Huyendo

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*Alex*

Esto no puede ser posible. No basta con ver como a Annie le da un ataque, como la tengo casi que cargar para que no acabe tirada en el piso y ver cómo está toda destrozada. No. No. No. Esos infelices nos tienen que seguir, nos quieren secuestrar o matar... Hay un montón de espantosas ideas en mi mente. Ay qué horror. 

—Por... por favor dime que puedes correr.

Con los ojos muy abiertos me contesta que sí asintiendo. No para de llorar, y ni sé si puede hablar. Está como en shock. Si la situación fuera diferente, o sea... si yo no le... eso a Annie o yo que sé, la ayudaría, la consolaría. Incluso podría ahora pero me da miedo. No puedo, hay algo que me bloquea y no me deja. 

Empiezo a correr con la adrenalina impregnando todo mi cuerpo, veo que ella también corre detrás de mí, y va bastante rápido para casi haberse desmayado apenas hace unos segundos. Realmente es fuerte, porque aunque lo hiciera por la adrenalina como yo por el miedo o algo así necesita bastante energía de sobra. Corremos sin parar hasta que me doy cuenta de que la zona en la que estamos es algo diferente a como la recuerdo.

—Alex, —tiene la voz un poco temblorosa —estamos mal. Por aquí no es el camino. —y se confirma mi temor.

—¿Adónde... vamos? — ¡¿Por qué me cuesta tanto hablar bien?!

—No sé. —se oye preocupada. —Hay que perderlos pero... no sé cómo. —volteo buscando una salida o un escondite y veo unas colinas pobladas de árboles al fondo a la izquierda.

—Vamos ahí. —digo señalándolas.

Empezamos a correr hacia allá. Esto es difícil ya que el terreno es algo inestable. Nos trepamos a unas piedras ayudándonos entre los dos y nos vamos por un sendero que da a otro bosque diferente al que está junto al hotel. Este se ve más amenazante y peligroso, o quizá solo es mi cabeza imaginando cosas por el miedo. Entonces veo que entre unas rocas y varias plantas hay como una entrada, un hueco oscuro, me fijo mejor y veo que sí lo es.

—¡Ahí!

Nos metemos y damos unos pasos en la oscuridad tratando de palpar algo pero me resbalo por una bajada que es imposible de ver y empiezo a caer.

—¡Ahhh! —grita Annie.

Parece que ella también la encontró. Me voy rodando hasta quién sabe dónde. Cuando por fin paro me duele todo y estoy lleno de raspones. Oigo gemir a Annie, la oigo como intenta respirar. Trato de verla pero todo está muy oscuro así que espero a que se me adapte un poco la visión, y finalmente logro verla. Esta tendida viendo para arriba, no ha parado de llorar y le sigue costando mucho respirar.

Me empiezo a arrastrar para llegar a su lado, me siento un poco incómodo, pero necesita ayuda y mi necesidad de protegerla es mucho mayor que mis nervios por nuestra rara situación. Llego junto a ella y la miro un poco asustado.

—¿Annie? —me mira y eso hace que me estremezca al conectarse nuestros ojos.

—Due... le.

Entre mis propios temblores, logro ayudarla a sentarse, se ve muy mal, de por sí ya lo estaba. Si seguimos así, va a empeorar. Me da miedo. Si le pasa algo... Un flash de imágenes horribles pasan por mi cabeza. ¡No! No voy a pensar en eso.

Annie se pone a jadear y no para de temblar. Al colocarme alado de ella le toco el brazo por accidente con los dedos y siento su piel helada. 

—Annie... Annie tenemos que salir de aquí.

—No puedo. —con trabajo y puede hablar, es como si se estuviera ahogando.

—Tranquila, yo te ayudo. —con mucho cuidado la agarro del torso y la levanto, le flaquean las piernas al instante. Le paso un brazo por la espalda para rodearla. —Sostente de mí. —indecisa, me pone las manos en los hombros. El maldito corazón se me quiere salir por la garganta. Nos quedamos así unos minutos en lo que ella puede respirar bien, luego le pregunto:  —¿Te puedes mover?

Los Poderes Ocultos 1 - El anillo de tortuga (primera versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora