- ¡Por fin en casa!
James tira la mochila en la entrada y, como no, se tira en el sofá y conecta el televisor. Samantha, hace lo mismo, pero esta se pone delante del televisor con los brazos en jarra.
- ¿Es que no vas a servirnos? - James la mira con el ceño fruncido y se limita a encogerse. - Vamos, no me digas que no tienes hambre, son las cuatro menos cuarto de la tarde, por lo menos un aperitivo ¿no?
Alan y yo estamos todavía con las mochilas colgadas y en la entrada, contemplando la escena.
- Bueno, a mí no me importa haceros la comida, además haré algo sencillo y rápido, no os esperéis nada del otro mundo. - comenta Alan.
James levanta el pulgar hacia arriba y Samantha se retira un momento del salón tras darle las gracias al "cocinero".
- Emm... Te acompaño Alan, así me enseñas a cocinar.
- Mily, Alan no necesita una niñera para todo. - replica de repente James.
- Da igual James, además me siento alagado, ya que prefiere estar conmigo antes que contigo, y a solas.
En seguida me pongo roja como un tomate y noto como James se mueve incómodo en el sofá.
- Ey, yo no he dicho eso de que no quiera estar con él, Alan. - recalco rápidamente.
- Eso, haber si aprendemos a no inventarnos tonterías. - me sigue James, con un tono molesto.
- Va, va. No te pongas así, solo era un broma. - se defiende Alan levantando las manos abiertas.
- Bueno... Creo que deberíamos irnos ya a cocinar que como venga Samantha se va a poner a chillar por no ver comida.
Alan se ríe y logro que se vaya a la cocina y yo, pisándole los talones.
- Y bien... ¿qué quieres que cocinemos? ¿Espaguetis, macarrones o lasaña?
- ¡¡¡LASAÑA, LASAÑA!!! Es que me encanta.
- Vale, eso se hará rápido, es al horno.
Mientras Alan saca la lasaña del cogelador y lo mete en el horno, se gira hacia mí y me sonríe.
- Ya puedes contarme tu problemilla ese. Soy todo oídos.
Bajo mi mirada al suelo y tras cierta vacilación me convenzo otra vez de que Alan es la persona idónea para expresarle mis sentimientos. Cuando lo vuelvo a mirar, este me dedica una de sus espléndidas sonrisas, eso me dá más ánimos.
Me paso media hora contándole todo lo que siento hacia James desde hace bastantes años, de nuestra estrecha amistad y de mis temores hacia confesarme con él. Alan no me interrumpe en ningún momento, ni si quiera cuando me pongo a llorar relatándole la pequeña conversación de washapp con James.
Una vez que he terminado no paro de hipar y sorberme los mocos, si, en este momento tengo una cara horrible, sin embargo Alan solamente se dispone a abrazarme y acunarme levemente sobre su cuerpo, mientras acaricia cariñosamente el cabello. Nos pasamos así unos minutos, donde el silencio inunda la estancia y el olor a lasaña nos envulve como una cálida y deliciosa brisa. Siento como Alan se separa de mí unos pocos centímetros y me alza la barbilla, para después limpiarme los restos de lágrimas que todavían corretean por mis mejillas con sus pulgares. Se inclina y me deja un cálido beso lleno de ternura en la frente, después me sonríe.
- Mily, Mily, no te preocupes por el idiota de mi primo. Ya verás como al final todo sale bien. - se calla un momento y entonces todo se vuelve a desmoronar, de mis ojos vuelven a brotar lágrimas saladas. - Por favor Mily, no llores. Me rompe el corazón verte así. Tienes que intentar salir adelante y, si ves que el chico que te enamora, solo te ve en el camino de la amistad, no cambiar de personalidad, y nunca, nunca te rindas, porque James te quiere mucho y estoy seguro de que a él no le gustaría perderte.
Asiento con la cabeza y le dirijo una sonrisa, auqnue Alan sabe que no es verdadera, mi mirada me delata. Alan me devuelve la sonrisa, pero hasta la suya está triste. Entonces, me vuelvo a abrazar a él. Con la cabeza posada en su pecho, me empiezo a calmar, pero tras unos minutos, no puedo reprimir el impulso de estornudar. Y entonces me doy cuenta, huele a... oh no, ya no huele a lasaña sino a quemado. Veo que Alan también se ha dado cuenta y se ha separado de mí para abrir el horno.
- ¡¿Pero qué pasa aquí?! ¿Por qué huele a quemado?
Samantha acaba de entrar y James está detrás. Siento como James me mira fijamente e intento no mostrarle mi cara ya que mis ojos estarán más hinchados y rojos que todos notarían que he llorado.
- Lo siento, ahora vuelvo, voy al servicio. - aviso con voz baja y la cabeza gacha.
Salgo de la cocina y una vez en el baño me lavo la cara con agua fría, me miro en el espejo y noto que no estoy sola, James está detrás de mí.
- ¿Por qué habéis tardado tanto en cocinar una lasaña? ¿Y por qué se os quemado incluso?
Su voz es severa y su mirada es acusadora, en este momento me siento como una niña pequeña que ha hecho algo normal, pero que para el padre es un delito y este necesita una explicación. Entonces decido responderle con toda la dignidad que soy capaz de mantener.
- A ti eso no te incumbe. Solo cocinábamos, así que ya puedes dejar esa faceta tuya de padre. Y para que sepas, no sé que te he hecho yo para que de repente me trates así.
Y toda derecha le doy la espalda a James y sin vacilar, me dirijo hacia el salón, que ya estaba preparada para la chamuscada lasaña.
Allí nos esperan Samantha y Alan que nada más verme, me regala una de sus fantásticas sonrisas. Y solo con ese pequeño gesto, me sube los ánimos, Alan es un tesoro.
Espero que os haya gustado este nuevo capítulo que he decidido escribir hoy, aunque no sea viernes. Mañana otro más. Gracias por vuestros votos y comentarios, se os quiere mucho. =) Si podéis difundir mi novela os lo agradecería muchísimo. Gracias de nuevo y besos.
̣̣
ESTÁS LEYENDO
Una Vida Llena de Palabras
Teen Fiction- No estoy dispuesta a dejarte ir... - Deberías, no te convengo. - Ese argumento no se sostiene y no me vale por lo tanto. - Bueno... - me dice con una sonrisa de medio lado - Ya veremos quién de los dos tiene razón. Hola me llamo Emily y esta es...