Las aventuras no siempre inician felizmente.

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Sonó el despertador de mi habitación eran las 6:00 a.m., había llegado el momento de despertarse de volver a la escuela, tenía que asistir a mi último curso de secundaria, era necesario para poder terminar mis estudios e irme lo más pronto posible de mi casa, tome la iniciativa de levantarme con la pequeña motivación de que cada pequeño paso fortalecía mi futuro, salí de mi habitación con mi uniforme puesto, me quedaba cada vez más horrendo, al salir me topé con mi padre.

-Pero ¿Qué estas esperando? ¿Por qué vienes con esa lentitud?-Menciono mi padre entre corajes.

Decidí no responderle nada y continuar mi camino, era mejor evitar más problemas, me había quedado sin la diversión de salir con mis amigos y la compañía de mi teléfono celular, no estaba dispuesta a perder otra cosa, desayune rápidamente y regrese a mi habitación para poder cepillarme los dientes, termine en seguida y decidí darle un toque diferente a mi atuendo, tome una linda cadenita con un dije en forma de ángel, me lo había regalado mi madrina, era el último recuerdo que me quedaba desde que ella se había ido a vivir a otro lugar, al salir de mi habitación estaba ahí nuevamente mi padre esperándome con mi mochila en las manos con una mueca de furia en su rostro, solo seguí mi camino y subí al automóvil para que mi padre me llevara a clases, todo el camino fue demasiado silencioso y por fin llegue a mi destino, a mi pequeña y común Escuela Secundaria, baje del automóvil sin siquiera despedirme de mi padre. El momento había llegado tenía que volver a entrar a la institución y entonces entre, como era de esperarse ahí estaban todos los compañeros de siempre, todos con sus caras de felicidad al reencontrarse con sus amigos, yo solo quería hundir mi rostro en algún libro, me sentía demasiado invisible para todos los demás, no creía que se dieran cuenta de mi presencia, de pronto escuche una voz a lo lejos.

-¡Elizabeth! ¡Elizabeth! ¡Espérame! –.Grito esa persona desconocida con su voz un poco peculiar.

Decidí voltear mi cabeza para ver quién era ya que parecía conocer mi nombre ya que lo había dicho en voz alta, asi que ahí estaba era Mike, mi mejor amigo, tenía demasiado tiempo que no lo veía ni siquiera había logrado tener comunicación con él durante las vacaciones, parece ser que le cambió un poco la voz, me detuve para que el lograra alcanzarme, cuando llego a donde estaba me tomo en sus brazos de una manera demasiado afectiva, algo un poco fuera de lo común.

-Mike, pero ¿Qué te ocurre? –.Dije alejándole un poco de mí.

-Me parece que no te agrada mucho mi afecto Elizabeth-. Dijo convencido de lo que estaba diciendo.

-No es que me moleste, solo que tú haces que me quede atónita, pase todas las vacaciones sin verte y cuando vuelvo a verte me recibes con demasiado cariño, tu nunca eres así Mike, de una buena vez dime que ocurre-.Dije exigiendo una explicación.

Pero al parecer él se quedó sin palabra alguna, solo se acercó a mí de una manera extraña, me tomo de la mejilla y acerco sus labios a mi oído.

- Es solo que extrañe demasiado a mi mejor amiga. –Me dijo entre susurros.

En ese momento se me subió la sangre a las mejillas, fue inevitable no sonrojarme, tenía demasiado tiempo que nadie mostraba afecto hacia mí, era una sensación extraña, pero estoy segura de que estaba logrando arreglar esas semanas de mierda que había pasado, y nuevamente vino el recuerdo a mi mente, ahí estaba yo arreglando mis maletas en mi habitación, toma el boleto de avión, me iba..., pero de momento el recuerdo desvaneció.

-¡Elizabeth! ¡Elizabeth! ¿Estas prestando atención a lo que te estoy diciendo?-.Comenzó a gritarme Mike.

- Sí, estoy escuchándote, solo me distraje con un estúpido pensamiento, algo imposible, algo que solo es parte de mi imaginación. –Le respondí.

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