Cap.37

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Con él.

Bueno, ahora estaba en una banda que participaba en carreras ilegales y se metían en problemas.

Simplemente maravilloso.

Pero ver el rostro molesto de Dean inclusive valió la pena para que mi carga no fuera tan pesada.

A la siguiente mañana, me encontraba sentada en la cafetería mientras todos hablaban a mi alrededor. Tomé un poco de mi jugo de naranja dando otra probada a mi almuerzo antes de que el brazo de Stefan se detenga sobre mis hombros. Observé con el ceño fruncido a mi nuevo acompañante.

--Ruso.

--Nueva Osada--Chasqueó la lengua al mirarme.--¿Ya no eres rebelde? ¿Todo se fue? ¿Adiós?

--¿A donde quieres llegar?

--Mi punto es que podríamos ser geniales juntos. Belleza más poder es igual a imparable--Rodé los ojos cuando su rostro se acercó tanto que sus labios rozaron mi oreja al susurrar.--Podemos ser imparables.

--En tus sueños, idiota.

--¡Uh! Muchas cosas pasan en mis sueños. Solo que en ellas, no tienes...ya sabes.

Comencé a reír cuando Drake le proporcionó al ruso un golpe en la nuca pero, a la lejanía, pude observar como Dean permanecía sentado sobre una de las mesas con Lucy entretenida en su regazo. Ambos comenzaron a susurrarse algunas cosas e inclusive pude ver como ella adquiría un color rojo en sus mejillas antes de que comenzaran a besarse. ¿Porqué me torturaba de ésa manera? ¿Porqué simplemente no podía sacarlo de mi cabeza? ¿Porqué no podía estar conmigo y todos mis vanos intentos de llamar su atención habían fracasado?

¿Porqué aún lo quería tan intensamente como el primer momento que lo vi?

Solté un suspiro antes de regresar a la conversación que se había formado en la mesa.

Sal de mi cabeza, Dean Hardin.

Sal de mi cabeza para siempre.




Ya en el interior de mi casa, caminaba mientras tarareaba una canción de Rihanna antes de escuchar algunas quejas y lágrimas. Caminé hasta el interior de la habitación de mis ambos padres y me hice espacio hasta el interior del baño donde mi madre se encontraba arrodillada frente al excusado mientras soltaba un líquido espeso en el interior. Me senté frente a ella sosteniendo su cabello y frunciendo el ceño.

--¿Qué mierda, mamá?--Cuestione, notando la sangre que escapaba de sus labios.--¿Eso es sangre?

--Estoy bien...

--Con un demonio que no estás bien. Has estado cansada durante días. Pareces débil. ¿Qué sucede?

Ante mi insistencia, mi madre me observó con sus ojos cristalizados. La miré con una ceja enarcada sin saber qué pensar o imaginar hasta que reunieron a la familia para, finalmente, decirnos la verdad.

Cáncer.

Mi propia madre tenía cáncer y yo estaba preocupada porque un chico no estaba a mi lado. No lloré. No grité. Sólo permanecí mirando el techo ésa misma noche hasta que amaneció. Como si todo hubiera sido una mala pesadilla. Como si dormir me asustara. Como si fuera a revivirla. Pero, por desgracia, era la realidad.

Mi mamá estaba muriendo y no podía hacer nada para evitarlo.

Tomé un profundo respiro el sábado de ésa misma semana cuando, de alguna manera, todo el instituto se había enterado de la noticia de mi madre con un tumor en uno de sus senos. Ignore olímpicamente los mensajes de apoyo de personas que en realidad nunca me hubieran dirijido la palabra, mirando mi monótono techo color blanco con mi mano sobre mi abdomen.

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⏰ Última actualización: May 05, 2020 ⏰

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