Con él.
Dakota Beaumont.
--¡Chocolate!—Grité con una enorme sonrisa.
Dean prácticamente gruñó—Demonios.
Chocolate se había convertido en mi palabra favorita. Tomaba a Dean desprevenido y decía nuestra palabra clave, acabando de esta manera automáticamente con la discusión y quedando con la última palabra. Sonreí victoriosa.
--No puedes usar la palabra clave para ganar las peleas. —Dice tomando un poco de su agua embotellada, sentado en unas bancas ubicadas en el jardín del instituto.
Es un viernes y oficialmente solo faltaba una clase para salir del infierno que llamamos instituto.
Dean pasa una mano tratando de hacer un arreglo con su desordenado cabello rubio. — Sabes, hoy tengo una fiesta, me gustaría que vinieras conmigo. Es de una...amiga.
--Así que amiga ¿Eh?
--Sí. ¿Te gustaría ir conmigo?
¿Qué si me gustaría? ¡Me encantaría! De hecho, me encanta todo lo relacionado contigo.
Lo pensé pero no lo dije.
--Claro. —Me encogí de hombros bebiendo un poco de mi agua.
La campana de la última clase dio su tonada y todos nos dispersamos a nuestras respectivas aulas.
Tuve que darme una última mirada al espejo de cuerpo completo ubicado en la recamara de mis padres. Mordí mi labio inferior, algo insegura. Me veía bien, lo sabía. Usaba unos zapatos blancos de plataforma, una chaqueta de jean junto a un vestido negro con flores con colores blancos, azules y morados. Mi maquillaje era sencillo, nada exagerado y mi cabello estaba algo desordenado de una forma salvaje y sexy, al menos eso dijo Ashley. Sin embargo, habría otras chicas que conocían mejor que yo a Dean; quizás más altas, de piernas largas y trasero bien formado. Quizás nunca hubieran pasado por el dichoso acné como la mayoría de nosotros. Quizás fueran más dulces, menos directas, agradables que yo. O menos cerradas.
Bufe y en ese preciso momento el timbre de la entrada hizo su aparición. Baje las escaleras de dos en dos y cuando abrí la puerta le di a Dean mi mayor sonrisa. Usaba unos jeans casuales y una camisa de mangas largas azul que acentuaba por completo sus radiantes ojos.
--Hola.
Al aparcar frente al lugar de la fiesta, me deshice del cinturón y baje de la camioneta de Dean dando un salto. Dean rápidamente cogió mi mano y antes de entrar al lugar me dio una pequeña mirada.
--Pase lo que pase, no te separes de mí. –Sus palabras fueron cuidadosas pero firmes. Asentí apretando aún más el agarre a su mano.
Me sentía toda una niña encaprichada, tenía esas cursis y extrañas emociones de "¡Oh por Dios, me está tocando!" y otras aún peores. De alguna y otra forma Dean me daba esas primeras veces; donde sentía cosas que nunca imaginé, con emociones nuevas. Y eso me asustaba.
La música electrónica sonaba adentro en su máximo esplendor. Un grupo de chicas en sujetadores pasaron frente a nosotros; un chico gritaba al inicio de las escaleras mostrando su amiguito a toda la fiesta. El olor a alcohol no faltaba y la fiesta se encontraba en pleno apogeo. Muchos bailaban, otros bromeaban sentados en algunos sofás, bebían y fumaban.
ESTÁS LEYENDO
Los rastros que dejó
Mystery / Thriller¿Quién era Dean Hardin en realidad? Dean era el capitán del equipo de hockey. Dean era el alumno número uno en cada asignatura. Dean era un bromista sin causa. Un músico oculto. Dean era la paleta de colores que alejaba la monocromía de mi vida. Un...