Capítulo 18

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La mañana del miércoles fue como cualquier día normal, supongo.

Aprendí que en este internado nunca callaran de hablar de ti, creo que es mejor quedarte en el anonimato, ahora a María la conocían como la compañera de dormitorio de la nueva que grito ante todos que había tenido sexo. Deje que los rumores siguieran aunque no me importaban, todos seguirían a la mentira que a la verdad.

Me olvide de aquello y seguí con mi vida dentro del este maldito lugar. Considere los consejos de la doctora Odín, me encontré a la chica que había encontrado en el salón de danza, le dije que me gustaría unirme a las clases, ella habló con madame Katrina y acepto verme el viernes después de clases. Adiós Tronchatoro, hola madame Katrina.

También seguí otros de sus consejos, el de leer un libro diferente, entre a la biblioteca y busque por todo el lugar, me encontré varias novelas de ciencia ficción con romance, un ángel caído enamorado de una mortal, una relación toxica, vampiros contra lobos, reencarnación, y mucho más. Al final, me decidí irme con el ángel caído, veremos lo que me espera.

La semana pasada nos habían pedido inscribirnos a un taller, se encontraban varios talleres interesantes, en mi opinión, los que me gustaban más eran: pintura, danza y teatro. Descarte danza porque no quería tener que volver, y mírame ahora, regresando otra vez, pintura sería algo nuevo, aunque no se me va bien las nuevas cosas, así que seguí a María que ella se había inscrito a teatro, ¿Qué tan mal podría ser el teatro?

– ¡El teatro es arte! –Grito por tercera vez la profesora Kuri– ¡El teatro es algo vivo!

La profesor Kuri expresaba el teatro como un amante, todos le prestaban atención sentados en la butacas del teatro del internado. Era enorme su teatro, tenía un magnifico escenario, el cual se encontraba parada la profesora, yo también me sentiría poderosa entando ahí parada.

María estaba más emocionada por este taller, había más de quince alumnos en el teatro, pensé que sería de esas horas que no hacíamos nada, creo que me había equivocado.

–Expresamos lo que sentimos –continuo la profesora– y lo comunicamos a través de nuestro cuerpo, todo en el escenario.

María estaba sentada alado mío, le prestaba totalmente atención a cada palabra que decía la profesora, yo sentía que me estaba aburriendo como los demás.

– ¿A qué hora crees que se calle? –Le susurré a María pero no me prestó atención– ¿Crees que hable en toda la hora sobre el teatro?

–Shhh, no me dejas escuchar –me respondió sin mirarme.

Definitivamente, María necesitaba relajarse.

–Bueno, no sigamos más hablando y mejor expresemos todo aquí arriba –sentí un alivio al saber que ya había acabado la profesora– ¿Quién quiere iniciar con su monólogo?

Abrí los ojos y empezaron los murmullos.

– ¿De qué monólogo habla? –le pregunté a María

Ella volvió a no prestarme atención, saco una hoja de su mochila y alzo la mano.

– ¡Yo quiero iniciar! –grito callando los murmullos.

–Excelente, María. Sube al escenario.

María subió al escenario junto con su hoja, la profesora se sentó en primera fila y le prestó atención. Mientras María relataba su monólogo, la entrada se abrió y dejo entrar a la persona que, la verdad, me alegraba de que estuviera en este taller, nuestras miradas se encontraron, se acercó a mí con una sonrisa y se sentó alado mío.

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