Cuando desperté por la mañana el sol apenas se estaba asomando en el horizonte y aún así, por muy temprano que pareciera, me levanté, me puse el uniforme del colegio, me peiné, desayuné y tomé el autobús a Abelthom High School.
Era viernes, motivo para estar contenta y de buen humor, luego de las cuatro de la tarde volvería a mi casa y no tendría que ver a ninguno de mis compañeros ni profesores hasta el próximo lunes.
La mañana se me pasó en un parpadear, además, me pasé todo el tiempo mensajeando con Nani. Mi amiga británica me alegró el día con una dosis de las más grandes incoherencias y dándome su apoyo incondicional cuando le conté de la cena con las arpías. Tan rápida se me pasó la mañana que cuando me quise acordar ya estaba en mi casa, comiendo mi merienda y viendo a los gemelos tramar una broma contra mamá.
-Algo me dice que estaremos todos castigados la próxima semana -canturreé cuando pasé por su lado de camino a mi habitación.
-Puede ser -dijo Thomas, quien se detuvo a pensar en lo que hacia.
Thomas era el gemelo sensato, el que siempre estaba un paso más adelante que todos.
-No la escuches, piensa en la cara de mamá cuando vea lo que tenemos planeado -intervino Finn, sonriendo malicioso y apoyando su mano en el hombro de su gemelo-. ¡Nos estaremos riendo por semanas de esto! ¿A quién le importa un tonto castigo?
Finn era el gemelo impulsivo, el que pone por delante sus gustos y placeres y se olvida de las consecuencias.
-Espero que mamá me deje quedarme con su Xbox y PS4 cuando los castigue. Mmm... una semana completa con sus videojuegos, todos para mi -dije y reí cuando automáticamente ambos desistieron de su plan.
Como estaba castigada y todos mis placeres me fueron arrebatados no me quedaba mucho por hacer, más que hacer mis deberes para la semana siguiente mientras escucho música y eso fue lo que hice. Me cambié el uniforme por unos pantalones cortos y un suéter, puse la música de mi móvil en reproducción aleatoria y comencé con mis deberes de matemáticas.
Habré estado como mucho una hora haciendo mi tarea sobre mi cama cuando, ¡bip!, la música de mi móvil se detuvo por un momento para avisarme de que había recibido un correo.
Sin apuro alguno me levanté de la cama y fui por mi móvil, el cual había dejado sobre mi escritorio.
Efectivamente, tenía un correo sin leer en mi buzón de e-mail y mi corazón dio un brinco cuando leí quien me escribía.
Para: RenRen (ren_96@live.com.us)
De: hazz.sty.94@live.com.uk
Asunto: ¿Crees en el destino?
Hola, Ren. Antes de presentarme tengo que confesarte que me pareces una persona muy inusual. Cualquiera que encuentra una dirección de correo electrónico desconocida seguramente la ignora, pero tú, tú me has escrito y dices que no sabes quién soy pero... ¿puedo realmente confiar en lo que dices? De cualquier modo voy a presentarme.
Soy Harry, chico (aunque en lo personal me gusta considerarme hombre) de 20 años que tiene una casa propia en Londres pero en la cual casi nunca estoy. Actualmente estoy en el aeropuerto de España esperando poder abordar mi vuelo a Italia...
Sé lo que debes estar pensando "wow, he dado con un chico adinerado y presumido" o algo parecido a eso, pero debo decirte que no lo soy. Viajar por el mundo es parte de mi trabajo, no lo niego, conocer tantos lugares es asombroso, pero lo que hago no es algo sencillo. Un mínimo error que cometa significa semanas de profundo arrepentimiento y algún castigo severo.
En fin, soy Harry, tengo 20 años, tengo una casa pero vivo en habitaciones de hoteles y creo fielmente en que las personas tenemos un destino escrito. ¿Tu crees en el destino?
Definitivamente yo pienso que mi vida fue prescrita de comienzo a fin y que cada persona que se pasa por mi vida tiene un papel importante en mi historia...
Besos desde España,
Harry
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Mi nombre es Ren {h.s.}
FanficRen, una chica como cualquier otra, o casi como cualquier otra. Ella era el clásico ejemplo de la chica solitaria y sin amigos y, además, era una fanática. Si, Ren era una fan más de la mundialmente famosa banda One Direction. Lo único que la hacía...