Capítulo 19

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− ¡No lo puedo creer!

Salem no dejaba de reírse por la escena que habíamos hecho Nicholas y yo en teatro, esta semana no ha sido la mejor de todas.

Habían terminado las clases y moría de hambre, me encontré a Salem en la cafetería y le conté lo de ayer, tan solo quería desaparecer junto con mi vergüenza de cómo me atreví hacer eso.

–Fue algo impulsivo –me lleve mi manos a mi rostro–, estúpidamente impulsivo.

–El destino los puso juntos para esa escena, hubiera querido ver la cara de María.

–Le destroce su protagonismo de Julieta.

–Por lo menos a la profesora Kuri le gusto su actuación aunque nada fuera actuado.

–Quiero acabar con los rumores pero los hago crecer cada vez más.

–Por ahora, enfócate en pasar mañana tu prueba de danza.

Había olvidado que mañana era mi prueba con madame Katrina, nunca la había visto en persona, pero por el madame sonaba que no era tan dulce. Las maestras de la academia eran estrictas, cuando era pequeña recuerdo haber regresado a la casa llorando porque me dolían las piernas del estiramiento, mi mamá siempre me respondía con una sonrisa diciendo: "No te rindas, verás que todo esto valdrá la pena", después de eso deje de llorar y me aguante el dolor, creo que eso es lo que hago siempre.

Me guardo mi dolor.

– ¿Irás al viaje con Aimee?

– ¿Crees que sea algo prudente? –Le pregunte mientras me llevaba una uva a la boca– Seamos sinceros, Jace no me quiere en ese viaje y no haré mal tercio.

– ¿Y si fuera Nicholas?

–Es una broma, ¿No?

–Como si no quisieras.

–Salem, por favor, no empieces con eso.

–Era claro que no seguiría tu orden de "No vuelvas hablarme".

–Solo duro un día sin hablarme.

–Te extrañó –lo dijo con tono sarcástico, le di una mirada incomprensible–, seamos sinceros, cuando lo besaste alteraste más al lobo.

– ¿Qué estás diciendo?

–Una vez que estés dentro de su cueva, no te dejara ir.

Malditas metáforas que decía Salem, aunque tenía toda la razón.

Lo peor es que ya me encontraba en su cueva y no me quería ir.

– ¡Dios mío! –Nos volteamos al mismo tiempo Salem y yo, Aimee se encontraba alado de nosotros– No puedo seguir con esto.

–También es un gusto verte, Aimee –le respondí sarcástica, ella se sentó a mi lado.

–Deja los saludos para después, esto es grave.

–Creo que me tengo que ir –anuncio Salem pero lo detuve.

–Espera, Aimee, él es Salem –se lo presente y ella le dio una sonrisa–, juega junto con Jace.

–Oh, cierto –recordó Aimee–, nunca te ha mencionado, de hecho, no te había visto antes.

–Sí, solo soy un compañero más del equipo de fútbol para Jace. Ya me voy.

– ¿Dónde vas? –le pregunte mientras el se levantaba de su asiento

–Tengo que ver unas cosas de un trabajo, nos vemos después, Josephine, Aimee.

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