Capítulo 10

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El sueño se volvió en recuerdos, no malos, en felices. Recuerdo la manera que siempre me hacía reír, sus consejos, sus bromas absurdas, ¿Por qué no podía recordar aquello de ella? Solo quería recordar lo bueno, en cambio, siempre soñaba con esa espantosa noche.

Escuche el sonido de la puerta cerrándose,  abrí los ojos lentamente y me estire bajo la colcha y observe detenidamente mi alrededor, este no era mi dormitorio.

Me froto los ojos con mi mano intentado recordar cada detalle de anoche, y en eso veo a Nicholas frente a su armario, solo con una toalla enrollada en su cadera.

Me quede observando los músculos  de su espalda, su cabello aún mojado, ahora entendía el porque volvía locas a las demás. No se si pasaron segundos o minutos, había olvidado en lo que estaba pensando.

–Buenos días –dijo Nicholas con una sonrisa– ¿Disfrutas lo que ves?

¿En que momento se había volteado? Me sonroje.

–Eres un engreído –respondí levantándome de la cama– ¿Qué hora es?

–Ya pasaron de las once.

–¿Las once? No, no, no.

–¿Qué pasa?

–Falte a mi entrenamiento, maldición, me quede dormida.

–Bueno, ahora sabemos que en mi cama descansas bien, eres bienvenida cuando quieras –me guiño el ojo.

Mire por la ventana, tenía vista a una parte donde se encontraba la fuente que estaba en medio de los dormitorios de los chicos, en el de las chicas solo había un monumento al fundador del internado, que aburrido.

–¿Qué fue lo de anoche? –pregunto

–Si te deje dormir conmigo es porque, en ese momento, estaba asustada, no significo nada.

–Yo hablaba sobre la pesadilla.

–Ah –me volví a sonrojarme, no podía haber arruinado más esto–, eso tampoco significo nada.

–Dijiste que te pasaban seguido.

–Solo olvídalo, Nicholas –me encamine hacía la puerta–. Y no le cuentes a nadie sobre esta noche.

–Entonces, no te recomendaría abrir la puerta.

–Debes saber algo de mi –me pare junto a la puerta con la mano en el cerrojo– nunca sigo los consejos de nadie.

Abrí la puerta y me encontré con la advertencia que me daba a entender Nicholas.

El pasillo estaba repleto de chicos con el uniforme de su entrenamiento, uno que otro con una toalla, pero todos tenían su mirada en mí.

–Te lo advertí –dijo Nicholas detrás de mi, sabía que tenía una sonrisa de "te lo dije"

Este día no pudo haber empezado mejor.

Tome aire, levante la cabeza y camine en el pasillo pasando entre los chicos, mientras ellos murmuraban entre risas. No escuche lo que decían, ni siquiera quería escucharlo, solo camine como si nada hubiera pasado, como si fuera normal salir del dormitorio de un chico la mañana siguiente. Claro, que normal es esto.

Salí de los dormitorios de los chicos con la cabeza en alto y me dirigí a mi dormitorio. Cuando entre, me alegro saber que no estuviera María, me haría tantas preguntas de por qué no llegue anoche, o por qué no fui al entrenamiento, por ahora no quiero soportar eso.

Necesitaba una ducha, tome mis cosas para la regadera y me lleve mi ropa para cambiarme allá, no quería pasar en toalla en el pasillo, de nuevo.

Entre a la regadera dejando que el agua caliente me relajara, y en eso, me vinieron los recuerdos de anoche, ¿Cómo deje que pasara eso?

Dios mío, deje que se acercara demasiado, ahora dos personas en este internado sabían sobre las pesadillas, Salem y el peor, Nicholas.

Anoche, Nicholas no era quien creí que era, a veces era frío, ni siquiera me daba la mirada cuando me lo encontraba en clase, pero cuando estábamos solos, se portaba de una manera distinta.

Salí de las regaderas, me seque con mi toalla y me vestí con un short de mezclilla y una blusa azul marino básica, camine por el pasillo mientras me secaba mi cabello con la toalla, pero note algo raro, algunas miradas estaban en mí, pasaba y escuchaba que unas chicas murmuraban entre risas, las ignore.

Entre a mi dormitorio y me encontré la escena que no me quería enfrentar, María estaba sentada en su cama junto con Salem, llevaban puesto el uniforme del entrenamiento, ambos se me quedaron mirando, cerré la puerta detrás de mí y María se puso de pie para acercarse.

–¿Dónde estabas anoche? –pregunto con las manos en su cadera– Estuve toda la mañana esperándote en el entrenamiento, ni siquiera llegaste a dormir.

–Me quede en el dormitorio de Aimee –mentí, sabía que si escuchaba la verdad me diría otra de sus advertencias– y me quede dormida hasta tarde.

–¡Mentira!

–¿Qué?

–Eres una mentirosa –alzo su tono de voz–, no estuviste anoche con Aimee –me quede con los ojos abiertos y sin saber que decir–. Dile, Salem.

Mire a Salem que seguía sentado en la cama,  se llevo una mano al cabello, se encontraba nervioso por una razón y no me gustaba.

–Escuche en los vestidores que habían visto a una chica salir del dormitorio de Nicholas esta mañana –sentí un nudo en mi garganta, Salem continuó–, nadie sabía de quien se trataba, hasta que la describieron y supe en ese instante que se trataba de ti, Josephine.

–¿Tuviste sexo con Nick?

–¿Qué? ¡No! –me defendí, lance la toalla a mi cama y busque mi cepillo– ¿En serio creen que terminaría teniendo sexo con el?

–¿Entonces por qué estabas en su dormitorio? –preguntó María

–La maldita entrada estaba con seguro, no tenía donde ir y la única opción que tenía era dormir en su dormitorio, solo nos quedamos despiertos hasta tarde y de eso nos dormimos, eso fue todo.

–¿Durmieron en diferentes camas?

–Al inicio, si.

–¿Al inicio? –mierda ¿Durmieron en la misma cama?

–Tuve una crisis en ese momento.

–¿Qué crisis puedes tener para que Nicholas se durmiera contigo?

–¿Fueron las pesadillas? –pregunto Salem, maldita sea, María le presto atención a Salem, se quedo confundida– ¿Las tuviste de nuevo? –asentí– Y por eso lo necesitabas.

–No lo necesite, solo me sentía con miedo.

–¿Son pesadillas lo que tienes por las noches? –María estaba con los ojos abiertos– ¡Oh por Dios! ¿Es por eso que tanto te mueves en la cama? Siempre pensé que no encontrabas una buena posición.

–Son unas simple pesadillas, ¿De acuerdo? –se quedaron callados, suspire– Es una larga historia.

–Te escucharemos –se levanto Salem y me tomo de la mano–, somos tus amigos.

Cuando entre al internado me hice una promesa, no hablar nada de lo que había pasado antes, ni siquiera mencionarlo, sin embargo, las cosas se habían salido de control, las pesadillas habían sido más eventuales y poco a poco dejaba que las personas me conocieran.

Si confiaba en ellos, pero temía que me vieran diferente al saber la verdad sobre mi.

–Lo lamento –aparte la mano de Salem, busque mis botas pero no las encontré así que me puse unos tenis blancos–, solo no puedo contarles ahora –tome mi bolsa y metí un cuaderno dentro de ella–, tengo que irme.

–¿Adónde vas? –preguntó María preocupada– Te queremos ayudar.

–Muchas personas lo han hecho –abrí la puerta y me detuve en el marco– pero nadie lo ha logrado.

Salí del dormitorio y volvieron los murmullos en el pasillo.

Los rumores era lo que más odiaba, ahora tenía que enfrentarme con el primer rumor sobre mi en este internado.

Este día iba ser largo.

Perfecto Desastre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora