Amanda

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¿Dios está enojado con nosotros?

Pero... ¿por qué se enojaba con ellos si el culpable era él? Dios era un padre castigador e implacable que los miraba sobre el hombro. Dios era un señor cruzado de brazos que no admitía reclamos... a él no se le podía ir con quejas. Dios no estaba en ninguna parte, solo quedaban sus hijos de alas blancas, y Amanda se había pasado la vida huyendo de ellos.

Antes lo hacía con Bruno y los amigos convencidos de que la vida era ahora y eran ellos, los amigos convencidos que podían hacer lo que quisieran, pero entonces los inquisidores les hicieron saber que estaban equivocados y ya nada supo de él, ni de los amigos de la revolución.

¿Cuánto tiempo llevaba corriendo?  Tenía las suelas rotas y los pies sangraban cansancio y miedo. 

Amanda creía en la revolución, cuando los débiles ganan, cuando Dios se cae de su trono, derrocado por la muchedumbre que baila en un carnaval carioca infinito. Amanda creía... cuando andaba convertida en una gata paseando por los tejados miraba a la gente, andando como una oruga, y creía... siempre había creído, cuando recorría playas y escalaba montañas, cuando Bruno la llevaba volando hasta la cima de una pirámide...  entonces era tan fácil creer que ese mundo les pertenecía, que podían tomarlo, que debían tomarlo.

Hasta que se encontraron con el inquisidor. Si le preguntaban ni siquiera podía explicar cómo escapó, probablemente gracias a Bruno, y le daba risa y tristeza pensar que escapó de un monstruo para caer en las fauces de otro.

Con él  Amanda supo que también hay que cuidarse de quien te ofrece ayuda. De los que son de los tuyos, de los incomprendidos y los perseguidos también había que cuidarase.

<<Conocí al Escorpión. Así le llama Seán>>

Derain la miró pretendiendo desinterés. Su cuerpo parecía casi etéreo, de otro mundo, o como si fuera parte de un sueño, ¿estaba soñando? No, le estaba ocurriendo.

Decía que podía volverme humana. Es como ser mutante, pero a la inversa. Él descubrió la manera de lograrlo 

O estaba en camino a hacerlo, y ella había sido su conejillo de indias. Uno más de tantos otros, pero  Amanda había logrado huir una vez más, era como si el destino o alguna fuerza que no sabía quisiera que llegará hasta allí a contarselo a aquel ángel cínico que se paseaba por Londres como un turista despreocupado y ajeno.

En un principio Seán le había parecido atractivo, tenía la voz áspera y los ojos túneles, ojos de quien lo ha visto todo y todavía cree. Hoy en día todos dejan de creer ¿no? Hasta Bruno, hasta el grupo de amigos nefilims que querían viajar por el mundo burlando Ángeles.

Ahora siento como muero poquito a poco. El escorpion me picó y su veneno recorre mis venas.

No sentía dolor, solo entumecimiento y frío.

— ¿Y este lugar está bien? ¿o hay algo más que quieras ver del mundo?

La pregunta fue sorpresiva, pero entonces supo que él no se la llevaría. Que no le haría pasar por los tormentos de la Inquisición, que no sería la espalda del verdugo la que pondría fin a su viaje.

Digo, si vas a morir al menos hazlo en un lugar que te agrade.

Amanda lo miró. El cuerpo le dolía, Derain se veía como si fuera visto a través de un cristal opaco y el mundo se oía lejano... muy lejano.

Este parque, con este cielo y en ésta estación del año estan bien

Derain asintió. Amanda se preguntó por los misterios de su mente, y sintió frío... luego pensó que aquello que le estaba pasando era como quedarse dormida, así que durmió... dentro del sueño Bruno le sonreía y de su espalda nacían las alas de un enorme dragón.

Las brujas de AradiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora