4

268 23 7
                                    

RUMANO ESTÚPIDO

"No tienes lugar para esconderte, y me siento como un villano, tengo hambre por dentro."

Monsters (Ruelle)

*.*.*.*

¿Quién pensaría que estaría en un funeral, en el bosque, junto a otros internos, doctores y enfermeras? Yo no.

Empezamos fuerte la mañana.

Para ahora el sol aún no sale, en consecuencia, estamos varados a unos cuantos metros de la institución metal en la me han encerrado injustamente, a unos tres metros de mi lugar está el agujero donde en unos minutos meterán un cadáver.

Hace un frío infernal a esta hora de la mañana y muy a mi pesar debo agradecer que el doctor me mandó un abrigo con mi nuevo «dolor de culo» que está detrás de mí vigilando alrededor, pues, el muerto que se encontró a mitad de la noche era mi enfermero anterior.

Todo estaba tranquilo mientras dormía pero de un momento a otro un grito femenino alertó a todos, incluyéndome, no sé en qué condiciones encontraron el cuerpo de ese chico pero solo ver el rostro pálido y nauseabundo de la enfermera basta para hacer volar mi imaginación sádica. Al parecer el difunto no tenía familia o solo no quisieron alertar a nadie de afuera, ya que los presentes son solos pertenecientes del hospital, por supuesto los únicos pacientes aquí son del piso uno y dos. Los del tercer piso no los dejan salir al menos que tengan consulta con su respectivo médico.

Un padre da inicio con la ceremonia e inevitablemente un bostezo me ataca, que al parecer no pasa desapercibido para mis compañeros cercanos. Su gesto de disgusto y los susurros comienzan a surgir: «maleducada», «insolente», « ¿ella era la paciente que le encargaron a Johan?». Las palabras seguían y seguían pero no era algo que me afectara en realidad, lo único que en verdad me duele es el sueño que me cargo encima y no reponer hasta que todo esto de fin. Los bostezos eran recurrente al pasar los minutos, ya para ahora los que me acompañaban se alejaron a mi falta de respeto tanto para el muerto como el padre dictando sus creencias.

La situación me causaba humor. No la muerte en sí sino la forma en que los trabajadores se indignan cuando una paciente no pone el respeto que ellos creen merecer, pero me pregunto, ¿si el muerto hubiera sido un interno se tomarían la misma molestia que ahora? Yo creo que no. He captado como han sido con otros pacientes en las horas que he estado aquí; me eduqué se esa manera, detallando cada movimiento, cada zona, analizando las personas, el horario y gestos.
Algunos son educados de mala forma y otros son más amigables, no hay patrón específico de cada acción ya pues depende de la persona a la que tratan. Mi apellido me beneficia pero también puede perjudicarme, una navaja de doble filo que puede hacerme sangran como en pasadas ocasiones.

La cicatriz en mi rostro es prueba de ello.

Pero aquello es cuento para otro día lo importante es terminar mis horas de sueño. Hacía mucho que no dormía tan bien y aunque deseo decir que el causante son los medicamentos que me dieron horas anterior parte de mí sabe que la verdadera causa se debe al sueño que me invadió poco después al cerrar los ojos.

Un movimiento me hace reaccionar levantando la mirada, el enfermero encargado de mi cuidado se ha acercado para escuchar el discurso de una enfermera castaña con anteojos de montura. Sus ojos enrojecidos hacen brillar sus orbes verdosos.

—Johan era el compañero que estaba siempre para sus amigos si lo necesitaban, la clase de amigo que te escuchaba...—seca sus lágrimas con un pequeño pañuelo —; con él a tu lado sabias que no eras juzgado y...

Mi Otro YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora