Capítulo 8

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- ¿Eh?, ¿por qué no? – inconscientemente me llevé las manos a mi cara - ¿qué está mal conmigo?

- Nada, simplemente no eres como todos los humanos – dijo Brandon y sonrió – tienes algo que te hace especial

- ¿Y qué es?

- Casandra, no eres humana porque tú eres mitad humano y mitad demonio y eso es lo que te hace diferente – respondió Brandon

- Eso no puede ser verdad, yo soy humana – exclamé, de un rato al otro sentí como todo mi cuerpo perdió las fuerzas y empecé a temblar

- No lo eres, eres mitad humano y mitad demonio – Elián me pasó el brazo por los hombros haciendo que su calor pasara a mi

- Pero ¿cómo puede ser? Si mis padres son humanos

- Ellos no son tus padres biológicos – dijo Brandon, parpadeé tratando de calmarme – son tus padres adoptivos

- Yo nunca he estado en un orfanato

- No, nunca lo has estado – admitió Brandon – ellos te acogieron cuando tuviste dos días de nacida

- Entonces ¿dónde están mis padres?, ¿acaso me abandonaron?

- ¡No! – respondió Elián y apretó más su agarre – ellos están muertos – mi cuerpo entró en shock, no sabía qué hacer ni qué decir, ¿qué pasó?

- ¿Có - cómo? – tartamudeé sin aliento

- Tu padre murió en batalla y tu madre murió al dar a luz – mis ojos se abrieron como platos y me froté los brazos tratando de entrar en calor

- ¿Cómo se llamaban? – pregunté

- Tu padre se llamaba Amaciel y tu madre Victoria – contó Brandon cogiéndome una mano – tu padre fue uno de los mejores demonios y tu madre fue una humana

- No soy humana – susurré tratando de digerir todo lo que me han dicho

- No lo eres, Kenya – aseguró Elián, ese nombre de nuevo, ¿qué significaba?, últimamente lo había estado escuchando demasiadas veces

- ¿Por qué me llaman así? – pregunté frunciendo el ceño – mi nombre es Casandra

- Tu verdadero nombre es Kenya – dijo Brandon – tus padres lo eligieron antes de que murieran – sus manos apretaron la mía – Casandra es tu nombre que eligieron tus padres adoptivos

- Kenya – susurré, el nombre se repetía una y otra vez en mi cabeza, es que hasta mi nombre es falso

- No queríamos que te enteraras de esta manera – dijo esta vez Elián – pensamos que aun teníamos tiempo antes de que te descubrieran pero ya lo han hecho, ya no hay tiempo

- ¿Por qué no vinieron antes por mí? – pregunté pensativa – estuve todo el tiempo desprotegida y quedándome sola en la casa, tuvieron muchas oportunidades para matarme - pasé la mirada de Elián a Brandon y viceversa

- Porque antes cuando eras una niña podías pasar como una humana ya que creciste en este mundo – respondió Brandon – y cuando ya entraste al instituto y tu esencia de demonio empezó a incrementarse y hacerse más visible vine yo para cuidarte

- ¿Por qué lo hiciste?

- Porque es mi obligación – susurró y mis ojos se abrieron una vez más como platos – tu padre me pidió que lo hiciera cuando murió, él no quería que crecieras en nuestro mundo ya que él siempre quiso que fueras en lo más posible una humana o eso fue lo que dijo

- Supongo que... - me tragué un nudo que se formó en mi garganta –... hacerte amigo de alguien por obligación debe ser difícil ¿no? – mis ojos se cristalizaron

- No digas eso, Cas – Brandon puso su mano en mi mejilla – al principio vine por el deseo de Amaciel pero con el tiempo tú supiste ganarte un espacio en mi corazón con tus locuras y rebeldías – sonrió y yo lo imité – no siempre se encuentra amigas como tú

- ¿Qué era para ti, Amaciel? – pregunté, aún no podía decirle padre

- Lo más cercano a un hermano – dijo Brandon y se sentó a mi lado – y por la promesa que le hice y por la amistad que tenemos los dos, te voy a proteger aún a costa de mi propia vida

- Gracias – puse mi mano encima de la de Brandon – pero ¿qué haces tú aquí? – miré a Elián con una ceja enarcada – ¿vienes por mi alma? – bromeé tratando de aligerar el ambiente – porque si es así pues te equivocaste de chica

- No vine por tu alma – sonrió Elián y sus ojos azules brillaron – vine porque yo también te voy a proteger, Amaciel era un gran general y un amigo en quien confiar

- ¿Cuándo te enteraste de mi existencia? – cuestioné – o ¿ya sabías desde antes de que naciera?

- Lo supe antes de que nacieras ya que tu padre me lo contó un día después de que tu madre le confesara lo de su embarazo - sentí que algo me rozó la pierna y bajé la vista para encontrarme con los ojos turquesas de Dante

- Dante – lo llamé y lo cogí demasiado rápido - ¿estás bien?, ¿no te paso nada? – pregunté repasándole con los ojos y las manos – casi me muero cuando pensé que Gabriel te iba a traspasar con su espada

Tanto Brandon como Elián me miraron y rieron

- ¿Qué pasa? – los miré y ellos pararon de reír

- ¿Sabes qué es lo que tienes en tus brazos? – preguntó Elián señalando a Dante

- A mi gato – respondí dudosa

- Tú querido gato en realidad es un Behemot, un demonio – lo miré sin entender nada – es tu protector desde que tú lo abrigaste en tus brazos, él fue enviado para cuidarte, esa es su única misión

- ¿Quién lo envió?

- Tú padre lo entrenó y le dio la orden de que subiera antes de que te descubrieran – contó Brandon – supongo que presintió algo y subió para ser tu guardián

- Ya – dije y acaricié a Dante

No sabía que decir, descubrir que no eres quien crees ser es algo que no podía asimilar a la hora, que todo en lo que había creído y pensado que era mío se desmoronaba cada vez más, era como si un castillo de arena fuera cayendo poco a poco, no sabía qué decir y mucho menos que hacer.

Mis padres no eran mis padres.

Mi mejor amigo no era como yo me imaginaba

Mi destino no era el que pensaba.

Mi mascota no era un simple gato que lo encontré en la calle.

Mi nombre no era mi verdadero nombre.

Y para completar

Mi vida no es mi vida.

Me puse de pie y dejé a Dante con Brandon, subí lentamente las gradas y me encerré en mi habitación, mi cuerpo cayó pesadamente sobre la cama haciendo que rebote una vez, cerré los ojos y dejé escapar un suspiro.

Mi cuerpo estaba cansado mentalmente y lo único que quería hacer era dormir y olvidarme de todo por un rato, de mi procedencia y de mi futuro, de mi muerte cercana o de mi vida pasada, lo que quería ahora era dormir y levantarme en otro lugar donde nadie me conociera y solo fuera Casandra Scott, la chica de 17 años, insolente y rebelde, sin arcángeles ni demonios atrás mío.

No quería esta vida pero no podía hacer nada.

Cada vez más mi cuerpo se iba haciendo más liviano y mi mente se iba quedando en blanco hasta que por último caí rendida en los brazos de Morfeo, aunque esperaba solo por esta noche no tener pesadillas y poder dormir mejor que en las noches anteriores. 

La Princesa del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora