XXII

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Cuando Wei Ying se despidió de él con ternura en el muelle, Jin Ling se negó rotundamente a dejar que su más preciada (y única) figura materna lo dejará atrás, sintiéndose desplazado por los brazos que le dieron el afecto que no conoció hasta que ellos lo envolvieron.

Claramente se enfadó con su tío que no puso resistencia al ver que Wen Ning seguía en silencio a su maestro mientras, pese al frío y la oscuridad de la noche, cargaba con una buena parte de las pertenencias de Wei Ying, reprochando también que fuera el único que quería impedir que Lan Qiren se llevará a Wei WuXian.

¡Maldición! ¡Todo ese tiempo se cuidó y temió de Lan WangJi cuando no fue él quien le arrebató a Wei Ying! ¡Estúpido Lan Qiren que le robaba lo que era suyo! ¡Y estúpido su tío que guardaba silencio pese a que también había dolor en su pecho!

Oh, pero él era Jin RuLan, el futuro Líder de Carp Tower y el único que tenía derecho a estar con Wei Ying y su hijo, por lo que se negó a dejarlo ir aunque sabía que probablemente no debía hacerlo.

Jin Ling no pensó en las posibles consecuencias de sus actos decidiendo embarcarse (porque esa palabra sonaba mucho mejor que "colarse") en el mismo barco que llevaría a Wei Ying a las cercanías de Yiling, ideando un magnífico plan para convencerlo de dejar Lotus Pier y Cloud Recesses para vivir a su lado en Lanling, seguro que podría hacerse cargo de la responsabilidad de cuidarlo de una mejor manera que Lan WangJi y su tío.

Claro que para lograrlo debió esperar a que los ojos de Jiang Cheng se apartaran de su figura, exagerar su enfado que le impedía ver o hablar con otros, correr a su habitación para tomar todo el dinero que tenía junto a su espada y apresurarse al puerto para alcanzar a Wei Ying sin decirle nada a nadie sobre sus intenciones.

De esa manera y con un gran orgullo al notar que nadie en el barco se percató del momento en que bajó de Suihua, como si fuera un ladrón nocturno, buscó un lugar no muy desagradable para esconderse mientras esperaba por la oportunidad perfecta para hablar con Wei Ying y hacerlo entrar en razón.

Pero, para su desgracia, aquella oportunidad no llegó gracias a que Lan Qiren se mantuvo (como un gran y soberbio perro blanco) al lado del doncel durante buena parte de la noche.

Gracias a eso Jin Ling pasó más frío del necesario, su humor empeoró y se cuestionó qué tan grave sería si por obra de algún “accidente” el Maestro Lan cayera por la borda a las heladas aguas del Yunmeng…

Quizás intentarlo no era mala idea, se dijo haciendo memoria para recordar alguna de las travesuras enseñadas por Wei WuXian en las que podía usar un simple trozo de papel para conjurar algún espíritu inofensivo que hiciera a Lan Qiren acercarse a la proa del barco para caer al agua que se llevaría su molesta presencia, al mismo tiempo que liberaría al patriarca...

Sí, nada perdía intentándolo…

Debía intentarlo…

Sólo usaría un fantasma muy pequeño, pequeñísimo, no causaría más alboroto…

Todo lo que debía hacer era concentrar algo de energía espiritual en el trozo de papel que encontró en el suelo del lugar donde se escondía, acercarlo con discreción al agua para atraer al fantasma que le haría un favor, tomar rápidamente a Wei WuXian e huir de ahí en Suihua y despedirse de Lan Qiren y de todos los que pretendían robarle lo que era suyo.

¡Era fácil, muy fácil! ¡Y nadie sospecharía de él porque nadie sabía que estaba ahí como un polizón!

¡Lo haría sin más!

¡Debía hacerlo porque Wei Ying era suyo y de nadie más!

¡No había espacio para la vacilación o el miedo!

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