C A P Í T U L O 15

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—Está bien, hagamos esto a tu manera — cedió él, haciendo una reverencia mientras mantenía el contacto visual. Después de hacerla, se incorporó en toda su altura, avanzando con paso seguro hacía ella. —me tienes a tu merced ahora.— dijo mirándola, y en ese momento Ambar sintió como su estómago dio un tirón.

En ningún momento dejaron de mirarse, fundiéndose en la mirada del otro. Y es que no había palabras para lo que pasaba en ese momento, más bien, no se necesitaban.

—¿Y bien?.— susurró Simon, con una voz ronca que hizo que a Ambar se le atorara la respiración.

—¿Y bien, qué?.— susurró ella, devuelta.

—Creí que querías hablar.— dijo él con voz suave, tan suave como la seda. Frunció el ceño y comenzó a caminar de un lado hacía otro, mientras acariciaba su barbilla, pensando.

—Tienes unos ojos muy bonitos.— Ambar sonrío, una sonrisa sincera, y Simon sintió como todo a su alrededor desaparecía, menos sus nervios y ellos dos.

—Gracias, pero eso no tiene nada que ver con lo que estamos haciendo. Por ahora, solo estoy tratando de analizar tu juego.

—Está vez, no estoy jugando a nada.— admitió ella.

Era increíble, hace 30 minutos ni siquiera querían estar en el mismo lugar que el otro, y ahora, no podían parar de mirarse, o más bien, no querían.

—¿Me lo prometes?.— susurro Simon, mirándola con esos ojos de cachorrito regañado que sólo él sabía ponerle. Ambar río, enternecida, mientras asentía con la cabeza.

—Te lo prometo.— dijo ella sin dejar de reír. Lo cual, causó que a Simón se le acelerará el corazón. Es que, ¿cómo era posible que fuera tan linda?. —Realmente quiero hablar contigo, pero, no aquí, en el cuarto de Luna.— Ambar hizo una mueca y Simon río.

—Está bien, conozco un buen lugar.— le guiñó un ojo mientras le extendía su mano hacía ella. Ambar lo miró dudosa, mientras él, con sus ojos, le indicaba que la tomara. Mordió su labio, pensando en sus opciones. Y finalmente cedió, agarrando la mano de él con la suya, entrelazando sus dedos.

Los dos se quedaron mirando el agarre un buen rato. Hacía mucho tiempo que no lo hacían, desde que, ya saben, “la gran pelea”.

—Están tan calientes y suaves, justo como las recordaba.— susurró Simon manteniendo contacto visual, mientras con el dedo acariciaba el dorso de su mano. Ambar sonrío, y le dio un pequeño apretón.

Simon la jaló hacía él, mientras abría la puerta del dormitorio y se asomaba por los dos lados, cruzando los dedos porque no se encontrará nadie cerca.

Vaya suerte, pensó, el pasillo estaba completamente desierto.

Mordió su labio disimuladamente, y, aún mirando, jaló el brazo de Ambar, indicándole que avanzará. Los dos empezaron a correr por los pasillos, soltando pequeñas risitas y mirándose de vez en cuando.

Parecían dos niños, disfrutando la compañía del otro. Y eso estaba bien, ya que ambos lo extrañaban.

Siguieron un largo camino hasta que Simon se detuvo, causando que Ambar chocará la frente contra su espalda. Frunció el ceño, y río mientras sobaba la parte golpeada.

—Lo siento.— susurró él entre risitas.

—No hay cuidado.— susurró ella de vuelta, dándole una sonrisa. —¿Y bien?, ¿por qué paraste?.

—Porque ya hemos llegado.— alzó las cejas al mismo tiempo, de arriba hacía abajo y de abajo hacía arriba, sucesivamente, provocando una risita de la rubia.

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2019 ⏰

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