Con él.
-¿Qué quieres?-Cuestione mirando con duda a Brett quién se escondía con una escoba detrás de la puerta de mi habitación.
-Mamá tuvo la "Fantástica" idea de buscar un tutorial sobre cómo tener una mejor conexión con tu primogénito adoptivo. Dice disque hacer trabajos de hogar y ejercicios juntos refuerza el vínculo. ¡Ayuda!
Reí. Ay, mi madre siempre buscando ideas locas por internet.
-¡Bernard Beaumont Cecereu!-escuchamos ambos la voz de mi madre encaminada a subir los escalones que dirigían a mi habitación. Brett saltó para esconderse debajo de mi cama, pero mi madre entró antes de que pudiera lograrlo.-Ay, mi niño. Tu pobre y vieja madre no está para angustias. Ven, ayúdame a fregar los trastes. ¡Solo quiero que tengamos una buena relación!
Brett, al ver a mi madre tan afligida-seguramente tenía la dichosa menstruación-se levantó de debajo de mi cama y, con la cola entre las patas, fue a fregar los trastes. Riendo ante las ocurrencias de mi familia, revisé las notificaciones de mi móvil.
A.P: Sal a tu balcón.
Yo: ¿Me vas a secuestrar?
A.P: ¡Solo sal, francesa!
Algo confundida emprendí mi camino hasta el balcón. Abrí las ambas puertas francesas las cuales se abrían de par en par quitando las telas que las adornaban. Mi balcón realmente era simple: una silla de color negro con algunos cojines en ella; algunas luces como las que yacían sobre mi cama las cuáles, cada noche, encendía sin falta, en ese momento se encontraban encendidas; algunos papeles por aquí y por allá cuando no encuentro inspiración para escribir alguna de mis historias y los desecho con furia y unos peluches afelpados que fui amontonando de cada viaje de trabajo de mi padre. Siempre que regresaba, además del resto de los obsequios, me traía un peluche diferente.
Ahí estaba, parado distraído Dean Hardin en mi césped.
EN. MI. CÉSPED.
Me agache en mi lugar acomodando mi cabello lo más posible y pensando mentalmente en qué día para que me visite. Hoy cuando estaba asquerosamente fea. Hice una mueca con los labios y, sin hacerlo esperar más, me asomé por mi balcón.
-¡¿Quién te crees?! ¡¿Romeo?!-Grité, haciendo que el chico me mirara y sonriera. Tenía una adorable sonrisa.
-Si tú eres mi Julieta, por supuesto.
-Un chico adulador. Bien, ¿qué quieres, Romeo?-pregunté, mirando de un lugar a otro esperando que mis vecinos no se quejaran por tanto grito.
-Quisiera saber... ¿por qué dijiste que "No" cuando Matt Huffer te preguntó si eramos amigos?
Oh, eso.
Matt Huffer era un chico a quien ni más ni menos. No era realmente de mi importancia por el simple hecho de que se la pasaba de gracioso y terminaba quedando como el villano de la historia. Hacía bromas pesadas en exceso, violaba a mujeres de la preparatoria con la mirada y era mujeriego sin escrúpulos.
Se había cruzado con ambos-Dean y yo-en un momento algo comprometedor. Me encontraba en mi casilla hablando con él cuando Dean besó mi mejilla para hacerme molestar-lo cual ciertamente no me molestaba-y, en ese momento, Matt
Huffer apareció para comprometer toda la situación.-Porque...no...somos...amigos.
-¿Según quién?
¿Éramos amigos?
-¿Somos amigos?
-Pues, yo quisiera.
-Sí, bueno, yo también.-una sonrisa surco sus labios cuando terminé aquella oración.
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Los rastros que dejó
Mystery / Thriller¿Quién era Dean Hardin en realidad? Dean era el capitán del equipo de hockey. Dean era el alumno número uno en cada asignatura. Dean era un bromista sin causa. Un músico oculto. Dean era la paleta de colores que alejaba la monocromía de mi vida. Un...