28

507 9 0
                                    

Veía cada una de las zapatillas de ballet emocionada ¿Cuándo dineral habrá gastado en todo esto? Mínimo había ciento cincuenta zapatillas de todos los colores, trajes elaborados con piedras bordadas que brillaban a trasluz, mayas de baile de todos los colores y faldas ligeras a juego. Y en una vitrina había coronillas de oro y piedras preciosas. No pude seguir viendo ya que empecé a llorar como si alguien hubiera muerto. ¿Por qué se tomaba todo este trabajo? Esto era demasiado por Dios. Cubrí mi cara con mis manos y sollocé, me sentía una estúpida por llorar de esta manera. Me estaba descargando de todo el peso de encima y sentí unos fuertes brazos rodearme por delante de mí y aspiré su perfume viril y menta mezclado, un elixir espectacularmente delicioso.

—¿Por qué hiciste todo esto, Justin? — pregunté mientras me alejaba de él

—Porque ahora te quedarás conmigo, ____________. Quiero tu comodidad, pero todavía no terminé— dijo mientras me limpiaba las lágrimas con su pulgar— Aún falta una sorpresa más

Miré a Justin con los ojos abiertos, no podría haber más que esto ¿O sí? Me sentía demasiado cohibida en sus atenciones, no me querría ir de aquí nunca, no por las comodidades, si no por verlo sonreír a toda hora. Tomó de nuevo mi mano y me llevó hacia el piso de arriba, solo había una sola puerta y el peso era de color negro y la puerta blanca que brillaba del barniz. 

—¿Qué es esto? — pregunté cuando soltó mi mano, sentí un escalofrío, si seguía tomando mi mano me acostumbraría. El se sentó en un banquillo de madera negra y me sonrió y levantó los hombros de picardía. 

—Averígualo— me dijo mientras me señalaba a la puerta y temerosa me acerqué, y antes de entrar aspiré el olor a madera. Y con miedo abrí la puerta y suspiré mientras entraba con la boca abierta de la emoción. Llevé mis manos a mi nuca mientras caminaba por el gran salón de ensayos de baile. Era verdaderamente enorme y en una de las paredes frontales tenía el espejo grande que abarcaba la habitación. Barras para los estiramientos y un gran equipo de música, también había un ventanal con un balcón que daba toda la vista de la ciudad, el ambiente era hermoso, los pisos eran de un parqué marrón perfectos de baile. Miré hacia atrás y estaba Justin a tres metros con las manos en sus bolsillos mientras me miraba nervioso esperando una respuesta mía. Corrí hacia él y envolví mis piernas en su cintura mientras regaba de besos su cara.

—Tomaré eso como un “me encanta” — dijo pero yo seguí envuelta en su cintura mientras lo sostenía del cuello con mis brazos. Ahora nadie hablaba solamente nos mirábamos fijamente, no queriendo despegar su mirada de la mía nunca más. Se fue acercando a mi rostro con precaución por si no viera signos de negación pero maldición… lo quería y amaba. Cuando sus labios rosaron con los míos cerré mis ojos instintivamente para recordar la suavidad de los mismos. Con mis manos en su nuca, lo acerqué más a mí queriendo más de él. Nuestras bocas chocaron y por unos cinco segundos quedamos así, hasta que él abrió su boca para probar la mía, no lo negué y tímida seguí el juego de nuestras lenguas entrelazarse. Era un beso tierno y espectacular que me dejaba sin aire y con demasiadas mariposas en el estómago. Nuestras lenguas jugaron por unos maravillosos y largos cinco minutos hasta que ambos nos separamos por falta de aire. No dijimos nada, y al segundo me arrepentí. Me estoy comportando como una ramera ¡Es el novio de tu hermana! ¡No puedo hacer esto!

Justin me bajó de su cintura con la respiración agitada al igual que la mía y me miró por cinco segundos. Se había arrepentido, bajé la mirada cuando se alejó de mí. 

—Me voy al estudio— dijo sin más con la mirada perdida, yo solo asentí ruborizada de la vergüenza y arrepentimiento que tenía dentro. Se fue tomando su chaqueta y bajó rápidamente las escaleras. Y cuando estaba fuera me acerqué al ventanal, con los ojos borrosos y la mirada perdida. Pude ver que sostenía sus cabellos en desesperación mientras golpeaba furioso el capot del auto. Definitivamente… se había arrepentido y todo por mi maldita culpa

Pasaron tres horas y Justin no volvía, no tuve ni un día en esta mansión y metí la pata. Por lo tanto llamé a Marta para fijar los días de los ensayos y en los tres tonos contestó

—Mi niña— dijo sorprendida— ¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien? ¿Tus pies? — reí por lo alterada que se encontraba

—Estoy bien Marta, solo llamaba por los ensayos o ya…— mi garganta se cerró al pensar que me habían reemplazado, me romí los pies para conseguir ese papel.

—Claro que no, solo retrasamos la obra, pero el papel es tuyo cariño— 

—Gracias por todo Marta— le agradecí— ¿Cómo haremos con la coreografía y vestuario?

—Te dejé la rutina en un mensaje del correo solo aprendela y arreglamos errores— dijo mientras sentía que tecleaba su computadora— Tendrás que venir a los ensayos el lunes a las nueve de la mañana ahsta la una de la tarde ¿Esta bien? —

—Claro que si. Ya mismo entrenaré. Te quiero— me despedí de ella y fui prácticamente cogeado-corriendo a mi nueva habitación y con el control remoto abrí para empezar a estrenar algunas mayas de entrenamiento. Observé cada una y de lo indecisa que estaba tomé una negra como musculosa y antes puse las medias transparentes blancas y por último la falda ligera negra. Abrí el armario de zapatillas de punta y con los ojos brillosos de la alegría tomé las zapatillas negras, puse un listón en mi cabello para hacer un moño y salí al salón enorme. Abrí las ventanas y dejé que el aire corriera dentro y empecé a calentar. Estiramientos y las posiciones en barra, estiré cada uno de mis músculos esperando media hora para empezar a bailar.

En el reproductor puse “el lago de los cisnes” y empecé a practicar la coreografía varias veces para que quedara en mi memoria. Empecé de puntas de pie mientras movía mis brazos al compás de la música, mis pies dolían como nunca pero había que aguantar, luego empezaron los giros y las vueltas a gran velocidad pero ya sabía controlarlo por lo tanto no me mareaba como antes, seguí bailando y girando al ritmo de la música mientras volvía a empezar de nuevo como unas cinco veces la misma canción por lo tanto pasó como unas dos horas. Mi espalda me dolía al igual que mis pies y estaba bañada en transpiración y seguía bailando hasta que sentí un sonido de un celular y grité del susto, miré hacia la puerta y pude ver a Justin que estaba parado mirándome fijamente y apagué el reproductor de la música. Y me ruboricé por completo.

—¿Sabes que no deberías estar bailando? — me dijo serio pero con una sonrisa asomando sus perfectos labios y miré mis piernas que temblaban del cansancio y sin más me largue al piso, entró corriendo y se arrodilló al costado mío mientras sacaba mis zapatillas y vio mis amorrionado pies. Me ruboricé y el empezó a masajear cada uno. Cerré los ojos por lo bien que se sentía 

—Desde… ¿Desde qué hora estas aquí? — pregunté abriendo los ojos lentamente— 

—Desde hace una hora— masajeó en el empeine de mi pie y gemí. Oh Dios, salió natural. Él no dijo nada solo sus ojos se oscurecieron pero no dijo ni una palabra

—Y porque no me llamaste— dije algo cohibida

—Me quedé viéndote, __________, bailas sensacional— me sonrió y no pude evitar sonrojarme de nuevo. Se levantó pero yo hice un estúpido intento de imitarle, no podía ni siquiera pararme por lo tanto él me cagó en sus brazos 

—¡Justin! — grité chillando cuando bajaba las escaleras.

—Ahora entra a darte una ducha y sal que prepararé algo para comer ¿Sí? — me dijo cuándo me dejó en la puerta de mi habitación. Solo asentí y me quedé estática cuando dio un beso en la comisura de mis labios. Y cuando salió y se alejó un poco cerré mis párpados y di un pequeño grito de emoción cargada.

Gritos SilenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora