Capítulo I

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Otro día más, otro día para sufrir, otro día para recordar, otro día para sentir más odio que ayer, otro día para llorar.

Me levanto de la cama, observó por la ventana y veo que es un día lluvioso, no le prestó atención y me dirijo a la ducha. Al llegar me despojó de mi ropa lentamente hasta estar completamente desnuda, observó mi reflejo al espejo y veo esa chica pálida, delgada, con un par de ojos color miel que han perdido poco a poco el brillo, tocó mi cabello, lacio y castaño, al verme soy el vivo recuerdo de él, mi pequeño ángel, sigo observando y me detengo en mis muñecas, llena de cortes horizontales, verticales y diagonales ya no hay espacio para más cortes, sigo viendo hasta llegar a mi cintura y ver mis huesos marcarse sobre mi piel, bajo hasta mis piernas y veo que son puras aún, no por mucho...

Camino despacio hacia el lavabo y tomó a mi pequeña amiga, la que nunca me abandona, paso el dedo lentamente por el filo de la navaja y sin pensarlo lo acercó a mi pierna, marco un corte, dos, tres, observó mis actos tras ver que la sangre escurre por mis piernas y antes de que llegue al suelo me meto a la bañera, ahí observó como el agua se tiñe de un color rojo, me meto completamente, con ganas inmensas de desaparecer, en mi mente aparecen recuerdos.

Cuando todo era felicidad, estábamos mi madre, mi pequeño ángel y yo sentados en el jardín disfrutando de nuestros logros con un pedazo de pastel de queso, mi pequeño ángel amaba ese pastel, celebrabamos que mi pequeño ángel había ganado su torneo de fútbol y que yo había ganado una competencia de baile, mi madre había dicho algo gracioso y el estalló en carcajadas, su risa era la más hermosa, ese sonido que nunca me cansaba de escuchar, al terminar de reír se levantó y me dio un pequeño beso en la mejilla, era la persona más feliz....

Al recordar eso una sonrisa aparece en mi rostro y mis ojos empiezan a cristalizarse, todo por culpa de ese maldito infeliz, me las pagará por arrebatarme a una persona que amaba y amaré hasta que yo muera.

Me levanto para secarme e irme a cambiar, algo que es común en mi, un par de zapatos cómodos, jeans y un suéter, me dirijo al espejo y me maquillo tratando de parecer una chica sana y feliz, arreglo mi cabello y bajo y veo a mi madre sentada en el comedor, me dirijo a ella y la abrazo lentamente y ella me protege en sus brazos, me dedica una débil sonrisa para después besar su mejilla y me dirijo a tomar un pastelillo,  me siento enfrente de ella hasta que habla.

-Princesa se que esto es difícil para las dos, tenemos que ser fuertes y seguir con nuestras metas, a él no le hubiera gustado que nos diéramos por vencidas-

Me quedo pensando en sus palabras y es cierto, pero yo tengo que vengar su muerte, tengo que cobrar cada lágrima que salio de él al momento de verme por ultima vez, yo lo vi, su rostro es lo que mas odio en esta vida, esto no se puede quedar así...

Lágrimas de un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora