Capítulo 5

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Los siguientes días en este insufrible internado no habían sido nada malos, sin embargo, debía seguir con mi plan. Intente acercarme a Aimee pero apenas si la podía ver, tenía diferentes clases que las mías, una desventaja.

Creo que me gusta la clase de Literatura III, en la primera clase que tuve nos dejó un ensayo, sobre uno de los clásicos de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio. Por lo que no fue un gran problema para mí, escribí el ensayo sin ningún problema y al parecer, el profesor Scott, le encanto la forma que redacte cada párrafo, creo que ve algo en mí, me encargo la tarea de hacer otro ensayo del libro que yo quisiera, tal vez otros estudiantes pensaran que es un castigo, pero, en realidad, para mí no lo era.

Llame a Max un par de veces, más en las noches, algunas veces llegaba tan cansada que no le llamaba. No he hablado con papá, ignorarlo creo que será lo mejor por ahora.

Al parecer, en este internado tengo que llevar una clase deportiva y la danza aquí es un deporte, no acepte entrar ahí. Quería probar algo nuevo, fútbol. María iba en aquel deporte y debo admitir que juega mejor de lo que esperaba.

Cada día que pasaba en el internado, más conocía a mí alrededor. Salem jugaba en el equipo varonil de fútbol, al parecer era uno de nuestros grandes jugadores, ya decía de donde venía aquel cuerpo escultural. Me di cuenta de algo, que he hecho amigos, Salem es el que es mejor, puedo hacer un chiste obsceno (como diría María) y se reiría conmigo, en cambio, María se taparía sus oídos para no escuchar, tal vez si podía confiar en ellos.

Sobre Charlie, creo que también lo considerare como un amigo. Si he tenido amigos antes, solo que un día les deje de hablar y empecé a juntarme con Zara, admito que fui cruel. Si cambiare en eso, necesito amigos.

Toco la campana, lo que significaba: la última clase de la semana había terminado. Todos de la clase nos pusimos de pie y nos encaminamos hacia la puerta.

– ¡Que tengan un buen fin de semana! –grito el profesor.

La primera semana de clases había acabado, sobreviví.

Caminaba hacía la biblioteca, tendría que encontrarme ahí a María o Salem y en eso escucho a alguien llamando.

– ¡Malibú!

Jace me saludo con la mano desde lo lejos, estaba sentado en una de las mesas junto con su grupo, ahí también estaba Aimee, me miro con una sonrisa y se encamino a mí.

– ¡Josephine! –puso sus manos en mis hombros y me dio un abrazo rápido– Tiene mucho que no nos vemos, por un momento pensé que habías huido de este lugar –deseo eso–. Ven con nosotros.

–Lo siento pero tengo que ir a la biblioteca.

– ¿A la biblioteca? –frunce el ceño– Es viernes, las clases han terminado, ¿Para qué quieres ir a la biblioteca? –me tomo de la mano y me llevo con los demás– Ven.

En estos últimos días no había seguido mi plan, como no había tenido la oportunidad, hasta lo había olvidado, por un momento me sentía bien, empezar desde cero, nadie me conocía ni sabía de mi pasado.

Pero también me gustaba jugar con fuego.

– ¡Malibu! –me saludo Jace, Aimee se sentó en sus piernas, jalo una silla para que me sentara alado de ellos– Ya te extrañábamos.

–Qué extraño que no estemos en las mismas clases –hablo Aimee, acariciaba el cabello rubio de Jace–, me hubiera encantado estar junto contigo –sí, claro ¿Te has metido algún deporte?

–Fútbol, quería tomar algo nuevo.

– ¿Algo nuevo? –pregunto Jace– ¿Pues antes que hacías?

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