Cap.22

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Con él.

--¡Eso es! ¡Tú puedes! ¡Ese es mi jodido mejor amigo!

--¿Alguien puede cerrarle la boca?

Ante las palabras de Dean, un emocionado Asher frunce el ceño bajando medianamente su IPhone con el que grababa al rubio saliendo del hospital.

--Trato de darte ánimos. Ahora sigue caminando, mi pequeña nutria.

No me pierdo de vista el hecho de que Mary Jane tiene manos muy curiosas y aventureras con el cuerpo de Dean mientras insiste en ser su "soporte" para ayudarlo a caminar a la salida. Tengo el ceño muy fruncido llevando su bolso de mano mientras Anastasia lleva su maleta.

Cuando llegamos a la camioneta de Colton, Anastasia rápidamente guarda la valija y bolso en el maletero y enseguida cruza el vehículo para hacer entrada en el asiento del copiloto. Dean hace una diminuta pero visible mueca de dolor y arquea su espalda. Termina por recostar su tronco del asiento y entrecierra los ojos para luego volverlos a abrir. Me extiende su mano y Mary Jane frunce mucho el ceño, como demasiado.

--Ven conmigo.

Asentí rápidamente subiendo a su lado y Louisa sube a los asientos traseros acompañada por Harry, Carter y Julian.

--Los veo en casa. —Se despide el rubio a mi lado y recuesta su mejilla de mi hombro, inhalando por un segundo el aroma a fresas de mi cabello. Alcanzo a ver la expresión de horror en el rostro de Mary Jane y sonrío victoriosa, deslizando levemente mi mano por la pierna y subiendo en leves círculos hasta el muslo de Dean. Harry me susurra algo parecido a "Chica mala" desde los asientos traseros, por ello rio antes de cerrar la puerta.




Dean es sentado en su cama y Anastasia corre en distintas direcciones tratando de proporcionar todo para su hijo. Me parece incluso una grosería como Brandon Blake ni siquiera se encuentra aquí, es más, ni siquiera pasó por el hospital. Tuvo una acalorada discusión con Anastasia exigiendo saber qué cantidad de dinero necesitaban para pagar los servicios del hospital; puesto que era lo único que estaría dispuesto a dar. Por obvias razones la rubia rechazó su cochino dinero y regresó llorando con su esposo.

Me encuentro en la espaciosa cocina de los Hardin llenando un vaso de cristal con agua para llevárselo a Dean. Veo a Hadley aparecer con una sonrisa mientras ordena su desastroso y largo cabello morado que cae en visibles ondas. Apoya los codos de la barra y me mira a la expectativa.

--¿Se te ofrece algo?—Cuestiono tratando de ser lo más relajada y cordial posible.

--¿Qué fue esa escenita en el hospital? Estabas tocando a mi amigo muy cerca de su amigo. —Sube y baja las cejas en modo sugerente.

Rio por lo bajo, ni siquiera me sonrojo. No soy muy propensa a sonrojarme; de hecho, prefiero poner cuernos de demonio sobre mi cabeza en lugar de fingir una corona de ángel—No es nada.

--Claro, claro—Me señala—Tú estabas celosa, nena.

--Uhm, ¿Sería un problema?

--Dean Hardin es ardiente; incluso yo muchas veces me he encontrado disfrutando de la vista. —Sonríe de costado—No hay ningún problema. Siempre y cuando tus celos no lleguen a niveles psico-locas.

Da media vuelta y por un segundo no logro evitar notar como ese jean ajustado enmarca por completo su trasero. Sube las escaleras y se detiene a mitad de camino— ¡Y disimula más, mujer! Mojas el piso con tu baba.

No puedo evitar reír negando con la cabeza. El timbre de la casa suena y volteo a todos lados a la espera de que alguien abra. Bufo y camino rápidamente hasta la entrada y abro la puerta de madera.

Los rastros que dejóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora