Capítulo 12

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Corrí por los pasillos tratando de llegar a las gradas ya que me encontraba en el tercer piso, sabía que la herida no le iba a detener mucho tiempo porque como él mismo había dicho no le hacía ningún daño, bajé las escaleras corriendo como si la vida me fuera en ello, tenía que llegar a la salida antes que me atrape.

Llegué al primer piso y vi que casi todos estaban allí para irse a sus casa – ¿a qué hora tocó la campana? – seguí corriendo, empujando a algunos chicos que estaban por allí, que lanzaban maldiciones pero eso no me importaba tenía que salir de aquí.

En medio de mi persecución, me choqué con algo o alguien y alcé la vista encontrándome con un Elián mirándome con el ceño fruncido, me levanté y traté de correr pero él no me dejó.

- ¿Qué estás haciendo, Casandra?

- Escapando – respondí en medio de jadeos

- ¿Escapando?, ¿de qué?

- De ti – confesé – eres el verdadero, ¿verdad?

- Pero ¿qué estás diciendo? - sus labios se fruncieron sin entender

- Es que hay alguien que me quiere matar y se transformó en ti

- ¿Qué?, ¿dónde está? – preguntó alarmado, sentí que alguien me estaba mirando y alcé la vista para encontrarme con un Elián mirándome furioso y con una mancha de sangre en la pierna

- Allí – señalé el lugar donde estaba el otro chico y el verdadero Elián miró a donde estaba señalando

- Ve al auto – me dio las llaves – yo voy hacerme cargo de él

- Pero...

- Recuerda, sin reproches – dijo señalándome y yo bufé irritada

- Está bien

Salí deprisa del instituto y llegué al estacionamiento, donde estaba el auto de Elián, abrí la puerta del copiloto y entré, cerré la puerta de un portazo y dejé la mochila en mis piernas.

Miré por la ventana y vi que el cielo estaba despejado, los autos empezaron a desaparecer del estacionamiento dejando solo el auto de Elián y unos dos autos más que estaban un poco alejados.

Suspiré, ya habían empezado a tratar de eliminarme a cualquier forma solo por ser alguien que no encaja en ninguno de los mundos pero no iba a dejarles tan fácil, abracé mi mochila y cerré los ojos, esto era demasiado para una chica de mi edad.

- Casandra – escuché que alguien me llamaba – Cas

- ¿Qué? – balbuceé dándome la vuelta – déjame

- No puedo – se negó – tienes que levantarte

- Cinco minutos más – pedí tratando de volver a hundirme en los brazos de Morfeo

- Creo que no se va a poder – me movió el brazo – llegamos a tu casa hace una hora

- ¿A mi casa? – pregunté abriendo los ojos y me encontré en la sala - ¿cuándo llegamos?

- Si, a tu casa – dijo Elián, quien estaba demasiado cerca para mi gusto – te traje porque te quedaste dormida en mi auto

- ¿Y por qué no solo me dejaste aquí y ya? – bostecé, había dormido mejor que en las últimas noches

- Cuando te quise dejar no me soltaste – confesó – y entre sueños me pediste que me quede

- ¿En serio? – pregunté incrédulamente, no me acordaba que solía hablar entre sueños

- Sí – asintió y se levantó – no podía moverme ya que te abrazaste a mi cintura – sonrió y yo mire hacia otro lado avergonzada, rogando que mis mejillas no estuvieran rojas

- Por cierto ¿qué pasó con el chico que se hizo pasar por ti? – pregunté acordándome del chico que se abalanzó contra mí

- Le dejé en claro que no se te acerque – respondió, encogiéndose de hombros sin importancia

- ¿Lo mataste? – lo miré tratando de tragarme el nudo en la garganta que se me había formado

- Casi pero no

- ¿Qué era? – cuestioné, me había dicho que no era un ángel

- Un ángel caído – informó y yo le miré entre sorprendida y confusa

- Y ellos, ¿por qué quieren matarme?

- Seguro que los ángeles les ofrecieron algo a cambio de que te maten

- Ya veo – dije pensativamente

- Pero lo que me sorprendió fue la mancha de una herida en su pierna – alcé la vista y sus ojos se chocaron con los míos - ¿tú lo hiciste?

- Sí – acepté, fue por defensa propia – cuando supe que no eras tú

- ¿Cómo lo supiste?

- Él era demasiado atento y cariñoso – contesté – tú no eres así, eres todo lo contrario

- Golpe bajo – dijo y yo reí por la cara de ofensa que había puesto 

La Princesa del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora