Debilidad

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Narrativa: omnisciente


—¿Podrías de dejar de vomitar ya? Ni que te fueras tragado todo el alcohol que había en la fiesta

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—¿Podrías de dejar de vomitar ya? Ni que te fueras tragado todo el alcohol que había en la fiesta. No jodas, Shinya. —habla el malhumorado de Guren, sentado en la cama amplia y limpia cama de Shinya.

Es al parecer una de las únicas habitaciones que no han sido ensuciadas en grande casa. Después de todo, la casa de Shinya y Shinoa siempre se mantiene de esta manera. Casi. Sus padres nunca están y estas dos plagas humanas se han desatado. Remodelado casi todo. Es increíble.

Después de decir esas palabras, los ojos violetas de Guren se cierran al escuchar las arcadas de su amigo. ¿Es enserio?

—¿No quieres que te lleve al doctor? —pregunta Guren. En un acto de humanidad puro. Si, bueno, súper genial. De nuevo la misma mierda. Tampoco es algo muy extraño para el de ojos violetas.

Guren al no obtener respuesta alguna, decide levantarse y dejar de sentirse algo mareado al estar rodeado por tantas cosas que huelen a Shinya. Nunca entra a la habitación del de cabellos plateados, principalmente porque su olor es bastante cegador. Muy fuerte, y en ocasiones se marea.

Ahora no le queda de otra, esto es lógico.

Dejaría a Shinya aquí con su hermana si no fuese porque están en el mismo estado, ella y su novia rubia de mierda. Muy bien.

Al llegar al baño sólo pudo ver a Shinya recostado en el retrete, su cabello hecho una puta mierda, su ropa en la misma y un zapato en la esquina, y otro en donde deberían de estar, sus pies.  Conn una cara de completo asco Guren decide dar unos pasos hacia atrás. ¿Esto es enserio? Ya había visto a Shinya en muchos estados, menos este. Si que lo había visto borracho, pero no de esa manera tan… Sin clase. Es lo que Shinya siempre conserva de alguna manera. Dejando de lado que hoy está así, claro.

—No me digas que te has dormido allí, hijo de puta… —susurra Guren, incrédulo. —, no, es casi imposible. Te escuché ahora teniendo arcadas. —recuerda para si mismo. El moreno pasa su mano por sus cabellos, despelucando aquello que nada le cuesta volver a su lugar. ¡No es una maldita niñera! Ah, tampoco debió haber permitido que Shinya tomará tanto, sabiendo como él es. Pero por otro lado está, que Guren no siempre estará vigilando las espaldas de Shinya. Por lo que es lógico que este mismo ponga sus propios límites.

¿Desde cuándo es que Shinya tiene límites? Ah. Si. Es verdad. El cabrón nunca los ha tenido.

—¿Puedes oírme siquiera? —cuestiona irritado el mayor. El cual se siente mucho más aliviado al escuchar ese típico murmuró de Shinya, afirmando que si puede.

Tomando una bufanda gris a su alcance, Guren la coloca alrededor de su rostro, tan sólo dejando sus ojos al descubierto, no quiere oler nada de eso y por último, se vuelve a adentrar al baño lentamente para conseguir ver que ahora el menor se encuentra recostado en una pared, mirando hacia el techo. Con pasos lentos, se acerca a él. Los ojos morados recorren todo aquel aspecto desaliñado de Shinya, que por lo menos, no tiene vómito en su camiseta. Suspirando varias veces, el de mayor estatura toma uno de los brazos del pálido, para intentar levantarlo. Pero sólo logra conseguir una mirada vacía de color azul, más bien, también tiene una expresión totalmente extraña en su rostro. El rostro de Guren se deforma en una clara expresión de molestia, ¿Cómo es que esto pasó?

—¿En qué maldito momento? —preguntó el mayor. Completamente impresionado, y también molesto.

Shinya sólo arrastra tu mirada hacia las baldosas del piso. Sintiendo el agarre del otro tornarse fuerte. Bueno, aún más fuerte. Pero ningún comentario volvió a abandonar aquellos labios. Tan sólo, con mucha fuerza de voluntad levantó a su amigo del piso y lo intentó mantener en pie. Lo logró únicamente porque este mismo se recostó en Guren, quien no se molestó en protestar. Debería, pero no lo hizo. Tambaleante, se empujó a si mismo y al de cabellos plateados dentro de la ducha, y con un ligero tic en el ojo, alcanzó el grifo del agua fría. Sus ojos oscuros volvieron a revisar que está en lo correcto, y sin perder más tiempo, y antes de que Shinya se percatara de sus intenciones. Abre rápidamente el grifo, cayendo una gran cantidad de agua fría sobre los dos jóvenes. Shinya empezó a intentar escapar de la agua helada que Guren ha hecho comenzar a caer sobre ellos, pero el moreno lo sostuvo entre sus brazos sin mucha fuerza, intentando que se quedara bajo de ella. Lo que consiguió fácilmente.

—¡Esto está tan frío! —dice el de piel pálida, arrastrando todas sus palabras. Pero bueno, por lo menos ha dicho algunas palabras.

—Ah, ya se te está quitando la muerte cerebral. —dice Guren, notablemente con dificultad, pues sus dientes castañean y su cuerpo tiembla. —¿No te molesto lo que te dijo esa rubia? —pregunta él.

Son conversaciones que Shinya sólo recuerda con gran dificultad, no lo suele hacer frecuentemente. Y un Shinya en estado de sobriedad no siempre es sincero, es igual que su hermana lésbica. Son una cajita de sorpresas.

—No… —dice el menor. Sintiéndose un poco mejor, de alguna manera. Guren siempre sabe qué hacer con él.

Y esto es verdad, desde que se conocen, por alguna razón, desde las sombras Guren siempre vela por su amigo. Incluso podría confundirse con el hecho de que en mucha ocasiones el mayor suele ser bastante indiferente. Lo cual no es verdad.

La ropa empapada de ellos dos va a ser algo fácil de resolver, lo que no será fácil es hacer que Shinya se vista.

Con total brutalidad, Guren empuja hacia el suelo a su amigo. Que se queja con dolor segundos después. Pero aquello sólo fue para alcanzar el champú, sin sentirse un poco mal, Guren derramó una gran cantidad sobre Shinya, sin retirar la ropa o algo por el estilo. Lo que hace que se empiece a formar la espuma en el momento en que las manos algo pálidas de Guren con poca delicadeza comienzan a estrujar el cabello casi blanco de su contrario.

—¿No? ¿Estás seguro? —pregunta el mayor. Sintiendo toda esa agua chocar contra su espalda. Pero no es un choque delicado, de todas formas, abrió lo más que pudo aquella llave. Y no es poco. No hubo respuesta a aquello, así que simplemente lo tomó como si estuviera en lo cierto. Interesado, decide hacer esas preguntas que no son respondidas mientras está sobrio.

—¿Qué tipo de relación tenías con Mikaela? ¿Por qué demonios tengo que hacer como si no lo conociera? —se anima a preguntar. Después de todo, Shinya siempre insistía en que Guren ignorara el hecho de que conoció a ese rubio alguna vez, en alguna fiesta. Y eso hizo, por estúpido de su parte que es. Mikaela también hizo como si no lo conociera, o bueno. Tal vez no. No sabría explicarlo. El de cabellos claros se queda en silencio. Y la clara curiosidad de Guren crece.

—No son cosas importantes. —murmura Shinya.

La desilusión se mantiene en Guren. ¿Cómo es que estando en esta situación aún así sepa que es algo que no se puede decir? Maldición.

—No sé que pasa a veces con tu vida. Eres increíble, joder. —claro, palabras de ironía. Tampoco Guren va a presionar a Shinya. —, viste como mira a Yūichirō. ¿Qué piensas? Dime algo.

El silencio de palabras sobra. Sólo se escucha el agua caer. La respiración agitada por el frío. Toda esa expresión sin descripción en el rostro de Shinya es un misterio. Y a pesar de que Guren le ha ayudado, aún le mantiene cosas en secreto. Cosas que bueno, parecen ser importantes.

—Él no es malo. —murmuró Shinya. —, no… Te tienes que preocupar. —y esas palabras fueron algunas de las que Guren consiguió entender. Pues vaya que estuvo algo difícil.

—¿Cómo creo en eso? Tal vez ni tu sepas. Si quieres decir algo, hazlo. —intenta convencer de nuevo a Shinya, insistiendo. —, ¿Quién es Mikaela?

—Me siento culpable, Guren…

Borracho de amor [𝓜𝓲𝓴𝓪𝓨ū/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora