De La Gracia de Un Arcángel.

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No se me asusten por la imagen y la canción :v bueno, la canción si queda...un poco...o mucho...Lo dejo a interpretación de cada quien. Bai.

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Dean no estaba acostumbrado a manejar cierto tipo de sentimientos, en realidad no estaba acostumbrado a manejar los sentimientos, fin del asunto. Era un hombre que había sufrido mucho en la vida y que temía que algo bueno le pasara, era esa la razón por la que los sentimientos positivos siempre le asustaban porque no los experimentaba con frecuencia y por lo tanto no sabía manejarlos, era más fácil manejar la decepción y el auto-desprecio que la felicidad o el amor.

Eso tampoco significaba que era un hombre insensible que no sentía aprecio por el prójimo. Dean era humano después de todo, uno maltrecho, pero sentía amor y simpatía por otros. Dean solía sentirse alegre en algunos momentos, sabía amar (o eso creía él) pero, al mismo tiempo, esos sentires se evaporaban con la velocidad de un rayo y lo dejaban con la sensación de vacío en el estómago. Dean creía que amar significaba dar la vida por alguien y tal vez, sólo tal vez, estaba un poco bien encaminado pero amar también significaba aceptar la perdida y seguir adelante por las dos personas y él no estaba dispuesto a eso.

Era por eso que estaba muriéndose de desesperación mientras pasaba un trapo húmedo por el rostro de Cass en su intento de bajarle la temperatura. La chica llevaba todo el día sudando y vomitando más inconsciente que nada mientras violentos temblores la sacudían cada dos por tres. Dean no quería ni imaginar qué era lo que estaba mal en Castiel por el simple hecho de que no quería saber que iba a perderlo. Sí, perderlo, porque desde que lo había vuelto a ver en su apariencia masculina no pudo volver a relacionar a la hermosa mujer que tenía en frente con el otro hombre y no porque no se parecieran, vaya que lo hacían, sino porque todos esos sentimientos que albergaba eran más manejables con el otro Cass. Aquella chica en la cama enferma y a punto de volverlo loco sólo era una mujer más en su vida, Castiel, sin embargo, era su mejor amigo y si perdía a su mejor amigo probablemente se volvería loco.

Dean se inclinó y le apartó el cabello de la cara mientras volvía a humedecerle el rostro, Cass soltó un gemido por lo bajo, como si estuviera muriendo de dolor, y se colocó de costado doblándose sobre su vientre. Dean sacó de debajo de la cama la cubeta que tenía lista para que la chica vomitara y se la acercó mientras ella se hacía un ovillo sobre su cama y gemía lloriqueando.

— ¿Qué te pasa?—preguntó Dean con frustración al verla retorcerse de dolor—Gabriel dijo que se alimentó de tu gracia pero no estabas así la última vez.

—Casi me drena—gruñó Castiel con los dientes apretados y las mejillas empapadas de lágrimas—Duele, Dean.

Dean sintió sus ojos arder cuando la escuchó llorar y sostener su vientre, como si intentara apaciguar el dolor que la quemaba viva. Gabriel había intentado sanarla apenas volvieron al búnker, se fue a lo súper nova con su hermana pero no hubo éxito, declaró que era algo que no entendía y que estaba en Castiel, que la gracia de la pelinegra, aquella que se mantenía escondida dentro de su cuerpo, había desaparecido casi por completo dejándola con muy poca y que, tal vez, Cass quería acceder a ella de forma inconsciente en su intento de sanarse a sí misma. Claro que, a pesar de eso, nadie le dijo a Dean que a Cass le iba a doler como el infierno.

—La medicina no te hace nada—gruñó Dean mientras volvía a empaparle el rostro al sentirla ardiendo en fiebre—Rowena dice que la magia de Sekhmet evita que ella intente sanarte, dime qué hago—suplicó con los ojos llorosos.

Dean no era un hombre sensible, al menos no a simple vista, procuraba esconder sus sentimientos muy en lo profundo porque no eran asunto de nadie, sus preocupaciones eran suyas hasta que provocaba un apocalipsis o algo similar. Claro que el único que podía saber todo de Dean era Sam, desde luego y aunque Dean lo evitara, pero había cosas que el mayor de los hermanos prefería guardar para sí, cosas que nadie sabía y que deseaba que nunca se supieran.

Sigue siendo Cass.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora