Para la eternidad:

354 49 45
                                    


NARRATIVA: Omnisciente


«En los malos momentos, suelo temer por mi mismo… Y cuando estás aquí, me encuentro a mi mismo queriendo cambiar. Me haz hecho conocer, algo que quiero que dure para toda la eternidad…»

—¿Entonces sí eres? —Inquiere el castaño, sorprendido. Bueno, o intentando parecerlo…  Ya tenía unas cuantas sospechas. — Bueno… Te tenía que preguntar si alguna vez estuviste en un grupo así…  Tu nombre es curioso… Así que no me iba a quedar con las ganas de preguntar.

Por su parte, el de cabellos negros asiente lentamente. En un pequeño shock. Bueno… Pequeño es poco. Pero es preferible no entrar en detalles con estos sentimientos.

Guren se atraganto un poco, sabrá Dios lo que el loco se Yūichirō le hará después. ¡Se supone que debía de estar en casa de esa rubia! Bien. No fue buena idea traer a Taichí hasta acá, a su casa. Y mucho menos a Shinya, pero por lo menos este se encuentra en su habitación. Así que no hay que preocuparse por ese tipo.

Es que, después de que Mikaela y Yū se marcharan del parque, la idea brillante de Shinya fue traerá Taichí casa de los gemelos para que así, Yū hablara en privado con este.

—Bueno, Yū, pensé que te ibas a quedar en casa de Mikaela. —Farfulla el menor de los hermanos. —Ya le había dicho a mamá que no ibas a venir.

Taichí analiza los movimientos nerviosos de su antiguo amigo de Internet, es normal que se encuentre jodido por tanta confusión. Tal y como alguna vez se lo imagino. Así que no pudo evitar sonreír.

—Bueno, nosotros hablamos y así… —Empieza a recordar el morocho. — Y dijo que si quería fuera a descansar a casa. Que de seguro tenía toda la cabeza revuelta y eso. Me dijo, que iba a por mi, mañana.

—¿Mañana? —Inquiere Guren. —Mañana salimos a las cinco de la escuela. No jodas.

—¡La escuela no importa ahora, Guren! —Exclama el de ojos verdes.

—¡Verdad, Guren! —Exclama el castaño, queriendo jugar un poco. Después de todo, pudo conocer al hermano de su amigo. No pensó que el novio de Shinya tuviera alguna relación con esto.

—Tch, ya vas a ver cuándo no puedas estudiar.

—Creo que nos estamos confundiendoun poco de puesto. Yo puedo estudiar donde sea. —Se mofa el omega, cruzándose de brazos.

Todo se queda en silencio tal vez por un minuto o más, cada quien conformándose con sus propios pensamientos. Nada de esto es fácil…. Pero la vida en general no lo es.

—¿Enserio quieres a Mikaela? —Suelta Taichí. Fue más como un susurro. Algo que necesita saber. Tendrá una mala relación, pero aún así, el cariño no está completamente extinto.

Yū sólo puede asentir algunas veces, recordando esa piel pálida y ojos marinos. Recordándole. Porque, es este el hombre que con tan sólo unas palabras pusieron de cabeza todo su mundo.

Es al que escucha como nunca más había escuchado a nadie. A quien le ha dado sus labios. Con quien a compartido abrazos insuperables. Palabras llenas de pureza y cariño.
¿Cómo no querer a alguien tan tierno?

Mikaela parece todo un mundo diferente. Nada ha de ver con esa imagen que da.

El verdadero Mika es frágil, es sensible, es torpe, incluso un llorón, un impulsivo, alguien tierno.
Todo eso bajo de las capas y capas que ha hecho para protegerse, pues sabe muy bien, que cualquiera podría aprovecharse de todo aquello. Y lo comprende. Sabe hacerlo.

—Más de lo que alguna vez quise querer a alguien.

Taichí se siente algo celoso, pues ver el amor puro que profesa Yū le da envidia. Realmente lo hace. ¿Qué se ha de sentir amar? ¿Ser amado? ¿Qué es eso?

No lo sabe.

Pero ha de ser bonito, lo puede ver en su mirada.


NARRATIVA: Omnisciente


—¡Vamos un momento, Guren! —Exclama Yūichirō arrastrando a su hermano hacia el río.

Escapando del orfanato para ir al río que queda cerca, típico. ¿Hay algo que no se le ocurra a Yūichirō? Pues, siempre se ha querido hacer el tonto con cosas tan delicadas, pues…

—¿Por qué? —Inquiere el menor. Observando el agua con algo de molestia.

—¡Siempre venimos! ¡Disfruta más! —Insiste el mayor. Jalando cada vez más fuerte. Cosa que provoca que el de ojos morados haga una mueca de molestia.

—Tu hermano tiene razón… —Masculla una persona.

Los gemelos se han puesto muy pálidos. Por su parte, Yū se dio la vuelta rápidamente, de una manera bastante agresiva. Mientras que Guren mantuvo su rostro inexpresivo y se quedó quieto.

Al pequeño de ojos verdes se le escapa un jadeo al ver a una mujer morena. ¡Es la señora que los quiere adoptar!

—Te ves feliz. —Sonríe ella, acercándose a los dos pequeños. —¡Los quería seguir para ver en donde se metían cada vez que dan ese pudin que tanto no les gusta!

Las mejillas de Yū se encienden. ¡Ahora! ¡Justo ahora! ¿Tenía que pasar esto de verdad?

El mayor baja su mirada, sintiendo una extraña presión. Como si se sintiera culpable de sus actos. Bueno, sí que lo siente así.

—Lo sentimos mucho… —Murmura bajito el mayor, disculpándose con pena.

Había hecho de todo para intentar ser alguien más presentable, mejor. Tal vez, así sí los adoptarán. Tal vez, así ya no se odiara tanto. Tal vez… Si cambiaba algo, ella podría quererlo.
En ese momento también se querría a sí mismo. Si tan sólo…

Pero es imposible. Nadie se fija en ellos. Dan problemas siempre, son inseparables de todas las maneras y a nadie le gustaría tener problemas con un omega y un alfa. A pesar de que jamás lo han dado. Nunca.

—Oh, no, no. No se pongan así. Vengan acá.

La mano de esa dama alcanzó al primer de los niños, al que tiene más cerca. Los ojos esmeraldas se ven llenos de brillos y sus párpados lejos uno del otro. Puede oler el perfume de esa mujer. Calmado. Tan en paz. Puede sentir su risa.

La primera vez que alguien abrazo a Yūichirō, esto provocó que las lágrimas se escaparan de sus cuencas y el dolor en su corazón, se liberará un poco.

Borracho de amor [𝓜𝓲𝓴𝓪𝓨ū/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora