Bang Bangtan| Reacciones

Cuarenta y Cuatro|Yoongi

—Yoongi...

Suspiraste al abrir la puerta y mirarlo ahí, con los labios rojos, los dedos apretando la cintura de aquella chica y ella sin el vestido con el que llegó.

El volteó a mirar a la chica de ojos cristalinos, no presto atención y siguió con lo que estaba. Sus manos vagaban por la blanquecina piel de la chica.

Haneul no sabía qué hacer. Su corazón no latía, su mente no procesaba.

—¿Piensas que esto es una porno o algo así? Lárgate, Haneul.

Yoongi escupió las palabras, rompió tu corazón y saliste de aquella casa como la primera vez que entraste.
Suga tragó en seco cuando te retiraste de el lugar y se separó rápidamente de la chica que no entendía lo que sucedía. La rubia lo miro confundida y el sólo tomo sus cabellos entre sus manos mientras caía en la ansiedad.

—Vete—murmuro
—¿Qué?—pronunció la mujer de labios hinchados.
—Que te largues, joder, tu trabajo finalizó, ¿Okay? No necesitaba llevarte a la puta cama. Necesitaba que ella lo viera.

Desconcertada, aquella anónima chica encontró su vestido para luego  tropezar hasta llegar a sus tacones.

—Ten—dijo Yoongi extendiendo wones— aquí está tu paga. Ahora vete.

Aquel Yoongi daba tanto miedo que la chica no contó el dinero, solamente lo agarro y azotó la puerta temblando.

Y el chico de pequeños ojos comenzó a llorar, a gritar y a odiarse por haber sido aquella la última escena entre el y la mujer que más amaba en todo el mundo.

Pero no podía arriesgar su vida por más que la empresa "la protegiera". Ellos lo protegerían a el, ella no importaría.

Las amenazas de muerte habían sido tantas en contra de Haneul que no podía decírselo, ni podía huir porque ella siempre lo encontraba para repetirle entre besos, caricias, con ropa y desnudos cuanto lo quería con el alma.

Así que no pensó, solo lo hizo y ahora su boca sabía amarga.

—Perdonáme, perdóname, perdóname.

Dijo en voz alta y entrecortada pidiéndole al cielo que se lo comunicara a su novia, su prometida, su ex novia.

Pero aquel mensaje nunca llegaría y ella nunca lo entendería.

Que manera tan rara de proteger a alguien cuando el miedo corre por tus venas.