Epílogo

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  • Dedicado a todos aquellos que me siguieron desde le principio, esto es para vosotros :)
                                    

No recuerdo cómo había llegado hasta aquella habitación de hospital, pero solo esperaba que todo lo que aún daba vueltas en mi cabeza no hubiera sido más que una horrible pesadilla.

Miré a mi alrededor y allí estaba Dylan. Dormido sobre una butaca que tenía pinta de ser lo más incómodo del mundo, y en el sofá estaba mi madre, que dormía plácidamente al igual que Dylan.

Intenté levantarme pero la cama hizo demasiado ruido y los ojos de Dylan se abrieron de golpe.

- ¿Como te encuentras?

- ¿Por qué estoy en el hospital?

- Perdiste el conocimiento. Estábamos muy preocupados por ti.

- ¿Le maté? - dije con la voz temblorosa.

Toda mi vida me habían preparado en la academia para matar a cualquier enemigo, fuera cual fuera, pero jamás para matar a alguien de tu propia sangre, jamás pensé que mi padre se convertiría en unos de los peores. Y mucho menos imaginé que sería yo misma quien acabaría con su vida.

- Lena, no llores. No tenías opción.

- Siento no haberte dicho nada y que te enteraras de esa forma. Ni siquiera yo estaba segura de que estaba embarazada. Lo siento mucho. Si quieres odiarme lo entenderé.

- No voy a odiarte Lena. No podría odiarte. Pero... ¿sabes?, tu padre tenía razón en una cosa.

- ¿Cuál?.- dije con lágrimas en los ojos.

- Eres mi perdición Lena, pero una perdición que elegí por mi mismo y no porque nadie me lo impuso.

- Te quiero Dylan. ¿Lo sabes verdad?. Siempre te he querido. Desde el día en que te vi en la academia, hace ya tantos años.

- Yo también Lena. No te puedes hacer una idea.

Y solo pude besarle. Besarle con desesperación, con necesidad de más, como si eso fuera lo único que me confirmaría que aquel hombre que tenía delante de mí no era un sueño, sino un realidad y que nunca se iría de mi lado.

Mi madre estaba al lado mientras yo me besaba con él, pero nada me importaba. Habían violado mi intimidad antes y comparado con esto, no era nada que me viera así.

- Mamá.

- Me alegro de que estés bien, Lena. - dijo mientras Dylan se hacía a un lado para que pudiera abrazarme. - ¿Como te encuentras?

- Dolorida. ¿y tú?

- Bueno un par de días en reposo y estaré como nueva. - mi madre siempre le quitaba importancia a las cosas, diciendo que con un poco de reposo sus males se iban, aunque en realidad no fuera cierto. - Lo importante eres tú.

- Mamá, ¿qué pasó después?

- Bueno... conseguimos parar los planes de Klaus antes de que el aerodeslizador aterrizara sobre la ciudad. Lexie es un genio.

- Lo sé. ¿dónde está?.

- Se fue hace un par de días. Se merecía unas vacaciones.

- Quiero pedirle perdón por cómo me comporté con ella antes de que yo... bueno de que yo desapareciera del mapa.

- Te ha perdonado cariño. Pero ahora, quiero saber una cosa. ¿Cuando pensabas decirme que me vas a hacer abuela?. - Dylan y Bárbara rieron y yo me contagie a los pocos segundos.

- No he tenido mucho tiempo de pensar como sería deciros una cosa así. He de reconocer que me asusté cuando supuse que era esto. Siento que os enteréis por él y no por mi.

- Ya te he dicho que no importa.

- Lena, ¿quieres tenerlo?.- preguntó mi madre ahora un poco más seria.

- Antes no lo sabía pero después de lo que ha pasado sé exactamente lo que quiero. Pero si tengo este niño no pertenecerá a este mundo, al menos que él mismo lo elija.

- Me parece estupendo cariño.

- No quiero que crezca con la sensación de no tener a nadie que le proteja y que todo lo que tiene en el mundo es él mismo. Quiero protegerlo hasta que él pueda valerse por sí mismo y si algún día quiere seguir los pasos de sus padres le dejaré, pero quiero que sea decisión suya y no de terceras personas.

- Serás una madre increíble.



20 años después...

Desde el día que vi los ojitos azules de Luke supe que lo querría hasta el fin de mis días. Durante los nueve meses que Dylan y yo estuvimos esperándolo, fue la espera más larga de toda nuestra vida.

Desde que esta pequeña personita entró en nuestras vidas, mi vida dio un giro de 360º. Cada día que pasaba era más y más feliz.

A los pocos meses de nacer Luke, Dylan me pidió que me casara con él. Nunca habría imaginado a Dylan hincando rodilla en el suelo, sacando un anillo de compromiso del bolsillo y mucho menos que me pidiera que pasara el resto de nuestras vidas juntos con nuestro pequeño angelito de cabellos rubios y ojos azules.

Mi vida iba a mejor cada día. Dylan había vuelto a trabajar para mi madre pero no del mismo modo, ahora era como un ayudante para ella y era muy pocas las veces que él participaba físicamente en una misión, ahora se dedicaba al planteamiento de las misiones y parecía irle bien.

Yo nunca volví a ejercer como agente especial hasta que Luke creció e inevitablemente quiso dedicarse a esto. Confieso que la idea en un principio me aterró pero cuando cumplió diecisiete años y descubrió lo que su padre y yo éramos al instante quiso hacer algo tan genial como lo hacíamos nosotros.

Hay muy pocas cosas de las que me arrepiento en esta vida, pero jamás me arrepentiré de ciertas decisiones que tomé en su momento. Tal vez matar a mi propio padre fue lo peor que me pasó en la vida y aún me atormenta su imagen por las noches. Klaus siempre fue un ausente en mi vida y cuando le conocí jamás pensé que sería de ese modo y mucho menos que acabaríamos de esa manera pero todo pasa por algo.

He aprendido a sobrevivir tal y como me enseñaron desde niña. Me he dado cuenta de que el mundo es un sitio cruel pero que solo nosotros podemos hacer que eso cambie, que las mentiras no llegan a ningún lado y sobre todo que el amor es la única y verdadera perdición de una persona en la vida.

Stay Strong ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora