si serás mi hijo o mi hija? ¡Debemos pensar en un buen nombre para ti!

Wei Ying, al igual que Jin Ling y Jiang Cheng, pasaba gran parte de su tiempo libre (que era mucho desde que ya no podía ir de caza gracias a su avanzado estado) buscando nombres para el niño que nacería en cuanto llegará la primavera, solo que a diferencia de sus anfitriones la búsqueda le significaba pasar por momentos agridulces al tener que hacerlo sin la persona que más amaba.

Todos los besos, caricias, abrazos y más que compartieron y que les otorgaron la dicha de hacer crecer su pequeña familia quedaban atrás ahora que no contaban con Lan Zhan cuidándolos y mimándolos, y eso sin duda era un golpe duro para el corazón de Wei Ying…

—¡Hey! ¿Qué te sucede tan temprano? —se quejó el Patriarca YiLing cuando un repentino movimiento desde su interior hizo que se sobresaltara—. ¡Tu madre no es un estanque donde puedas nadar y hacer a tus anchas! Se un poco más considerado conmigo, es demasiado temprano.

Wei WuXian rio cuando su hijo volvió a agitarse, preguntándose qué le pasaba a ese niño que no consideraba sus hábitos de sueño. Seguramente nada malo, se dijo, por lo que culpó a Lan Zhan por heredarle esa inagotable vitalidad que lo dejaba al borde del desmayo, a su dulce e inocente hijo que no imaginaba las penurias por las que lo hacía pasar.

Sentir todo ese ajetreo no le molestaba, al contrario le divertía tanto como entretenía, solo ocurría que a medida que su embarazo progresaba se daba cuenta de las limitaciones que este traía consigo gracias a su hinchado vientre que evidenciaba la buena salud de la que gozaban.

Aun así una de las cosas que más lamentaba Wei Ying era no ser capaz de dormir todo el tiempo como lo hizo durante las primeras semanas de su embarazo, aunque claramente eso no era nada si lo comparaba con todas las demás dificultades por las que atravesaba ahora que su hijo era fuerte y continuaba creciendo.

Por ejemplo, ahora que era grande y redondo como una sandía (Jin Ling le decía que justamente eso parecía) necesita ayuda de alguien para hacer cosas que antes no implicaron dificultad alguna como calzarse o agacharse, pues cada ocasión en que lo hacía tenía la sensación de oprimir terriblemente su interior; a eso se le sumaba también el dolor de espalda que lo aquejaba casi todo el día, el anormal cansancio tras caminar por unas horas, los incontenibles deseos por comer ciertos alimentos que lo atacaban sin aviso y tregua a cualquier momento del día o noche y, en menor medida, la sensibilidad en sus pechos.

A decir verdad Wei WuXian estaba acostumbrado a esto último gracias a HanGuang Jun y sus voraces labios que mordían y succionaban sus pechos cada vez que hacían el amor en los rincones de Cloud Recesses o en el jingshi, provocándole un exquisito dolor al que era adicto y que no había probado en mucho tiempo.

Por eso, ahora que se encontraba en Lotus Pier, lamenta ya no gozar de esos hambrientos labios y de ninguna otra de las atenciones de Lan WangJi.
Saberlo hacía doler con intensidad el pecho de Wei WuXian, en especial cuando, pese a estar rodeado y bien procurado por Jiang Cheng y Jin Ling, no dejaba de añorar volver a los brazos que tenían por regla abrazarlo cada noche antes de dormir.

Wei Ying no se quejaba porque no quería sonar grosero ni descortés, más sabía que sin importar qué tan buenas y atentas fueran las personas que lo procuraban, sencillamente sus cuidados no eran los que tanto añoraba y que eran acompañados por el tenue, pero embriagante olor a sándalo de su esposo.

Girándose sobre su lado izquierdo en busca de una mejor posición para descansar, Wei Ying recordó la voz cálida y estricta de Lan Zhan cuando le decía que era hora de despertar, así como la forma en que guardaba silencio ante sus protestas y ruegos por un poco más de descanso.

—Lan Zhan, es tu culpa que acabe tan cansado cada noche y que no quiera despertar cuando me lo pides —solía decirle enredándose más entre las mantas que olían a sándalo—; deja que duerma más, debes compensarme por tenerme toda la noche despierto.

—Wei Ying...

Entonces, tras escuchar sus razones, Lan Zhan se agachaba sobre su cuello para besarlo con ternura y pasión al mismo tiempo que repasaba las marcas que antes había dejado en él.

De esa manera, Lan Zhan lo desnudaba lenta y delicadamente para llevarlo en brazos hasta la tina llena de agua caliente que previamente preparó para él, lo metía en ella con la misma delicadeza y empezaba a lavar su cuerpo mientras él se dejaba hacer sin preocuparse por algo más que disfrutar de las atenciones de su esposo.

Pero siendo Wei Ying quien era, buscaba (ya despierto a mitad del baño) hacer que Lan WangJi se uniera a él al tomarlo de las manos para guiarlas a su pecho o intimidad, invitándolo de esa manera a perder aquella compostura que parecía inquebrantable.

Lan Zhan solía gruñir, pensó divertido el doncel, aunque eso no significaba que no aceptará participar en sus juegos, en especial cuando a esas alturas solía masturbarse para tentar aún más a su esposo que no dudaría en entrar con él a la tina o llevarlo a la cama para hacerle el amor apasionadamente hasta que su garganta quedará seca.

—… piedad, HanGuang Jun —pedía Wei Ying en medio del éxtasis que le provocaba ser tomado por el fuerte cuerpo de Lan WangJi—, Lan er gege, ten piedad de mí.

Por supuesto Lan Zhan no tenía piedad alguna con él porque, aunque solía ser sereno, respetuoso y correcto, perdía con una ridícula facilidad su admirado temple cada vez que el descarado, burlón y sonriente Wei WuXian lo incitaba a perderse entre los contornos de sus pieles, gracias a que no había nada en el mundo que disfrutará más que acabar con la racionalidad del patriarca que terminaba por aferrarse a su espalda al mismo tiempo que le pedía piedad después de haberlo provocado descaradamente.

Wei Ying lo sabía y justo por esa razón no vacilaba al tentar a HanGuang Jun para que rompiera la última y estúpida regla puesta por Lan Qiren para controlar la intensidad con la que se amaban: No hacer lo cotidiano con el respetable caballero.

Meditando sobre ello fue inevitable para Wei Ying reír en medio de la oscuridad que lo rodeaba, todo debido a que no olvidaba la obvia frustración y vergüenza que cubrió la cara del solemne Lan Qiren el día que decidió que se tallara sobre el muro de reglas la nueva consigna, misma que levantó montones de preguntas ya que nadie parecía entender a lo que se referían las palabras grabadas en la piedra.

Wei Ying había reído tanto ese día al notar la contrariedad reflejada en su esposo que se olvidó por completo de hacer otras travesuras, y es que se concentró en averiguar qué haría Lan Zhan para poder seguir al pie de la letra las reglas que tan impuestas estaban en él, al mismo tiempo que seguían compartiendo su lecho todos los días.

Pero lo que más diversión causaba en el doncel al recordar ese día, era la solución que le dio Lan WangJi: esa la noche, justo antes de apagar las velas que alumbraban el jingshi, puso en él el hechizo silenciador de la Secta Lan.

—Todos los días… —fue lo único que pronunció Lan Zhan mientras Wei Ying casi se ahogaba por la risa que rápidamente fue reemplazada por placer.

Sin embargo, el placer y amor que le permitió concebir parecía un sueño muy difuso ahora que estaba lejos de Lan Zhan y sin saber qué hacer en cuanto naciera su hijo.

Y de nuevo Wei WuXian se enfadó con Lan WangJi mientras sujetaba su vientre; si de verdad él estaba buscando la manera de estar juntos, ¿Por qué no estaba en Lotus Pier diciéndole que volvieran a Gusu con la misma terquedad que empleó meses atrás?

—… quizás lo hice enfadar —razonó Wei WuXian, pues después de tantas negativas y peleas sobre lo mismo resultaba muy probable que alguien como su esposo, que nunca le negaba nada, finamente estuviera harto.

Sin embargo, se defendía el doncel, Lan Zhan debía entender que dejó su hogar preocupado por su buen nombre y la relación con la Secta Lan, creyendo que de esa manera demostraría que no deseaba ocasionar riñas entre ninguno de sus miembros.

Aún así, y sabiendo que era el responsable por agotar la amabilidad de Lan WangJi, el patriarca no dejaba de pensar que de alguna manera había tomado la decisión correcta, la decisión que empezaba a pesarle más de lo que imaginó en un principio y que comenzaba a sembrar dudas en él.

¿Qué pasaría si al final de todo dejar Gusu fue realmente malo? Entonces Lan Zhan no podría hacer mucho para cumplir la promesa que se hicieron en su noche de bodas, no podrían estar juntos por el resto de sus días.

Wei Ying suspiró con tristeza; de saber que todo se complicaría tanto jamás hubiera dejado a su esposo y se hubiera quedado a su lado sin que le importará la opinión de los viejos Lan.

—Bueno, ya lo hice.

Para alejar la tristeza que amenazaba con hacerlo llorar otra vez, el doncel empezó a enumerar todas las cosas que su esposo podría estar haciendo en esos momentos.

Ya que la hora de levantarse para los Lan estaba cerca, resultaba muy probable que Lan WangJi ya estuviera de pie preparándose para iniciar su día. Seguramente tomaría un baño pese al frío que solía reinar en Cloud Recesses durante el invierno, dejando al descubierto su tonificado cuerpo que tanto le gustaba observar.

Después, ya con su solemne ropa y con la cinta de su frente perfectamente alineada, Lan Zhan solía tomaría el desayuno con otros miembros de la Secta, solo que a diferencia del tiempo en que aún estaba en Cloud Recesses no tendría que guardar espacio ni prepararle el desayuno, lo que le daría tiempo para meditar antes de impartir las clases matutinas.

Al terminar hablaría con Lan XiChen y su tío sobre las próximas cacerías nocturnas a las que llevaría a los jóvenes discípulos Lan, se tomaría un tiempo para meditar antes de ir a los jardines donde mantenía su montón de conejos y los alimentaria con su seria expresión que no daba señales de cambiar bajo ninguna circunstancia.

Lan Zhan volvería a sus habitaciones y quizás se encontraría con Lan SiZhui y Lan JingYi, hablaría con ellos por unos momentos y con algo de suerte los adolescentes podrían practicar sus habilidades con el Segundo Maestro Lan.

Su esposo comería por la tarde con los demás miembros de la Secta Gusu Lan, daría más lecciones al concluir los alimentos y de nuevo meditaría en silencio sin tener ya más responsabilidades que atender, siendo libre de volver a leer las reglas que formaban parte de su vida.

¿Lan WangJi pensaba en él? Seguro sí y eso le dificultaría concentrarse en sus deberes, por lo que se sentía un poco culpable por causarle problemas pese a ya no estar presente.

Pero eso era lo mejor, se dijo Wei Ying; con el tiempo entendería que no necesitaba al Patriarca YiLing obstaculizando su futuro al causarle problemas con la Secta, manchando su nombre gracias al pasado que aún lo perseguía.

El problema era que Wei Ying sí necesitaba a Lan WangJi, tanto que por primera vez en mucho tiempo tenía miedo por lo que pudiera pasar.

¿Podría criar solo a su hijo? ¿Le perdonaría ser tan despreciable que no tuvo más remedio que apartarlo de su padre? ¿Lo odiaría o por el contrario, trataría de entender que hizo lo mejor para todos?

No lo sabía.

No lo quería saber.

Todo en lo que quería creer era en que su Lan WangJi encontraría la manera para que volvieran a estar juntos sin que su unión resultara desagradable para nadie más y sin que su primogénito tuviera que criarse únicamente a su lado, porque, después de todo, ninguno podía ni sabía vivir sin él otro.

Por esa razón deseó volver a los días en los que no tenía preocupación más grande que seducir a Lan Zhan para hacerlo caer en sus juegos, para colgarse de sus hombros mientras le decía a HanGuang Jun que le gustaba más que la sonrisa del emperador o que dormir toda la mañana.

Desgraciadamente esos días estaban en un pasado que se veía muy distante, tanto que no le quedaba más opción que rememorar el tiempo en que no pensaron con seriedad lo que podría pasar al ignorar las quejas de los otros y cuando tampoco hablaron sobre una futura familia porque lo único en lo que se concentraron fue en recuperar todo el tiempo perdido y en el que sus corazones callaron por miedo al rechazo.

Además, razonaba Wei Ying, él mismo se confió demasiado cuando (al pasar un más de un año sin sorpresas) el número de integrantes de su familia no aumentó. Ante aquello le dijo felizmente a Lan Zhan que ya tenían a su Lan SiZhui, el hijo que muchos desearían tener y que era tan correcto como su padre.

¿De qué manera volver a esos días en lo que todo fue felicidad? ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil cuando se trataba de él…?

Con otro triste suspiro Wei WuXian acarició su vientre.

Al menos tenía a Wen Ning, a Jin Ling y a Jiang Cheng con sus extrañas palabras, meditó Wei Ying; él le decía en cada oportunidad que se le presentaba, que no tenía porque dejar Lotus Pier ni pensar innecesariamente en criar a su hijo solo porque no lo permitiría, llegando tan lejos como para ofrecerle hacerlos parte de su familia.

—Qué tonto eres, Jiang Cheng…

Y vaya que lo era al creer que dejaría que su hermano, su mejor amigo tomara la responsabilidad por acciones que en nada le incumbían y por las cuales no tenía que dar la cara. Pero desgraciadamente tampoco sabía cómo rechazar la bondad con la que Jiang Cheng le aseguraba estar siempre para él.

Por eso, sin considerarlo con la debida seriedad, se preguntaba... ¿Estaría bien aceptar la bondad de Jiang Cheng?

Jiang Cheng era muy atento con él y su hijo, y eso era algo que no podía pasar por alto con facilidad porque el Líder de Yunmeng le demostraba que podía ser amable y cuidadoso, tanto que era la primer persona en estar atenta a cualquier necesidad o capricho que surgía con su embarazo.

No obstante, no solo era complaciente con Wei WuXian, también se mostraba genuinamente preocupado cuando se quejaba de los ocasionales mareos que lo importunaban durante sus paseos por Lotus Pier, dejando que descansará apoyado en su hombro o incluso llevándolo en brazos hasta sus habitaciones, siempre siendo cuidadoso de no empeorar los mismos.

Como si aquello no fuera suficiente, Jiang Cheng interrumpía sus labores para asegurarse que tenía todo lo necesario para pasar las últimas semanas de su embarazo con comodidad, regalándole ropas más apropiadas para su estado, cambiando el mobiliario de su habitación por algo más adecuado y dejando que lo acompañara durante las noches que escuchaba a los terribles perros de la secta ladrando sin piedad alguna, confortándolo al acariciar su cabello hasta que volvía a dormir sin preocupaciones ni temores.

Con todo eso Wei Ying creía que Jiang Cheng sería un buen padre, por lo que casi resultaba una tragedia que fuera él quien lo cuidaba y no Lan Zhan, en especial cuando no podía agradecer apropiadamente ni retribuir esos cuidados que tampoco merecía.

Desafortunadamente, y si las cosas no se solucionaban, Wei Ying sabía que acabaría por aceptar a Jiang Cheng como su apoyó, lo que sería tan doloroso como injusto gracias a su miedo de criar a su hijo sin ayuda de nadie.

—… Lan Zhan, ¿Por qué tardas tanto? —sollozó Wei Ying abrazándose a la túnica de su esposo con la que dormía desde que abandonó el jingshi.

Sin poder resistir más al miedo y soledad que lo atormentaban al encontrarse en una encrucijada, Wei WuXian volvió a llorar por el peso de las decisiones de las que ahora se arrepentía y que no podía cambiar, deseando con fervor que en cualquier instante Lan Zhan llegará hasta su habitación en Lotus Pier para hacerle saber que no existan más conflictos ni razones para prolongar esa desagradable separación que lo hería profundamente.

Por desgracia, su llanto no fue escuchado por el hombre de claros ojos que estaba tan impaciente como él por tenerlo una vez más entre sus brazos, pero sí fue atendido por el Líder de la Secta Yunmeng Jiang que volvía de una breve cacería nocturna.

Para Jiang Cheng era ya una costumbre vigilar constantemente y a cualquier momento del día a Wei Ying, porque admitía (solo para sí mismo) que su nerviosismo ante el nacimiento del niño aumentaba conforme la fecha de alumbramiento se acercaba.

Por eso se sorprendió al escuchar los sollozos del doncel que estaba inusualmente despierto a tales horas, así que sin pensarlo entró a la habitación para asegurarse que nada malo estuviera pasando.

Wei Ying ignoró por un segundo el desconcierto de Jiang Cheng, optando por agradecer su presencia al pedirle con los ojos llenos de lágrimas que no lo dejara solo, no al menos en ese momento en que se sentía tan frágil.

—¿Wei Ying…? —preguntó Jiang Cheng sin tener una idea sobre cómo actuar ante el inesperado llanto que presenciaba—. ¿Qué paso? ¿El niño está bien?

—¿No preguntaras por mí? —en respuesta Wei Ying se quejó volteando a ver a Jiang Cheng.

—¿Qué te pasa? —Jiang Cheng cambió su pregunta sentándose en la cama, pasando la mano derecha sobre las mejillas llenas de lágrimas del doncel.

—…nada.

—Entonces, ¿Por qué lloras? —insistió el líder de Secta—. ¿Los perros te volvieron a asustar? Les dije que los mantuvieran lejos...

Wei Ying rio aceptando la caricia que lo reconfortaba, pensando también que Jiang Cheng de verdad podía llegar a ser un buen padre y compañero.

—Solo quédate así… —pidió Wei WuXian dejando que más lágrimas cayeran al haber tenido esa clase de pensamiento cuando la única persona que deseaba no se encontraba a su lado.

Jiang Cheng bufó, pero no dejó de acariciar a Wei Ying hasta que se quedó dormido.

Una vez que la respiración de Wei Ying fue calma de nuevo, tras comprobar que ya no había más llanto en sus ojos, Jiang Cheng lo cobijó odiando que sugiera usando una túnica de la Secta Gusu Lan para dormir cuando él le había dado ya varias túnicas de excelente calidad, pensando también en la razón por la que lloró amargamente.

—Conmigo no llorarías, Wei Ying…

Antes de salir de la habitación para disponerse a dar las primeras ordenes del día, Jiang Cheng posó la mano en el estómago de Wei WuXian y le dio un pequeño beso en los labios, preguntandose si algún día dejarían los mismos de ser furtivos.

Esperó que sí, pues moría por ser correspondido.























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