Nuestro comienzo.

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Ian:
Durante los últimos días he estado pasando la mayor parte de mi tiempo con Elizabeth y eso me hacía realmente feliz, ella era única, me encantaba, me volvía loco en cuestión de segundos y siempre me hacía sonreír como un completo idiota.

Hoy por fin le diría, estaba decidido a confesarle lo que siento por ella, y lo único que me queda es esperar que ella también sienta lo mismo.
Sabía que si de alguna manera le confesaba lo que sentía mirandola a los ojos me quedaría mudo, ella logra ponerme de nervios, aunque disfruto demasiado su compañía, así que decidí escribirle, es más fácil escribir lo que siento que mencionarlo.

Princesa:
Me es difícil explicarte lo que siento, no se si por lo menos ya lo hayas notado, no se si te das cuenta del desorden de emociones que provocas cuando me miras, cuando me tomas de la mano, o cuando aprietas tu cuerpo contra el mío.
La verdad es que llevo demasiado tiempo sintiendo esto, y ya no resisto más, ya no puedo seguir guardando el secreto. En mi cabeza escucho tu nombre retumbando constantemente, no se como haces que de alguna manera pienso en ti incluso cuando ni siquiera puedo pensar.
Se que tal vez no sea el momento de decirlo, se que te han lastimado y probablemente tengas miedo de aceptar a alguien más en tu vida, pero creéme que yo anhelo formar parte de ella, porque tú ya formas parte de la mía; Desde la primera vez que te ví supe que no quería dejarte jamás, que quería compartir cada instante contigo, quería que te convirtieras en la melodía que ronda constantemente por mi cabeza.
No estaba preparado para admitirlo, pero tengo que confesarte que estoy enamorado de ti, te quiero como nunca he querido a nadie y si tú me lo permites estoy dispuesto a hacerte feliz.
¿Aceptas?

Lo último que coloqué fue una firma, doblé la hoja y escribí en el sobre  Para: Elizabeth.
No estaba seguro de poder entregarsela mientras la miraba a los ojos, me pondría muy nervioso de ver como leía la carta, así que ya tenía otros planes para entregarsela.

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Elizabeth:
Las clases estaban por terminar, tenía unas inmensas ganas de llegar a casa.

Por fin dieron el toque de salida, me acerqué a Ian que estaba de espaldas y le cubrí los ojos con mis manos.

-¡Princesa!

-¿Cuál de todas?

-La única princesa que conozco, Elizabeth.

-¿Nos vamos?

-Vamonos-.dijó entrelazando mi mano con la suya.

Salimos del colegio e inmediatamente subimos a la moto.

Recorrimos el camino a casa con normalidad, aunque sin cruzar palabra alguna.

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Ian:
Ibamos de camino a casa de Elizabeth, todo parecía normal, aunque no cruzabamos palabra, pero yo no podía hablar, sentía que iba a cagarla en todo, me sudaban las manos, y me temblaban las piernas.

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Elizabeth:
Por fin llegamos a mi casa, bajé de la moto e Ian bajo después de mí, solo que esta vez él no me siguió de inmediato, se quedó buscando algo en su mochila, cuando por fin encontró lo que buscaba me alcanzó a la puerta.

-Toma, es para ti-.dijo extendiendome el libro que traía en sus manos.

-Muchas gracias, pero. ¿Por qué?

-Solo porque sí, que lo disfrutes.

-Gracias-.dije abrazandolo.

Me despedí de Ian y entré a casa.
Tenía ganas de comenzar a leer el libro de inmediato, así que corrí hacia mi habitación.
Llegué a mi habitación y me senté en la cama, acerqué el libro a mi nariz y pasé las páginas rápidamente para poder oler su aroma a libro nuevo, me encantaba el aroma de los libros nuevos. Pero noté que calló algo al suelo, parecía ser un sobre proveniente del libro, así que lo recogí de inmediato.

El sobre decía: Para Elizabeth.

Al darme cuenta que sin duda era para mí decidí abrirlo y ahí venía una carta.

Princesa:
Me es difícil explicarte lo que siento, no se si por lo menos ya lo hayas notado, no se si te das cuenta del desorden de emociones que provocas cuando me miras, cuando me tomas de la mano, o cuando aprietas tu cuerpo contra el mío.
La verdad es que llevo demasiado tiempo sintiendo esto, y ya no resisto más, ya no puedo seguir guardando el secreto. En mi cabeza escucho tu nombre retumbando constantemente, no se como haces que de alguna manera pienso en ti incluso cuando ni siquiera puedo pensar.
Se que tal vez no sea el momento de decirlo, se que te han lastimado y probablemente tengas miedo de aceptar a alguien más en tu vida, pero creéme que yo anhelo formar parte de ella, porque tú ya formas parte de la mía; Desde la primera vez que te ví supe que no quería dejarte jamás, que quería compartir cada instante contigo, quería que te convirtieras en la melodía que ronda constantemente por mi cabeza.
No estaba preparado para admitirlo, pero tengo que confesarte que estoy enamorado de ti, te quiero como nunca he querido a nadie y si tú me lo permites estoy dispuesto a hacerte feliz.
¿Aceptas?
           Ian.

Joder. No podía creer que Ian estaba enamorado de mí, maldición no podía quitar la estúpida sonrisa de mi rostro, ese chico me hacía la niña más feliz del mundo. No podía esperar a darle una respuesta hasta mañana, quería abrazarlo con todas mis fuerzas y decirle que siento exactamente lo mismo que él y que estoy dispuesta a enfrentar todo con tal de estar a su lado; así que tomé las llaves de mi moto y salí directamente a la casa de Ian.

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Ian:
Ya estaba hecho, no había manera de retroceder el tiempo y evitar hacer lo que he hecho, tenía miedo de perder la amistad de Elizabeth, o terminar más hundido en ella, pero si no arriesgo jamás voy a ganar y si ella me rechaza, no importa, puedo aceptar ser su amigo con tal de estar a su lado.

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Elizabeth:
Por fin llegué a casa de Ian, bajé de la moto con la carta en la mano y toqué desesperadamente la puerta de Ian. Él abrió la puerta de inmediato.

-Princesa. ¿Qué pasó?

No respondí nada, solo me lancé a sus brazos, y lo apreté como nunca antes, no quería separarme de él ni un segundo, quería estar a su lado siempre.

-Ian, te quiero demasiado. Y quiero ser feliz a tu lado-.murmuré en su oído.

-Dime que esto no es un sueño-.respondió separandose un poco de mí.

-Creéme que no lo es-.dije y de inmediato presioné mis labios contra los suyos, él me correspondió de manera automática, sus labios eran extremadamente suaves, colocó sus manos en mi cintura y yo coloqué mis manos al rededor de su cuello.

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Ian:
Mierda, en realidad estaba pasando, anhelaba demasiado este momento, Elizabeth se había fijado en mí, Elizabeth me había aceptado, carajo de verdad es que no puedo ser más feliz de lo que ya soy.
Separé mis labios de los de Elizabeth.

-Mi princesa-.dijé acariciando su mejilla.

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